Triunfó el odio

El 13 de abril entrará en la historia en el Ecuador, como un día en el que abiertamente triunfó el odio. Una confrontación ideológica sustituta -aceptar que no se estaban enfrentando ni el fascismo franco, ni el socialismo más rojo- llegó a imponer a Daniel Noboa por 4 años más en el poder. Estos 15 meses nos han demostrado, la generalidad de la vida se ha precarizado en términos materiales sí, pero sobre todo en términos simbólicos. El narcoestado ha sometido al pueblo de tal forma, que el miedo y la angustia están logrando su cometido principal: la fascistización de la sociedad. Es este fenómeno histórico nuestro verdadero enemigo.
Por un lado, la lógica empresarial atada a un concepto específico, el emprendedurismo, ha ido reemplazando las lógicas cooperativas y colectivas, por el individualismo. El Ecuador es, sin duda alguna, la cuna del emprendedurismo en Suramérica: aproximadamente el 70% de la población, se bate en la informalidad y el subempleo. Es mucho más complejo constituir organización popular con trabajadorxs que tienen estas condiciones semiaisladas y posturas ideológicas, aun si la misma lógica del emprendedurismo describe una forma específica de precarización y autoexplotación idealizada. Ética protestante a su máxima expresión.
Al mismo tiempo, la o las “izquierda/s”, como se las quiera denominar, carecen de sentidos y proyectos materiales en lo práctico. Tenemos pocas propuestas productivas que puedan ofrecer condiciones materiales que den respuesta a las necesidades de la gente. Sinceramente, nos encontramos en una crisis de creatividad organizativa y propagandística. Somos autoreferenciales, muy modernos y cuadrados, reflejamos dolor y tristeza, se nos complica la esperanza y la alegría. Estamos tristes, tristísimxs. Este estado del espíritu afecta nuestra capacidad de organización, porque afecta nuestros afectos. Tenemos que repensarnos por completo.
Por su parte la ultraderecha ha hecho maravillas en términos de comunicación política. A la pérfida maquinaria comunicacional de Daniel Noboa y ADN les corresponde respeto: el muñeco de cartón ha sido sostenido y demostrado como profundamente efectivo, convirtiéndose en un espectro omnipresente en la conciencia colectiva y la opinión pública. Los Beatles decían que eran más grandes que Jesús. Los presidentes de cartón le otorgaron a Noboa una característica de omnipresencia, al menos en términos comunicacionales: termina siendo una sombra que mira desde todos lados, en las casas, locales, las calles y centros de trabajo.
Nos encontramos frente a un parteaguas histórico, mismo que invalida al progresismo como alternativa viable de un capitalismo más “humano”, reificando un proyecto de ultra derecha encaminado a establecer un Estado fallido como mecanismo de control y exterminio social sistemático. No cabe duda de que el sujeto político más consistente en el Ecuador, hoy por hoy, es el anticorreísmo. El reformismo liberal ha fracasado, como en absolutamente todas las experiencias históricas. Al correísmo le queda más división: como siempre, varios cuadros irán a buscar espacito en la burocracia aliándose con Noboa, y quizás una parte importante de intelectuales orgánicos del correísmo se les abra el mate, y decidan por fin unirse a la política de calle desde una perspectiva clasista. Manos faltan.
Como clase trabajadora en general, resulta fundamental la comprensión estratégica del último ciclo electoral, de una vez por todas: el progresismo no sirve para frenar a la ultra derecha, porque la primera se aferra a la pantomima electoral, mientras la última -la clase empresarial que impone las reglas del juego- no cree en la democracia como principio político. Nos queda la organización popular, que no solo sostendrá los procesos de resistencia, sino que también tendrá que sostener la vida, en un contexto de permanente y progresiva precarización.
En términos estructurales, la clase empresarial ganó las elecciones sin siquiera contar con un proyecto de país que pueda proponer, más allá de una liberalización comercial absoluta y la privatización generalizada de los recursos públicos, incluyendo agua, electricidad, infraestructura, salud y educación. Ahora que la burguesía narco-empresarial se adjudica un triunfo electoral más, se sentirá envalentonada a ir al todo por el todo: Asamblea Constituyente, privatización del IESS, reforma tributaria, privatización de Sacha, todo. El despojo absoluto incluso de la más mínima dignidad de un pueblo al que somete por medio de la violencia absoluta del Narcoestado.
