El Estado ausente y la mercantilización del deporte
El sábado pasado, Richard Carapaz obtenía la medalla de oro en ciclismo en ruta en los juegos olímpicos de Tokio. Esta es la segunda medalla olímpica de oro en la historia deportiva del Ecuador. Si bien este hecho es un hito para el ciclismo ecuatoriano, este también representa el producto de un modelo de Estado que no invierte y al cual jamás le importó invertir en el deporte. Las voces del Gobierno Nacional se multiplicaban, entre felicitaciones hipócritas y promesas de considerar una inversión tardía en lxs atletas del país. Así, en cada ocasión en la que unx deportista se vuelve sensación mediática, las autoridades del Estado burgués prometen el cielo y la tierra para las disciplinas deportivas, mientras la lógica neoliberal legitima exactamente lo contrario: la privatización y el deporte como negocio.
El capitalismo mide cada aspecto de la vida social, colectiva e individual, como potencialidades del mercado, desde las cuales se maximiza la plusvalía, reconociéndola como un activo inherentemente privado. De tal forma, el deporte no queda exento de ser permeado por el capital, centrado en las capacidades de marketear un deporte o unx deportista. El estado del deporte nacional se encuentra en una situación de precariedad permanente, como resultado de la inoperancia y la desinversión estatal. Es justamente el Estado burgués el que desfinancia áreas que no considera esenciales, y especialmente el Estado neoliberal promociona su privatización. Así, el modelo de Estado responsable del abandono crónico hacia un sector de la sociedad, propone también la solución: privatizar.
El Estado mínimo que profesa el neoliberalismo, se traduce en la precarización de todos los ámbitos de la vida: el acceso inconstante y parcial a lo común, como la salud, la educación y también el derecho al desarrollo del deporte. El cuidado y apoyo a lxs deportistas, es la dignificación de su trabajo y dedicación, por medio del reconocimiento adecuado de los mismos. Necesariamente el Estado debe ser el responsable de sostener una cartera deportiva, que solo se puede traducir en dignidad para el pueblo. El trato y relevancia que los socialismos de Estado han dado al deporte y lxs deportistas es radicalmente opuesto al mantra de la meritocracia del libre mercado en el neoliberalismo.
Los ejemplos históricos y contundentes de Cuba, como el país de América Latina con mayor cantidad de medallas olímpicas -226-, así como es el país en el mundo con mayor cantidad de medallas en proporción de a su población. El ejemplo de la URSS que sostiene hasta la actualidad el segundo lugar en cantidad de medallas olímpicas con un total de 1204 -473 de oro-, tomando en cuenta que se disolvió en 1991. Solo Rusia en los últimos 30 años ha acumulado 546 medallas, definitivamente como legado de la URSS. Así como China, en el puesto 7, con 608 medallas.
El resto de países que se encuentran en el top 10 de medallas olímpicas, son Reino Unido, Alemania, Italia y Francia, que evidencian también la influencia del Estado de Bienestar. Por otro lado, EE.UU como puntero con 2828 medallas, cuenta con un Comité Olímpico que únicamente paga por el seguro de salud de lxs deportistas, y ofrece estipendios a un número limitado. Cada atleta tiene que financiarse sus entrenamientos y hacer acuerdos de patrocinio, así como el equipo olímpico tiene una alta tasa de deserción entre sus filas. El principio de auto explotación y precarización del capitalismo salvaje se cumple a cabalidad.
En este marco, Richard Carapaz hace sus declaraciones denunciando la desatención al deporte por parte del Estado ecuatoriano, y por supuesto el gobierno de Lasso no se quedará con las ganas de generar propaganda con una espontaneidad en la atención a lx deportistas, produciendo un nuevo producto de marketing. La otra opción es que el gobierno de Lasso enaltezca el “milagro de la empresa privada”, instando a que se adopte el modelo de EE.UU, haciendo un llamado a que privatice la atención al deporte en el país.
La figura de Richard Carapaz se enmarca en esta lógica de abandono estatal, forzado a competir por inversionistas privados que financien su carrera como una campaña publicitaria empresarial. Carapaz al Estado no le agradece nada, resaltando el espíritu emprendedor –el mantra capitalista-, la lógica del logro y el éxito como perseverancia del individuo. Al mismo tiempo, la precarización se disfraza de “autosuperación”, naturalizando la permisividad del libre mercado. El deporte se vende como producto y la maquinaria publicitaria pasó a ser más importante que el deporte en sí. Asistimos a la mercantilización continua del deporte. El mérito individual de lxs deportistas de élite de países profundamente capitalistas, compitiendo permanentemente por auspicios y rebuscando financiarse equipos, tours y atención especializada, es por lo menos un atentado en contra de su potencialidad. Cuanta energía y tiempo invierten en sostener auspicios maniqueos, cuando por derecho deberían tener todas estas garantías desde el Estado.
De manera simultánea, el deporte cuenta con un cierto grado inherente de carga simbólica e ideológica épica, la cual desde sus inicios fue instrumentalizada para fines ideológicos y políticos. Sea para despertar la unidad de una comunidad nacional, o confabularla en contra de otra, el deporte se encuentra permeado por otro elemento central del capitalismo: el nacionalismo. Este pretende crear un tipo de cohesión nacional ideológica que se utiliza a conveniencia, sobre todo frente a coyunturas desfavorables o críticas, como la actual. El deporte legitima la existencia y perseverancia de un Estado-nación frente al mundo.
El deporte bajo el capitalismo y la lógica de la privatización, se evidencia como justificante de la precarización. Así, la empresa privada escoge deportistas como sus caras corporativas para campañas publicitarias de lavado de imagen y evasión tributaria, instrumentalizando la imagen del/la atleta como una mercancía. La carente atención al deporte por parte del Estado burgués no es una coincidencia: esta desatención se materializa en la lógica de la privatización.
Al mismo tiempo, la romantización de la pobreza juega un papel importante en el contenido ideológico de la “autosuperación” del capitalismo. El mito del sujeto único responsable de sus logros y fracasos, perpetúa y legitima la lógica de la privatización de la inversión en deporte, así como la instrumentalización del origen de clase, sostiene el estatus quo de la lógica capitalista también en términos culturales.
En definitiva, la lógica capitalista instrumentaliza al deporte como una mercancía más, además de presentarse con una carga inherentemente nacionalista. Las lógicas de los Estados socialistas se encuentran diametralmente opuestas a las del Estado burgués capitalista. Bajo el capitalismo, todo ámbito de la vida será siempre una mercancía. La deuda histórica del Estado ecuatoriano, no solo es con Carapaz, sino con todxs lxs deportistas nacionales, y todo el pueblo en general. Así como la deuda histórica del capitalismo con toda la sociedad es incalculable.