Ecuador: neoliberalismo y la nueva ola migratoria
Durante la regresión neoliberal, el Estado profundiza y diversifica sus mecanismos de exclusión. Las condiciones materiales del pueblo se han ido precarizando gradualmente desde antes del inicio de la pandemia, cuando los recortes presupuestarios y despidos masivos empezaron a implementarse con el gobierno de Moreno, bajo el mantra preferido del neoliberalismo: la austeridad. Así mismo, durante el momento más álgido de la pandemia, el entonces Gobierno Nacional, también aprovechó para materializar la flexibilización laboral bajo el amparo de la Ley de Apoyo Humanitario, los recortes presupuestarios a carteras estratégicas como Educación y Salud, con la Ley de Finanzas Públicas, y otra condicionalidad del FMI y el BM: la eliminación progresiva a los subsidios de los combustibles, que ya en octubre de 2019 tuvo una respuesta popular contundente.
La política de choque implementada por Moreno, no solo tuvo consecuencias en la condiciones de vida del pueblo, sino que incidió también en el estado de ánimo de las personas: entre el duelo y la desilusión por la precarización de la vida y la amenaza de enfermedad y muerte de la pandemia, se generó una regresión conservadora en las consciencias políticas de las grandes mayorías. Como consecuencia de esto entra a la presidencia -como nunca antes en la historia del mundo- un banquero oligarca: Guillermo Lasso. Los esfuerzos de los movimientos sociales por evocar la memoria del feriado bancario -del que Lasso es co-responsable-, y la advertencia de la continuidad neoliberal, no encontraron eco.
El neoliberalismo continúa como gobierno y política de Estado por cuatro años más. Las primeras consecuencias del “efecto Lasso” se constituyen como presagios de futuros escenarios, todos ellos adversos para el pueblo, de por sí ya precarizado por el gobierno saliente de Lenín Moreno. El mismo que salió del país el pasado 18 de agosto rumbo a EE.UU., sin haber rendido cuentas, respecto a su desastrosa gestión que desembocó en una crisis humanitaria en Ecuador en 2020. A la par, el actual gobierno develó que en el 2020 no se asignaron recursos financieros extraordinarios al Ministerio de Salud para atender la emergencia de la pandemia, dejando al pueblo a su propia suerte, y siendo responsables como gobierno, de una tasa de exceso de muerte que oscila entre las 60.000 y 80.000 personas. Ahora es el turno de Lasso de dirigir la maquinaria de exterminio neoliberal en la que se han convertido el Estado burgués y sus élites dirigentes, siempre en contubernio con la banca privada y la gran empresa capitalista.
El gobierno antipopular de Lasso plantea tres reformas fundamentales antes del final de 2021. En este primer año se configura un complejo escenario en torno al retroceso progresivo en materia de derechos para el pueblo. El 17 de agosto, Lasso entregó la reforma propuesta a la Ley Orgánica de Educación Superior -LOES- a la Asamblea Nacional. Además, para este primer año de gobierno, Lasso pretende implementar una reforma laboral y tributaria, la cual beneficiará explícitamente a la empresa privada, al sector exportador-importador y la gran industria.
La reforma a la LOES, contempla la eliminación de 12 millones USD en becas académicas como aperitivo de lo que podría deparar la ley: una liberalización de la oferta académica, créditos en lugar de becas, libre mercado para a la educación superior. Cuando la educación se flexibiliza, las instituciones universitarias entran a competir abiertamente por la demanda de estudiantes, mientras estxs pertenezcan a una clase social que cuente con los recursos para pagar un crédito o financiar una carrera privada, o en defecto, acordar endeudamientos largos y exorbitantes. Sin duda, la reforma a la LOES implica una barrera de acceso a la educación superior para la clase trabajadora.
Respecto a la reforma tributaria, el gobierno anunció que -al igual que en Colombia-, el presidente podrá declarar cuatro días feriados exentos de IVA, para que sirvan de incentivos de consumo masivo. A estas reformas se le suma la propuesta de la eliminación del Impuesto de Salida de Divisas, la cual ocasionará una fuga masiva de capitales que podría llegar a parecerse a la que ocurrió en medio del feriado bancario en 1999 en el Ecuador. El ISD generó ingresos tributarios para el Estado de alrededor de 1.000 millones USD tan solo en el 2020. Como candidato, en enero pasado Lasso firmó una declaración juramentada en la cual se comprometió a derogar el ISD, el IVA para artículos de primera necesidad, el impuesto de consumos especiales para bienes de consumo, además del impuesto a activos en el exterior y el impuesto a la renta sobre herencias, legados y donaciones.
