El claroscuro electoral
El Ecuador se dirige a una dinámica inédita en términos político electorales, al acrecentarse la disputa en torno a los resultados de la primera vuelta de los comicios generales del pasado 7 de febrero. El viernes pasado, frente a un estrecho margen porcentual entre el segundo y tercer lugar, tanto Guillermo Lasso, como Yaku Pérez, acordaron un recuento de votos frente a autoridades del CNE y la OEA. Sin embargo, durante el feriado, Lasso solicitó al CNE la proclamación de los resultados oficiales, solicitud que rompería el acuerdo con Pérez, aumentando las fricciones entre ambos. Paralelamente, no se lograron los votos suficientes en el consejo del CNE, para la reapertura de urnas, desatando una vez más, un legítimo cuestionamiento acerca de la capacidad y voluntad de esta institución para garantizar el proceso electoral. El Movimiento Indígena ha anunciado movilizaciones en los territorios, además de el envío de representantes a las ciudades de Quito y Guayaquil, en legítimo reclamo del cumplimiento de sus demandas en torno a la primera vuelta.
El escenario político actual vislumbra una pugna interburguesa entre sectores afines a Lasso y Pérez. El primero se posiciona en la insistencia de la proclamación de resultados oficiales por parte del CNE, contraviniendo a lo que él mismo había accedido el pasado 12 de febrero. Pérez reclama el segundo lugar para sí, al mismo tiempo de convocar a movilizaciones de las bases del Movimiento Indígena, para defender su proyecto político. En sus propias palabras, Pérez se consolida como “la tercera vía” entre el progresismo de Arauz, y el proyecto de continuidad neoliberal representado por Lasso y las élites empresariales.
Sin embargo, las cercanías de Pérez, tanto a la embajada norteamericana, ONGs operantes en el país, así como varias declaraciones acerca del proyecto de Estado que plantea, difícilmente lo enmarcan muy lejos del proyecto neoliberal. Tanto Lasso como Pérez comparten opiniones acerca de la eliminación de impuestos, el achicamiento del Estado, privatizaciones, apoyo explícito a golpes de Estado y la lucha en contra del “castro-chavismo”, con discursos xenófobos contra ciudadnxs venezolanxs, que peligrosamente pueden incitar a la violencia y la exclusión. En este sentido, Pérez se perfila como el candidato predilecto de una nueva derecha, una que no tiene que lidiar con su pasado ligado al feriado bancario, además de cooptar parte del apoyo de la pequeña burguesía y los sectores que en primera vuelta llamaban al voto nulo.
En reacción a la falta de respuesta democrática por parte del CNE, el Movimiento Indígena anunciaba el día de ayer en una rueda de prensa -presidida por Marlon Santi, Gustavo Tenesaca y Yaku Pérez- que se inicia la movilización desde territorios, hacia las instalaciones del CNE en Quito, para exigir el cumplimiento de la voluntad popular en torno al reconteo de votos. Según lo acordado entre Lasso y Pérez, el reconteo debía ser del 100% de actas de la provincia de Guayas, además del 50% en Azuay, Bolívar, Cañar, Cotopaxi, Chimborazo, El Oro, Esmeraldas, Imbabura, Loja, Los Ríos, Manabí, Morona Santiago, Pichincha, Tungurahua, Santa Elena y Santo Domingo.
En respuesta a la traición de Lasso, en la rueda de prensa del miércoles 17, Pérez se refirió a lo que considera un atropello a lo acordado. En la misma, Pérez parecía romper de forma definitiva con Lasso, enunciando que no volvería a apoyar al candidato de CREO-PSC en la segunda vuelta, perfilándose a sí mismo como única opción política capaz de derrotar en las urnas, a su enemigo común, el correísmo. En la misma conferencia de prensa, la CONAIE y la ECUARUNARI acordaron el inicio de movilizaciones a nivel nacional en territorios, enviando delegaciones a Quito, en reclamo por el reconteo y en defensa de la democracia frente al CNE. De la misma forma, Pérez pidió la renuncia de todo el consejo del CNE, acción que elevaría aún más la crisis política de las instituciones que se supone, deben velar por la institucionalidad de la democracia.
El mismo miércoles 17, el MICC presidido por Leonidas Iza, llevaba a cabo su asamblea provincial, cerrando filas con Pachakutik frente a lo que considera la “defensa del proyecto político”, en la “unidad del tejido organizativo del Movimiento Indígena”. La movilización de las bases del Movimiento Indígena es legítima, responde a la demanda por el proyecto político que se ha construido desde las bases, y representa la bandera de lucha de treinta años de resistencia como organización. Sin embargo, se abre la discusión a una problemática compleja, que coloca al Movimiento Indígena en respaldo a la figura de Pérez, que invoca desde su falsa conciencia, todas las reivindicaciones y luchas históricas de este sector. Con las posturas políticas de Pérez, sería imposible que se logre materializar el proyecto plurinacional desde una perspectiva popular, sino más bien tan solo desde la perspectiva burguesa, a la que se debe políticamente.
En medio de este tumulto, se consolida una línea discursiva que posiciona un supuesto fraude electoral materializado por el CNE, en colaboración con Rafael Correa, el caudillo del puerto, Jaime Nebot y el candidato de la banca, Guillermo Lasso. En esta conjugación, Pérez se perfila como el candidato “anti establishment”, como aquel proyecto político que pretende situarse en contra del “estatus quo”, un actor que no pertenece a la clase política tradicional, como en su momento fue Rafael Correa. Sin embargo, una presunta cooptación del CNE por medio de Correa entra en contradicción con la lógica que Moreno instauró dentro de las instituciones estatales en 2018. Todxs lxs consejerxs del CNE fueron nombradxs por el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social Transitorio presidido por Julio César Trujillo, uno de los más fervorosos anticorreístas y camaleones políticos en la historia del Ecuador, formando un consejo con representantes de CREO, PSC, AP y PK.
La disputa geopolítica, entre la hegemonía imperialista y la reconsolidación de los progresismos latinoamericanos, se desata sobre el Estado ecuatoriano en el panorama electoral. Ante la disputa política por los sentidos que prima después de esta primera vuelta, existe la posibilidad de que el proceso de impugnación por el reconteo de votos decante en la deslegitimización de la totalidad del proceso democrático. En este escenario, la agenda dictada desde Washington tendría el efecto esperado, y Yaku Pérez podría convertirse en un Guaidó made in Ecuador. La lucha de clases se perfila entre una posible pugna en las calles, una segunda vuelta aún incierta y una potencial ingobernabilidad. Definitivamente nos estamos enfrentando a la monstruosidad del claroscuro.