La cultura de la violación

MARTHA CASO
Viernes 18 de Enero de 2019

A Martha

No sé quién eres, no conozco la silueta de tu rostro. Desconozco por completo el sonido de tu voz y aun así no me eres ajena.  Martha, querida Martha, Martha mía, Martha nuestra… daría el mundo entero, todos los sueños para liberarte de tanto dolor. Para que ellos: violadores, cobardes, traidores, inmundos patriarcales, no te toquen ni en recuerdos.

No fuiste tú, nunca fuiste tú Martha. A esas voces cómplices, haz oídos sordos. Mientras duermes, mientras reúnes los pedazos de ti, mientras te peinas las alas, Martha… nosotras vamos a seguir peleando.

Tu solo asegúrate de volver.

 

Esta semana, Quito atestiguó una de las materializaciones más crueles del patriarcado: una violación en manada.  Insisto en preguntarme cómo fue posible que dentro de un espacio de acceso público, tres hombres: Juan Andrés Moreno, Jhon Alexander Pone Cárdenas y Danny Ponce Cárdenas[1] gozaran del tiempo suficiente para violar a Martha.  El nivel de cosificación a la que estamos expuestas las mujeres es tal, que estos tres sanos hijos del patriarcado, introdujeron en la vagina de Martha botellas de cerveza, vasos y tacos de billar. Quizás si les concedían un poco más de tiempo,  terminaban empalándola, como a Lucía Pérez en Argentina.

Pasa que este no es un fenómeno aislado, no responde tampoco a patologías individuales en un infortunada coincidencia. Las violaciones en manada son el reflejo mismo de una sociedad que habilita a los hombres a someter a las mujeres. Sí, los habilita a someternos de cualquier forma, esta sociedad está estructurada por el patriarcado, es promotora y cómplice de la violencia machista. Le interesa nuestra domesticación.

Sobrevivimos unas y otras no, a la cultura de la violación.

La cultura de la violación está en todas partes: se socializa mediante la pornografía, cuando mal-enseña un erotismo autoreferenciado, narcisista, violento, abusador. Se socializa cuando al abusador de niñas le dan prisión domiciliaria, como pasó la semana anterior en Guayaquil. Se socializa cuando el violador  y el asesino queda impune. Cuando la justicia patriarcal publica en todos los diarios, en cada titular, a toda voz: hazles lo que quieras, que no te va a pasar nada. Se socializa cuando a las mujeres nos obligan a parir la cría de ese malnacido que nos viola.

Yo sigo creyendo en el feminismo popular, que frente a un sistema podrido, perverso; propone una revolución total y absoluta. Debe ser el feminismo popular la única propuesta suficientemente  valiente y corajuda  para dejarse de medias tintas y proponer destruirlo todo. Se va a caer, gritamos. Y no estamos exclamando una metáfora compañeres, estamos proponiendo prenderle fuego a todo. Reconstruir el conocimiento, destruir por completo todo lo nombrado, todo aquello que tenga como nombre, el signo del patriarcado. Todo lo aprendido está en la posibilidad de desaprenderse. Y creo que estamos listes para levantar de los suelos cercos epistemológicos feministas, formas de nombrar y hacer del mundo un lugar justo, un lugar libre de violencias, un espacio para vivir y poder ser emancipades.

Desde la firme convicción de que la única opción es la hegemonía, de que la única opción es la conciencia múltiple de género, clase, etnia, raza, especie, espacio, tiempo y más, es la única forma orgánica de hacerle frente al capitalismo patriarcal. Necesitamos mantenernos juntas, si. Pero también necesitamos compañeros varones comprometidos con la causa feminista popular. Necesitamos compañeros que rompan el cerco epistemológico patriarcal. Necesitamos compañeros que rompan la complicidad que habilita nuestras violaciones y nuestras muertes. Necesitamos ser orgánicos conjuntamente.

Necesitamos que esto nunca vuelva a pasar. Martha es una y millones. Martha, querida Marta, Martha nuestra, Martha todas.

 

[1] https://www.facebook.com/504916703264469/posts/606662763089862/ 

 

Categoria