La tercera reforma legal contemplada para este 2021, se refiere al Código Laboral. El neoliberalismo pregona la “perfección” del libre mercado bajo sus “condiciones óptimas”, es decir sin intromisión del Estado. Por tal defecto, una reforma laboral podría incluir la ampliación de la flexibilización laboral y contractual, y la reinstauración del trabajo por horas. Todos estos elementos ya se encuentran incluidos en la vigente Ley de Apoyo Humanitario, la cual únicamente tiene un carácter temporal de emergencia. La reforma laboral garantizaría que las medidas de precarización del trabajo y la regresión de derechos se perpetúen en un marco legal ordinario.
Así, el Estado burgués se retrae de forma sucesiva de la administración de lo público, generando condiciones propicias para la privatización de sectores públicos y una definitiva liberalización del mercado en términos generales. La ola migratoria que acompaña a la doctrina del shock implantada por Guillermo Lasso y el gobierno de la banca, bien podría llegar a constituirse en el distintivo histórico de este gobierno. A la par de la vuelta de la oligarquía financiera e industrial al centro del poder político del país, que fue responsable directa del debacle nacional de principio de siglo.
Todas estas políticas públicas neoliberales, se imprimen sobre las vidas de las personas, que frente a la creciente inseguridad financiera, la imposibilidad de acceder a educación y trabajo, el encarecimiento progresivo de la vida, se enfrentan una vez más a una sensación colectiva de no futuro y falta de oportunidades. Seguirán momentos en que decenas de miles de personas, se verán nuevamente obligadas a migrar de la miseria del neoliberalismo hacia los centros del capital del Norte global. El neoliberalismo tiene una multiplicidad de caras, pero sin duda sus dos más agresivas y asesinas son la violencia frontal y material del Estado en términos represivos, y la perversión económica impuesta por la doctrina del shock, la austeridad y la privatización de lo público.
Como en el 2000 y en consecuencia al feriado bancario, un éxodo migratorio vuelve a materializarse para lxs ecuatorianxs. El neoliberalismo convierte a países de economías del Sur -como la nuestra-, en productores exclusivos de materias primas y mano de obra barata. Tan solo entre enero y julio de 2021, más de 88 696 ecuatorianxs salieron del país. De estas personas, al menos 45 589 habían sido detenidas y deportadas por intentar cruzar ilegalmente a los EE.UU. Según la Subsecretaría de Migración, de enero a mayo de 2021, al menos 56 390 ecuatorianxs que salieron del país, no regresaron. Así como según el diario Dallas Morning News, 500 ecuatorianxs son detenidxs en frontera todos los días.
En el éxodo migratorio del 2000, llegaron a salir de país casi 3 millones de personas, aproximadamente el 20% de la población total del Ecuador en ese entonces. Así como las remesas de migrantes fueron el principal ingreso para la economía por casi una década. El país sobrevivió a costa del sacrificio de millones de ecuatorianxs trabajadorxs en el extranjero. Además de los riesgos y la precarización a la que se enfrentan miles de migrantes en el Norte global, el drama familiar que queda en el país también es preocupante. Miles de niñxs y jóvenes menores de edad se quedan una vez más al cuidado de familiares, mientras sus madres y padres trabajan en el extranjero.
Con la campaña de vacunación emprendida por Lasso, nos enfrentamos a un momento en que a pesar de que las condiciones materiales precarizadas se extreman, el Gobierno Nacional cuenta con una considerable aceptación pública. La inoperancia del gobierno de Moreno con respecto a la pandemia, aporta a que Lasso tenga un margen de acción en impunidad relevante. La realidad es que las demandas y reivindicaciones contra el neoliberalismo, aún están enunciadas desde los movimientos sociales, y no necesariamente desde la generalidad del pueblo, que está concentrado en la supervivencia. Esta desconexión también es resultado de la desmovilización y lejanía de los movimientos sociales con sus propias bases.
La lucha de clases se profundiza, y la oportunidad de los movimientos sociales en este momento histórico, no es la disputa por el poder, sino la reorganización y la construcción del poder popular a largo plazo. Así como en la construcción de alternativas organizativas que logren ser productivas y resolver las condiciones materiales del pueblo. Ante la profundización del neoliberalismo, urge la construcción de un frente popular antineoliberal.