¿Aportar para morir? El IESS contra la clase trabajadora
Las escandalosas declaraciones de Paúl Granda, presidente del Consejo Directivo del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), sobre la elevación de la edad de jubilación y el cobro por la atención médica pública a menores de 18 años, son una muestra más de la actual descomposición neoliberal que vive el Estado ecuatoriano.
Según Granda, la esperanza de vida de la población ecuatoriana haría posible estirar la edad de jubilación, de 60 a 65 años, sin embargo, esta afirmación contradice los datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), organismo que establece un promedio de 76,5 años de esperanza de vida. De ninguna forma se puede contemplar al aumento de la edad de jubilación como una medida necesaria para salir de la mentada crisis que vive el IESS, depositando sobre los hombros de sus aportantes la carga de mantener a la institución a flote, cuando ha sido el mismo Estado quien anteriormente retiró su aporte del 40% y ahora, organiza una crisis económica auto inducida que nos lleva hacia el abismo neoliberal: firma de una carta de intención con el FMI, Ley de Fomento Productivo, condonación de deudas al empresariado, entrega del Estado a la oligarquía.
La agenda empresarial busca defender sus intereses de clase en el marco de un plan que en materia de seguridad social toma el nombre de Acuerdo Nacional por la Seguridad Social, organismo que buscará dialogar y pactar para implementar esta medida de ajuste que condenará a la muerte a quienes bien están por jubilarse o quienes se encuentran aportando.
El capitalismo es un sistema criminal, sustentando en la apropiación de la fuerza de trabajo de la clase trabajadora, quien, a lo largo de toda su vida, no tiene más opción que laborar para sobrevivir. Pretender que la clase trabajadora disfrutará sus “últimos 15 años de vida” en condiciones miserables, sobreviviendo con una pensión irrisible, con un sistema de salud precario y sin las garantías de atención, equipamiento y suministro de medicinas, es simplemente un insulto. Nunca ha sido una preocupación de la clase dominante la vida de la clase trabajadora, menos aún, cuando esta llega a su vejez.
Granda es un representante más de esa clase parasitaria, que a lo largo de la historia ha vivido de la sangre y el sudor de la clase trabajadora. El IESS actúa en contra de los aportantes que dice proteger, condenándolos a aportar toda una vida para morir en condiciones miserables.
El avance neoliberal que hoy toca al IESS debe ser parado en las calles, por los medios necesarios, urge, por lo tanto, movilizarse.