Octubre no “volverá”
El mega paquetazo que el Gobierno ha lanzando contra el pueblo convocará inevitablemente a los sectores populares a las calles. Las condiciones objetivas, el hambre y la desesperación, serán los catalizadores del descontento, no obstante, la subjetividad encuentra una barrera debido a la emergencia sanitaria por el COVID-19. En este contexto, varias organizaciones y minorías revolucionarias han comenzado a posicionar el “inevitable” retorno de octubre, en referencia al Paro Nacional del año pasado, sin problematizar el desgaste de los vínculos sociales debilitados por el miedo al contagio, pero además, por lo poco o mucho que se “aprendió” en dichas jornadas.
Las formas de socialización debido al “distanciamiento social”, categoría clave para comprender el miedo al otro en tiempos de coronavirus, se han visto reducidas al ámbito de lo íntimo, lo familiar, ahora lo “público” es lo ajeno, lo peligroso, la muerte. El neoliberalismo ya venía gastando el sentido la socialización mediante la profundización del individualismo, ahora la presencia de un enemigo invisible podría poner en serio peligro o incluso, provocar que los pocos nexos que aún quedan en las grandes urbes, el escenario final donde se han definido las últimas batallas de los sectores populares, desaparezan.
Los vínculos sociales que se activaron y tejieron solidaridad de forma espontánea en algunos casos, y en otros, de manera coordinada durante el Paro Nacional no pueden ser convocados con la mera invocación de la “nostalgia” de octubre.
Para el sol de hoy, las coordinadoras y las asambleas que surgieron al calor de las movilizaciones debían redoblar el contacto y la inserción con los sectores populares, fortalecer la relación campo-ciudad, aumentar la influencia y vocería de los medios de comunicación libres, populares y alternativos, caminar hacia la unidad sobre un programa de lucha, agrupando a todos los sectores revolucionarios, progresistas y democráticos hacia la constitución de un gran frente anti neoliberal con perspectiva revolucionaria.
Es cierto que nada de esto existe, sin embargo, la oportunidad sigue estando presente mientras el ingenio y la sagacidad de lxs revolucionarios permita reinventar la organización, la táctica y la estrategia en las condiciones que sea. Ejemplos históricos abundan, grandes gestas se han forjado en situaciones infinitamente adversas para quienes han decidido luchar por el socialismo y la libertad. En los actuales momentos no es posible si quiera plantear la persistencia del sectarismo y la desconfianza mutua, es necesario dar un salto cualitativo, sustentando en un programa revolucionario, hacia la construcción del instrumento político y social que pueda parar el exterminio.
Ni octubre ni las grandes jornadas de lucha volverán tal como las conocía la izquierda, será necesario reinventar las formas de acción política y comunicacional, ampliar el discurso y la convocatoria, demostrando fuerza mediante la espectacularidad de las acciones. Las minorías revolucionarias deben seguir con atención los movimientos de las organizaciones sociales y populares, las decisiones del movimiento indígena, ser los canales efectivos para la construcción de un nuevo hito histórico en el país.
Ni el hambre ni el miedo detendrán el descontento popular, es cierto, todo el mundo lo tiene claro, incluso quienes convocan al pueblo a las calles y se prestan desde ya a reprimirlo y perseguirlo. El problema no es la convocatoria sino el desenlace, y eso únicamente se define con una voluntad férrea de ejercicio del poder.
Foto: David Díaz