UNASUR: divide y vencerás
Seis países – Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Paraguay y Perú – han decidido retirarse temporalmente de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) bajo la excusa del letargo del organismo para elegir un nuevo Secretario General, pues desde enero de 2017, cuando Ernesto Samper culminó su período, no ha habido el consenso necesario para designar a su sucesor.
Está claro que, en primera instancia, la decisión constituye una medida de presión contra Venezuela, a menos de un mes de la realización de las elecciones presidenciales, y en segunda, una forma de romper desde adentro el más importante organismo de integración regional construido en los últimos 20 años en favor de una verdadera emancipación continental y en detrimento de las políticas imperiales de los EE.UU.
La cuestión es relativamente simple. La derecha regional envalentonada decide que Suramérica debe volver “al orden natural de las cosas”, esto es, un subcontinente resquebrajado, sin unidad , en el que cada país sea un parcelita libre de regalarle sus recursos a los EEUU o la Unión Europea, a cambio de mucha plata para sus pequeñas oligarquías. El destino de los más de 400 millones de habitantes que formamos parte de la Unasur, poco o nada importan en este “reordenamiento” geopolítico.
Ante la probada inutilidad de la Organización de Estados Americanos (OEA) como espacio de ataque a Venezuela y su “mal ejemplo”, y en vista de que la Alianza del Pacífico aún no termina de cuajar, las dos alternativas que se ha propuesto el imperialismo y sus cómplices regionales son 1) Fortalecer el llamado Grupo de Lima, entidad ad hoc sin ningún sustento más allá de la unión mediática y diplomática para criticar y pretender imponer sanciones a Venezuela y 2) El desmantelamiento de la Unasur en su calidad de organización bandera de los gobiernos progresistas de la última década.
No nos llamemos a engaño. Es la Unasur el espacio que logró la creación por consenso de un Consejo de Defensa Suramericano, que declaró a los 12 países miembros como una Zona de Paz – miremos cuan importante resulta esto en medio del reordenamiento de las estrategias de seguridad de Washington para la región - y que además estableció políticas de defensa, cooperación militar, operaciones de paz y asistencia humanitaria; industria, tecnología, formación y capacitación de nada menos que el bloque de países con las mayores reservas de agua, minerales, petróleo y biodiversidad de la Tierra.
Sería una ingenuidad pensar que gobiernos entreguistas como el de Mauricio Macri o Juan Manuel Santos – o peor aún, abiertamente de facto como el de Michel Temer- no entienden las consecuencias de quebrar a la Unasur, que, más allá de sus defectos, sigue siendo la mejor alternativa política que tiene la región para enfrentarse en bloque a los desafíos del mundo. Está claro que siguen las órdenes de sus dueños del Norte, obviando que los territorios que mal gobiernan no les pertenecen. Los pueblos del Sur están llamados a la urgente defensa de sus conquistas, y es la Unasur una de ellas.
Acabar con el esquema de integración significa el retraso en años de la siempre soñada y nunca concretada unión suramericana, esa que Bolívar imaginó como “la reina de las naciones y la madre de las repúblicas”.
Recordemos al Comandante Hugo Chávez, ideólogo y ejecutor de la unidad de nuestros pueblos, cuando dijo en el año 2009: “Llegó la hora de Suramérica, la hora de Unasur, confiamos en la capacidad política de nuestra naciente unión para enfrentar en la actualidad esta amenaza, que compromete el porvenir de nuestras repúblicas, el porvenir de nuestros Pueblos y el porvenir de toda la humanidad” (1)
No seamos cómplices de los Santanderes del siglo XXI. Que los pueblos organizados alcen su voz. La vieja máxima: divide y vencerás, nos ha sido aplicada históricamente con gran eficacia. Aprendamos de los viejos errores.