El laberinto ciego de la democracia burguesa
En estas elecciones anticipadas, la democracia liberal se encuentra librando una lucha interna por dominar el poder político del Estado. Se confabula un escenario en el que se elegirá a la presidencia entre élites progresistas o empresariales -de las más rancias de la historia del país-.
La negación categórica de la lucha de clases, además del callejón sin salida que representa la lógica de votar por el mal menor, conjugan un escenario por más adverso en contra de la clase trabajadora. Que desde el correísmo se insista en negar la lucha de clases y que Noboa o Topic se declaren de “izquierda” en lo social, además de conservadores en lo económico, demuestra al estilo Bukele de lado y lado, generando una supuesta indefinición ideológica que favorece únicamente a la ultra derecha.
Como sociedad nos encontramos ante una disyuntiva tan profunda, que se radicalizará indudablemente con el siguiente gobierno y que no se trata de elegir entre el mal menor correísta o bananero. La democracia burguesa presenta grietas que se presentan como irreparables, porque sus ciclos de precarización se profundizan con cada gobierno de turno, aumentando de manera considerable su violencia. Si Correa llegó en plena crisis del modelo neoliberal de principios de los dosmiles, lo único que perdura tras la decadencia del progresismo y su advenimiento regresivo es que haya profesionalizado al Estado, sobre todo en sus lógicas represivas.
Por una parte, la formula Noboa-Abad tras la cual se concentra la mayoría de la intención de voto -alrededor del 54%- propone una aplicación del modelo hacendatario-bananero como política de Estado. En otras palabras, la precarización absoluta, una ausencia generalizada de derechos mínimos y el imperio del libre mercado. La esclavitud infantil y laboral, que se da en las plantaciones del magnate bananero desde la fundación de su latifundio, se extenderá a cada rincón del Ecuador. El propio Noboa declara que el Salario Básico Unificado debería estar regulado por el libre mercado, incluyendo variaciones mensuales, como una mercancía más en la bolsa de valores. Así, el SBU se podría ubicar en un mes en $450, como podría bajar a $350 al siguiente, y así sucesivamente.
La formula vicepresidencial de Noboa, Verónica Abad, un personaje político de suma insignificancia hasta el momento en los círculos de poder -aparte de haber pertenecido a la lista 35 y a CREO- define de manera explícita las intenciones de un probable triunfo del proyecto bananero: privatización absoluta de la salud y educación públicas, ya que, en sus propias palabras, “no son derechos”, ni tampoco competencias del Estado.
La candidata vicepresidencial parece obviar que ningún derecho en el mundo ha sido producto de dadivas o la caridad del Estado, sino que la consecuencia de luchas históricas de la clase trabajadora y los pueblos del mundo. Ningún derecho en la historia- que es la historia de la lucha de clases- se ha “dado” por benevolencia o por la razón. Todos los que en la actualidad se llaman derechos, lo son por demandas que costaron vidas y sangre a nuestra clase. En el centro de aquellos triunfos históricos de incontables compañeras y compañeros que nos precedieron, se encuentran justamente la salud y educación públicas. Al mismo tiempo estos sectores son los más codiciados por la clase dominante. Una vez que privatizaron poco a poco la infraestructura pública -hidroeléctricas, petróleo, etc.- la burguesía se vuelca sobre lo poco que queda de lo común, lo público, lo sostenido por la clase trabajadora.
Al propio estilo de Javier Milei, superestrella “anarcocapitalista” y posible próximo presidente de Argentina, Abad glorifica a Donald Trump como a la ultra derecha españolia Vox, grave situación para las personas en condición de movilidad, ya que ella justamente se encargaría de asuntos migratorios, de llegar a ser vicepresidenta. No cabe duda de que la consulta popular que plantea el binomio ADN, incluirá un sueldo indefinido y determinado por el libre mercado, además de las recicladas zonas francas. Estas propuestas, sin embargo, quedarán cortas frente a la pensada privatización del IESS, y la industria de salud y educación que le acompañarán. Así, privatizando derechos y convirtiéndolos en privilegios, además de convertir en privados los fondos del Estado, la clase empresarial piensa generar empleo, prescindiendo del costo humano que conllevará un Estado de absoluto libre mercado.
Por su parte, el binomio Gonzales-Arauz parece que no tiene más recursos que su figura patriarcal por excelencia: Rafael Correa. Hasta el momento no han logrado plantear una sola posición frente al Narcoestado y sus escasos márgenes de acción en este escenario político tan delicado. Por otro lado, su posición punitivista tampoco se desmarca de la tendencia bukelesca, y cae una vez más en una criminalización a la pobreza. En este mismo sentido, después de haber generado en sus gobiernos anteriores los marcos para la criminalización a la organización popular y la protesta, ahora demandan al movimiento indígena, particularmente a Leonidas Iza, un posicionamiento en su favor. Inclusive voceros del correísmo como Aguilar han planteado que solo en los marcos “democráticos” del progresismo, existe una real opción de poder para el movimiento indígena, demostrando el carácter racista y clasista de la social democracia pequeñoburguesa y citadina.
Tomando las palabras de incontables personajes progresistas, que consideran que la política en América Latina “es como un péndulo” que recae periódicamente en la socialdemocracia o la derecha -fascistizando a esta última y volviendo más conservadora a la primera- la lucha histórica por la superación del capitalismo debe direccionarse hacia un rompimiento de este péndulo, tan obsoleto para la organización de la clase trabajadora. Lo que los explotadores de este país jamás comprenderán, es que un pueblo que no tiene nada que perder, tiene todo un mundo por ganar.