Amor al fútbol, odio a la FIFA
No cabe duda de que la selección ecuatoriana de fútbol hizo historia en Qatar. Nunca antes el país anfitrión había perdido el partido de inauguración, convirtiendo al Ecuador en la primera selección en vencer a la nación anfitriona en la historia del fútbol. En tiempos de claroscuro, en los cuales la desesperanza y la precariedad absoluta se apodera de una inmensa mayoría de la realidad, un evento como la copa mundial de fútbol, se convierte en uno de los pocos momentos de alivio y desfogue a las cuales se puede aferrar el pueblo y la clase trabajadora. Mientras el Narcoestado asesina al pueblo -directa o indirectamente, por acción u omisión-, un par de goles que no quitan ni el hambre ni el miedo, pueden aliviar siquiera de forma momentánea la desesperación y el desahucio de un pueblo que se enfrenta al no futuro y a la maquinaria de exterminio y dominación del capitalismo neoliberal. Sin embargo, muchos elementos se ponen en juego al momento de evaluar a la institución que monopoliza el futbol, y su impacto en la vida de las personas, la política y el mercado.
Los delitos de lesa humanidad promovidos, auspiciados u omitidos por la FIFA, distan de ser pocos. La FIFA tiene uno de los récords más deplorables en colaborar con regímenes que incurren y se sostienen por medio de la violación sistemática y estructural a los Derechos Humanos. Entre otros ejemplos están: 1. la celebración del mundial de Italia-1934 con el fascista Mussolini y sus camisas negras esparciendo el terror por Italia; 2. Peco Bauwens como miembro de Comité ejecutivo de la FIFA desde 1932 a 1942 y presidente de la Federación Alemana de Futbol, quien además de ser abiertamente nazi, planteó que el futbol es un deporte exclusivo de varones y prohibió el futbol de mujeres en Alemania por varios años, y además dijo en su discurso por el triunfo alemán en el mundial de Suiza-1954, que “la final y el mundial que hizo Alemania representa la autoridad indiscutible del Führer”; 3. La celebración del mundial en Argentina en 1978 en medio de la dictadura de Videla, responsable de la desaparición forzada de al menos 30 mil personas; 4. El desplazamiento forzado de miles de personas para la construcción de la infraestructura “necesaria” para el mundial Sudáfrica-2010, o 5. la más reciente denuncia de trabajadorxs sometidxs a esclavitud moderna, en la construcción de la infraestructura para el mundial de Qatar-2022.
Según una investigación revelada por The Guardian en febrero de 2021, al menos 6.500 muertes de trabajadorxs están ligadas a condiciones laborales indignas e infrahumanas características de la esclavitud moderna. Los datos de trabajadores migrantes muertos en la construcción de los 8 estadios y demás edificaciones en Qatar son los siguientes: India 2.711, Sri Lanka 557, Bangladesh 1.018, Pakistán 824, y Nepal 1.641. Los datos solo incluyen los registros de 2010 a 2020, así como no existen datos de los trabajadores de Filipinas y Kenia. Esto da un promedio de 12 obreros muertos por semana en los últimos 12 años. Según la OIT, en los últimos 7 años se han agravado de forma espeluznante las condiciones de trabajo para el pueblo, con datos que llegan a plantear a este el momento histórico con mayor cantidad de personas sometidas a trabajo esclavo. El negociado multimillonario entre la FIFA y la familia Al Thani, no se quedan atrás en la competencia por los mejores esclavistas del mundo.
Si bien en este momento es de suma importancia denunciar la violación sistemática de derechos de lxs trabajadorxs, ejecutada en nombre de una de las competiciones deportivas más importantes del planeta, como es el mundial de futbol; cabe poner sobre la mesa que esta es una práctica cotidiana del sistema capitalista para potenciar la acumulación de riqueza, y se ha practicado por siglos. El colonialismo, la división internacional del trabajo y el imperialismo demuestran que la expansión capitalista fue y es posible solo a través de la explotación perversa e ilimitada a la clase trabajadora. La FIFA es solo una más de las instituciones para hacer dinero que corresponde a la sociedad del espectáculo.