El anti-proyecto -si existe uno- de oligarquía neo-hacendataria, como se advirtió desde el 2021, es la constitución de un Estado fallido autoinducido, que permita la privatización absoluta, al mismo tiempo de convertirse en un territorio militarizado por aparatos estatales y paraestatales para garantizar el narconegocio. Esta es la construcción más completa y perfecta del imperialismo occidental, reflejada como lógica de Estado: el Narcoestado, probado y ratificado tanto en Colombia como en México.
Democracia decadente
La distorsión que ha generado en la consciencia de la población el que el concepto de democracia se haya limitado históricamente al ejercicio electoral, ha posibilitado su absoluta decadencia. En el 2018 en el Ecuador inició una transición en la forma de ejercicio del poder del Estado sobre la sociedad civil. Con la imposición del Estado de excepción durante el Estallido del Octubre 2019, se reestableció la posibilidad del uso de la fuerza letal por parte de los aparatos represivos, de manera sistemática, con la legitimidad de buena porción de la población. También se revivió a la estrategia del enemigo interno, que justifica en la opinión pública la persecución y criminalización de la pobreza y la protesta social.
Posteriormente, durante la pandemia por la Covid-19 la militarización del espacio público se impuso como forma de ejercicio de poder a nivel mundial. En simultáneo, la nueva revolución industrial cambiaba una vez más las relaciones de producción. Durante la larga cuarentena, lxs trabajadorxs tuvieron que poner ellxs mismxs el medio de producción, se flexibilizó la jornada laboral, se perdieron beneficios laborales, vacaciones, y demás victorias de 100 años de lucha sindical. Y lo agradecimos. Saliendo del encierro en Junio de 2022, el Paro Popular Plurinacional desafió una vez más al poder realmente existente, y el Estado respondió con excepciones reiteradas al Estado de derecho. Desde entonces el Estado de excepción ha sido prácticamente permanente. Agudizado y aún más abusado desde la declaratoria del Conflicto Armado interno el 9 de enero de 2024.
Sin los muertos de Octubre 2019, no tendríamos los muertos del supuesto Conflicto Armado Interno.
Es decir, el Estado de derecho en el Ecuador ha sufrido graves lesiones en los últimos 6 años. Esto, además de sus obvias impresiones materiales sobre la clase trabajadora en términos de violencia que se presenta nada más y nada menos que como terrorismo de Estado, también lesiona el sistema democrático nacional. No toda la población goza de sus derechos fundamentales en el país, y a mucha de esa gente, la violación del Estado de derecho en el país no solo le ha dejado hambre, sino que en cientos de casos, le ha costado la libertad y la vida a miembros de la clase trabajadora. Solo en Palo Quemado y las Pampas hay 161 criminalizadxs por defender el agua y el derecho a la consulta. 42 personas han sido desaparecidas por las Fuerzas Armadas, al menos 16 ejecutadas por fueras represivas.
El Estado de derecho, parte constitutiva de la democracia liberal, no existe en el país. Es decir, la crisis de la democracia en el Ecuador sobrepasa el mecanismo electoral, que por supuesto está viciado, con Atamaint como ficha del ejecutivo desde el 2018, año clave para comprender como hemos llegado hasta este punto. Si hubo fraude en estas elecciones, no solo que está bien hecho, sino que ha logrado construir la retórica necesaria para sostenerse pase lo que pase. Y aun así, con esos márgenes, lo más probable es que en efecto Noboa si tuvo más votos, ganó las elecciones. Pero en qué contexto, con qué nivel de propaganda, con qué nivel de corrupción descarada, por la fuerza declarando Estado de excepción 24 horas antes de los comicios, y además reviviendo una vez más el ave maría del anticomunismo depositado sobre Venezuela. La cancha inclinada es una realidad material, es una condición material. Estaba compitiendo por la presidencia un magnate del banano, involucrado en el tráfico de cocaína, siendo este el país mayor exportador de cocaína del mundo, que tiene el respaldo irrestricto de la embajada de los Estados Unidos y mercenarios a su servicio.
Claro que esta pantomima electoral fue un ataque a la democracia en el país, pero es importante comprender que en realidad la democracia ha sido violada por varios años ya y que la derecha fascista está en el poder. Que es momento de la organización, del estudio, de la creatividad, del trabajo de hormiga.
Noboa resultó ser el producto más elaborado del imperialismo: un contubernio entre sus testaferros y representantes locales y transnacionales del narco-empresariado y la maquinaria de inteligencia militar yanqui.
Bienvenidxs al Nuevo Ecuador.