Corrupción y justicia selectiva: Ecuador camino a la dictadura del capital

EDITORIAL 22-06-2020
Martes 23 de Junio de 2020

La corrupción ha sido un elemento clave que el régimen de Moreno ha usado para posicionar su agenda, sin embargo, la propia dinámica de un gobierno anti popular ha hecho que la vorágine de casos y personalidades corruptas desborden el aparataje comunicacional que lo sostenían. Presenciamos una pugna interburguesa que busca difuminar la contradicción fundamental, la deriva autoritaria del Estado y la bancarrota de la democracia liberal en el país.

La discusión entorno a la corrupción se agota, los niveles de desaprobación aumentan, la crisis económica se profundiza, sin que esto implique un levantamiento popular con las características del Paro Nacional de octubre del año pasado. El Estado y la clase dominante apuestan sus últimas cartas en la transición hacia un escenario autoritario en las FFAA y Policía Nacional, peones fundamentales para la fabricación del enemigo interno – aunque esta teoría no tenga el más mínimo sustento ni en la realidad ni en la opinión pública –, el control de la justicia y la fiscalización de los recursos públicos, con el objetivo de perseguir y barajar a cualquier adversario político.

La selectividad con la que actúa la corrupción, la justicia y la espectacularidad de los medios de comunicación evidencia la total descomposición de la clase dominante apostada en el Estado. Las limitaciones del descontento popular – principalmente en las grandes urbes y los restos de la clase media – y la falta de un espacio de convergencia que supere la dicotomía correísmo anti correísmo, confirma la inminente deriva autoritaria y la contienda electoral como el único elemento de freno en el corto plazo, independientemente de las opiniones al respecto de esta táctica.

En este contexto, la democracia liberal en el Ecuador ya no tiene sentido, la dictadura de una clase sobre otra se muestra con crudeza, la lucha de clases se expresa de forma violenta sin que la gran masa de trabajadores y desempleados tengan opción para reconocerse entre sí. Una suerte de fatalidad histórica acoge a nuestro país, mientras la mayoría de la izquierda continúa bien en la búsqueda del santo grial de la pureza ideológica o la carrera oportunista para ubicarse en beneficio personal - disfrazado las aspiraciones propias con militancia - y del reformismo modernizador.

 

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