El desarrollo de los países-emiratos de Medio Oriente, con sus pequeñas poblaciones y billones de petrodólares, ha podido lograrse, como ha sido en todo el mundo, por medio de la extrema explotación laboral. El Kafala o trabajo patronizado para migrantes, es una modalidad atractiva para gran cantidad del ejército de trabajadorxs de reserva, que se plantea como única opción la migración y envío de remesas para sostener la vida de sus familias. Sin embargo, las denuncias que se hacen desde principios de los dosmiles, colocan a este sistema de contratación como un mecanismo de cooptar trabajadorxs para someterles a esclavitud moderna, donde sus derechos son mutilados de forma extrema: trabajo no pago, no acceso a libre movilidad, retiro de sus documentos de identidad, poco acceso a comida, salud y techo adecuados, violencia física, verbal, psicológica y sexual, y condiciones de trabajo con altas probabilidades de muerte o enfermedad. Esta modalidad de trabajo forzado es muy común en los emiratos de Medio Oriente, y que la mayor parte de sus víctimas son mujeres trabajadoras domésticas, y obreros provenientes de la India, Sri Lanka, Filipinas, Bangladesh, Pakistan y Kenia.
En una perspectiva histórica, el Golfo Pérsico se constituye como territorio colonial británico perteneciente a la subdivisión del Raj Británico en la India desde mediados del siglo XVIII, hasta 1947 o incluso 1971. Tanto Arabia Saudita, como Abu Dabi, Dubai, Kuwait, Bahrain, Oman y ante todo los Emiratos Árabes Unidos se constituyeron como una consecuencia directa de los rezagos del imperialismo europeo y específicamente británico. El clan Al Saud, perpetuamente financiada por EE.UU. desde su fundación, representa un enclave militar y político en Medio Oriente. En términos geopolíticos, Qatar sustenta la tercera reserva probada de gas natural y de petróleo del mundo, convirtiendo al diminuto emirato absolutista en un pilar fundamental de la política hegemónica yanqui. Qatar formó parte de la primera Guerra del Golfo entre 1990 y 1991, además de responsabilizarse directamente por el derrocamiento y magnicidio de Muamar el Gadafi en 2011, conduciendo a Libia a una guerra civil que se perpetua. Ambas incursiones militares fueron propiciadas y comandadas por EE.UU.
Resulta imprescindible reconocer que tanto en Qatar, como en EE.UU., el continente europeo o cualquier territorio dominado por las lógicas del capitalismo, las grandes obras, las ciudades, las construcciones e infraestructuras a lo largo y ancho de la historia, han sido construidas por fuerza de trabajo y mano de obra esclava o semiesclava. La clase trabajadora explotada es la constructora del mundo en el que vivimos. En este mismo sentido, el capitalismo jamás podrá ser reformado y todavía menos “humanizado”, pues precisa de la explotación para la acumulación. La contradicción fundamental entre trabajo y capital, estructura y constituye la totalidad de las relaciones en el que se desenvuelve la especie humana. En este sentido, el fútbol es tan solo una más las expresiones de la subjetividad colectiva y organizada del pueblo y la clase trabajadora, subyugada por las lógicas del capital.
Desde un inicio, el fútbol se consagró como un deporte con raíces profundamente obreras, desde los clubes que se fundaron entre finales del siglo 19 e inicios del 20. Los astilleros, las fábricas, los sectores y ramas comerciales, industriales, públicas y privadas que se aglutinaban alrededor del trabajo, los colegios, universidades, federaciones barriales y cooperativas, se constituyeron en equipos de fútbol con conciencia de clase. La organización colectiva con consciencia de clase, en equipos de futbol se volvió tan fundamental, como la formación de sindicatos en las fábricas, que en múltiples escenarios se dieron de manera simultánea.
En el contexto del ascenso del fascismo, se constituyeron como barras bravas, brigadas y reductos de resistencia popular antifascistas y anticapitalistas. El futbol se convirtió en un símbolo de pertenencia y consciencia de clase, que se sostiene hasta la actualidad en sus expresiones más relevantes. Es por lo mismo, que en el caso del futbol, la colonización del mercado sobre el mundo de la vida es singularmente grave. En las lógicas ultracapitalistas de la FIFA, no solo se exhibe con absoluta impunidad la desidia en contra de la vida, sino que también se monopoliza y se mercantiliza una expresión popular, enajenándola de su cuna y único hogar legítimo: los brazos del pueblo y la clase trabajadora. En el fútbol se evidencia la lucha de clases, como en la totalidad de las esferas de la vida colectiva.
Mientras exista un potencial de organización popular con conciencia de clase desde el fútbol, esta es y será siempre una trinchera más de la clase trabajadora. Es innegable que en el capitalismo no existe un solo ámbito de la vida colectiva que no sea cooptado y corrompido por las lógicas de explotación y dominación que propician el sostenimiento del sistema. En este sentido, la FIFA termina siendo un patrón más a derrotar de forma colectiva. La consigna por el Boicot a Qatar es solidaridad como ejercicio de conciencia de clase.
Amor eterno al fútbol y los pueblos que luchan, se organizan y resisten. Odio eterno al capitalismo y la burguesía que explota y enajena. El futbol le pertenece al pueblo.