¿Podrá el hombre del maletín salvar a Lasso de la horca?
Con la notificación al banquero-presidente del inicio de juicio político, aparentemente su propia clase lo envía a la horca, en el fraccionamiento más evidente dentro de la pugna interburguesa de lo que va del gobierno neoliberal. Los distintos representantes de la burguesía ecuatoriana le pasaron factura a Guillermo Lasso, ya que su incompetencia para administrar los recursos del Estado, y la implementación de políticas de desinstitucionalización, lograron constituir el Narcoestado en el país. Una realidad que no les conviene ni a las más pérfidas oligarquías del país. Sin embargo, si algo se sabe de la política real, es que todo tiene precio.
Oficialmente el jueves pasado la Asamblea Nacional dio paso al proceso que podría terminar en censura y destitución del Presidente. Lasso se encuentra contra las cuerdas y acude a uno de sus viejos conocidos de la Cámara de Comercio de Quito, Edgar Neira Orellana, para que sea su abogado en el proceso de “Derecho a la defensa”. Tiene 10 días para presentar las pruebas de descargo que se incluirán en el informe de la Comisión de Fiscalización, que terminado un plazo de 5 días más, recomendará -o no- seguir con el juicio.
En los términos de democracia burguesa, va a tener tiempo para un frontal y directo intercambio de favores con los asambleítas por sus votos. El hombre del maletín es su Ministro de Gobierno, el socialcristiano Henry Cucalón.
Temiendo que el debido proceso prospere, Lasso busca blindarse, y lo hace fortaleciendo a la fuerza represiva del Estado. No es coincidencia que el plazo para presentar el informe de juicio político por la Comisión de Fiscalización terminé justo la tercera semana de abril, cuando también se podría llevar a cabo el segundo debate del proyecto de reforma a la Constitución, del artículo 158 -que habla de la injerencia de las fuerzas armadas en el orden público-.
Guillermo Lasso, bajo la excusa de “contrarrestar la inseguridad” ha aplicado una serie de medidas enfocadas en aumentar la conmoción social dentro de la población civil y en particular de la clase trabajadora. El libre porte de armas es la medida más llamativa tomada por el presidente, sobre todo para los socialcristianos y los sectores más conservadores de la sociedad. Este uno de los elementos que más se usan como herramienta de la burguesía para generar un ambiente de extrema violencia entre la sociedad civil, que ahora se ve en la posibilidad de encontrarse en peligro de estar en una situación con armas de fuego entre sus propios pares.
Las reformas al COIP que no son incluidas dentro del debate mediático y la agenda pública de medios de comunicación masivos, encubren los elementos más fuertes para la represión sistemática contra la organización popular. El nivel de sofisticación con respecto al control informático del Estado sobre la población civil en general, es el rasgo directo de un gobierno que, teniendo en cuenta su baja popularidad y con la cada vez más posible articulación de una explosión social, busca obtener ventaja de todas las formas posibles.
El constante refuerzo institucional de los mecanismos estatales para la represión social y la vulneración de derechos, en un contexto de inseguridad y violencia nunca antes visto en el país, es la clara muestra de que los mecanismos de la democracia burguesa no sólo están configurados para que las élites tengan el monopolio sobre el control del Estado, sino que uscan ante todo el exterminio de cualquier forma de organización que busque una alternativa de poder popular y control de territorio.
En un Narcoestado como es el Ecuador, el incentivo al porte y adquisición de armas beneficia principalmente a las élites que están afincadas en el control estatal. El tráfico y adquisición de armas, sea legal o ilegal, es un lujo de pocos. El costo de un arma de fuego es equivalente al ingreso de una familia trabajadora en un mes. Además que esta política incentiva a una sociedad más individualista que le otorga a la clase económicamente más fuerte facilidades para eliminar a su antagonista de clase, cómo también impulsa el fortalecimiento económico de estas élites.
Entendiendo el contexto del desarrollo del juicio político al presidente Lasso, se debe comprender la aplicación de esta política no sólo como un intento desesperado de Lasso para articular fuerzas en un escenario desfavorable para él y su círculo político, sino también como un mecanismo que sirve para la acumulación de fuerzas de los diferentes partidos políticos que están dentro de la democracia burguesa.
El PSC, a través de uno de sus cuadros más influyentes, Esteban Torres Cobo, fue uno de los voceros y principales promotores de la serie de reformas aplicadas que flexibilizan el porte de armas y la vulneración de derechos a la población civil. Busca ser una figura con la suficiente visibilidad para generar legitimidad para su facción burguesa y se va perfilando políticamente con fuerza.
Lo que significa la deslegitimación de todas las instituciones del Estado -que genera esta disputa en la burguesía-, le otorga al progresismo una fuerza enorme, que se evidenció en las elecciones seccionales de alcaldías y prefecturas.
La reconfiguración y reacumulación de fuerzas por la que debe atravesar obligadamente el PSC, después de perder una serie de alcaldías y prefecturas claves para el desarrollo de su agenda política en el país, hace necesario que la facción de la burguesía representada por el PSC genere nuevos cuadros que puedan ser posicionados para una contienda electoral. Torres Cobo, su influencia en la reforma del COIP al porte de armas y un discurso enfocado en el individualismo como solución a los problemas estructurales que tiene el Ecuador como Estado y sociedad, hacen que se pueda desarrollar un escenario favorable para este personaje.
El Gobierno del Encuentro no logró satisfacer ni siquiera a las élites que lo pusieron en el poder, y ahora el banquero está quemando sus últimos cartuchos, con cortinas de humo mediáticas, negociando puestos, e intercambiando favores, para poder aferrarse a un puesto que se encuentra en medio de la disputa de todas las facciones de la burguesía.
A Lasso parecería que solo le queda el apoyo de la embajada de Estados Unidos, y con ello el financiamiento de las fuerzas represivas del Estado, que conducen a la extrema violencia, la criminalización de la organización popular y la fascistización de la sociedad completa.
En tiempos tan peligrosos y hostiles para la clase trabajadora, solo queda la organización popular, generar consciencia de clase, y resistir juntxs a la arremetida neoliberal en su versión narco. Si no, los que pagaremos los platos rotos de la pugna interburguesa seremos el pueblo. Al Narcoestado y a la burguesía –aliadas eternas- solo se los combate con organización popular anticapitalista.