Bolsonaro y la violencia como instrumento político
Era el 21 de octubre de 2018, faltaban solo 7 días para que los electores elijan a su próximo presidente en segunda vuelta. La avenida Paulista, em São Paulo, reunía a miles en apoyo a Jair Bolsonaro. Recuperándose de un atentado sufrido durante la campaña presidencial, desde su casa y cercado de amigos, familiares y correligionarios, Bolsonaro habló por teléfono a los miles de personas que estaban en la manifestación en su apoyo. En su discurso afirmó, "voy a hacer una limpieza nunca antes vista en la historia de este Brasil", "vamos a barrer del mapa esos bandidos rojos de Brasil", afirmando, bajo gritos de "Fuera PT".
Las elecciones de 2018 fueron las más singulares y paradigmáticas de los 30 años de historia de la Nueva República, llevando a la elección de Jair Mesias Bolsonaro del Partido Social Liberal (PSL) como 38º presidente de Brasil. El ex diputado es capitán reformado del Ejército brasileño y viene de larga vida parlamentaria, son 28 años en la Cámara de Diputados, de los más de 170 proyectos de ley presentados en este largo período obtuvo solo la aprobación de 2. Siempre fue un personaje popularmente conocido por sus discursos radicales de ataques a gays, mujeres, indígenas y quilombolas, defensa de la dictadura militar, de un nuevo golpe de Estado, asesinato de criminales, entre otros puntos polémicos.
A las pocas horas de assumir su nuevo cargo, el 1 de enero, ya ha dejado nítido que honrará los compromisos con las fuerzas sociales que viabilizaron su elección; siendo especialmente ellas las elites nacionales, el mercado financiero y los Estados Unidos.
Su discurso de posesión mantuvo el mismo tono de su campaña política, dejando claro que no gobernará para la diversidad de sectores sociales del país. Por el contrario, empezó con el compromiso de combatir a sus opositores. "Este es el día en que el pueblo comenzó a liberarse del socialismo y de lo políticamente correcto", afirmó Bolsonaro.
La violencia no es registrada solo por sus improperios, sino también por las acciones institucionales que van desde la voracidad del mercado hasta acciones que apuntan a amplificar las tensiones sociales existentes. Como la liberación del porte de armas vía decreto, el proyecto Escuela sin Partido, el desmonte de las políticas de Derechos Humanos con total invisibilidad de la población LGBTI, etc.
El poder dado al mercado financiero en su gestión llevará a Brasil a un giro ultraneoliberal, con centro en el superministro de la hacienda Paulo Guedes. El nuevo ministerio juntó las atribuciones de tres antiguas instituciones, Hacienda, Industria y Comercio Exterior, y Planificación. Guedes es fundador del Banco Pactual, también fundó el Instituto Millenium (que tiene como objetivo diseminar ideas liberales), fue profesor de Macroeconomía PUC-RJ, es PHD por la Universidad de Chicago, donde construyó sus principales referenciales liberales. El ministro afirmó en su posesión que los tres pilares de su gestión serán la reforma de la previsión, las privatizaciones y la simplificación de tributos.
Para esta semana, que es de hecho la primera semana y gobierno, el Bolsonaro dará posesión a la presidencia de tres bancos públicos, el Banco do Brasil, Caixa Econômica Federal y BNDES; la expectativa es que los nuevos presidentes anuncien las áreas que serán colocadas para la iniciativa privada. El futuro presidente de Caixa, Pedro Guimarães, dijo que pretende vender en la Bolsa de Valores acciones de al menos dos subsidiarias, como la Caja de Seguridad, aún este año.
Pero esta visión de gobierno también tiene eco entre los gobiernos estatales que dan sustentación a su concepción de gestión del estado, trabajando en la entrega de las empresas públicas y el aumento de la violencia en la acción del estado, de forma sincronizada. El más singular tal vez sea el nuevo Gobernador de Río de Janeiro, su correligionario del PSL, Wilson Witzel. Antes juez federal, ahora gobernador, crítico de los derechos humanos y defensor de la "tolerancia cero" para el crimen organizado, el pasado jueves afirmó que criminales involucrados con el tráfico de drogas son tratados como terroristas y que, una vez presos , queden sin derecho a recibir visitas y lejos de la civilización. "Necesitamos tener nuestro Guantánamo. "Hay que poner a los terroristas en lugares donde la sociedad se libre definitivamente de ellos", dijo.
Es importante registrar que las elecciones fueron marcadas por muchas escenas violentas, que van desde las amenazas a oponentes, censuras a los medios de comunicación, censura a entidades de la sociedad civil, violencia en las calles, mentiras diseminadas en masa por las redes sociales, hasta el asesinato de un capoeirista por declararse públicamente partidario del PT. La muerte de la concejal Marielle Franco del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) de Río de Janeiro es un hito de la escalada de la violencia en el ambiente político; el 13 de diciembre fueron arrestados los sospechosos de su asesinato. El mismo día se descubrió un plan de ejecución del diputado Marcelo Feixo, también del PSOL de Río de Janeiro, amigo y compañero de Marielle, ambos con actuación en defensa de los Derechos Humanos.
Es importante entender que tenemos un sesgo estructural que perpetúa una violencia estatal, y que no fue atacado en la década de gobiernos populares. "En Brasil, durante las últimas décadas, el Estado sostuvo la acumulación del capital con el mantenimiento de prácticas oligárquicas de apropiación del aparato estatal, preservando así las relaciones sociales autoritarias y excluyentes. El modelo de desarrollo se perpetúa a través de un proceso de elitización como resultado de la brutal de la concentración de renta ", afirmó la profesora de la UFCSPA a la socióloga Aline Winter Sudbrack en un artículo.
Es urgente denunciar que el discurso de odio, de la oficialización del uso indiscriminado de la violencia, sirve prioritariamente al grupo paraestatales. Las milicias, que en estados como Río de Janeiro ya son centrales en la balanza política.
Son vitales las construcciones de Frentes Democráticos. Porque la combinación de la mano del mercado financiero sobre los derechos y la calidad de vida de los trabajadores brasileños será muy pesada. Sumado a ello la violencia surgida de la ampliación de las tensiones sociales y de las persecuciones políticas por parte de los propios gobiernos locales. Ellos planean de forma articulada la entrega de las riquezas del país, la represión y el ufanismo en torno a cuestiones morales.
Por lo tanto, la unidad para resistir es fundante para los sectores democráticos, ella que nos dará condiciones de diálogo con la masa de la población para construir un nuevo ciclo virtuoso para Brasil.