El Gobierno esconde el exterminio tras cortinas de humo
Corrupción, carnés de discapacidad, Sonnenholzner renuncia, María Alejandra Muñoz como nueva vicepresidenta, Ruptura de los 25 “fuera de juego”, proscripción electoral a la Revolución Ciudadana, juego entre partidos, facciones regionales y la banca: pugna interburguesa a la vista. La vorágine de la coyuntura marca las opiniones, descoloca la movilización y sobrecarga de frentes y adversarios a los sectores populares.
Una tenebrosa oleada difumina la contradicción fundamental: el exterminio. Hábilmente instrumentalizada desde el bloque de poder, con la complicidad de los grandes medios de comunicación, mediante la agenda que Washington ha dictado para nuestra región, esta cortina de humo difumina hábilmente el escandaloso número de muertes (según fuentes no oficiales, más de 24.000). Sumada a la precarización absoluta de la clase trabajadora, la quiebra de los pequeños y medianos productores del campo, la imposibilidad de salvaguardar el principio básico de la vida tras la destrucción del sistema de salud pública.
El Gobierno desde hace más de 4 meses, simultáneamente con la declaración de la emergencia sanitaria por el COVID-19, declaró la guerra a los más pobres de este país. Tomó la iniciativa mediante el empleo de la fuerza bruta y la persuasión a gran escala. Sin piedad y sin prisioneros, ha venido desarrollado una suerte de “eugenesia de clase”, que viene a perderse ante la seductora y errática coyuntura nacional.
La acción brutal y unilateral del capitalismo, expresado en una clase dirigente parasitaria y peligrosamente contra revolucionaria que hoy dirige el Estado, agudiza con violencia la lucha de clases y la clarifica como una verdad histórica. El constante bombardeo mediático producto de la pugna interbuguesa entre quienes disputan la conducción del bloque de poder, no puede hacer que el pueblo olvide qué es lo que está pasando y quienes deben responsabilizarse por ello.
El neoliberalismo impregna de miseria a los pueblos del mundo, en absoluta complicidad con la clase dirigente local, en el caso del Ecuador, estos tienen nombre y apellido.