¿Qué significan las elecciones del 2019 para el Ecuador?
Moreno, quien ganó las pasadas elecciones presidenciales fundamentalmente gracias al apoyo del expresidente Rafael Correa, ha venido perdiendo popularidad gracias a las acciones de corte redundantemente neoliberales que ha tomado. Estas, lo único que han logrado es concentrar la riqueza en las familias más acaudaladas del país y que la gente de abajo, la más necesitada, la que vive apretando un salario para llegar a fin de mes, pague la catástrofe ética, política, social y económica que propician los medios de poder mediante acciones como condonar 4.500 millones de dólares en impuestos a los más pudientes. Además, han pasado a privatizar empresas estatales, quitando subsidios sobre ciertos servicios a los que accedemos todos los ecuatorianos y más recientemente pidiendo un préstamo de más de 10 mil millones de dólares al FMI y otras instituciones financieras. Todo esto, por supuesto, con las condiciones en materia de política pública que un proceso como aquel implica.
Más allá de las implementaciones de trasfondo económico, en estos dos años de gobierno, Moreno ha conseguido varios cambios políticos y constitucionales que resultan claves para el devenir del país. En estos dos años hemos tenido tres vicepresidentes que han sido nombrados de manera completamente inconstitucional y que simplemente serían escogidos por ser cómplices de este plan. Asimismo, se llevó a cabo un referéndum y una consulta popular sin recibir el visto bueno de la corte constitucional, requisito indispensable para plantear cualquier enmienda a la constitución. Es evidente cómo el fenómeno de la judicialización de la política presente en la región, en contra de gobiernos progresistas, también se ha instaurado en nuestro país, con persecuciones acérrimas, valiéndose de cualquier argumento posible, en contra de quienes participaron del proceso autodenominado como Revolución Ciudadana liderada por Rafael Correa. Por último es importante destacar que en la constitución del 2008 se determinó un solo poder: el poder popular, que estaría dividido en cinco funciones: la ejecutiva, la legislativa, la judicial, la electoral y la función de transparencia y control social. Esta última función no existía antes en nuestro país y pretende ser un espacio para que la población pueda controlar y garantizar el cumplimiento de los derechos constitucionales. Si bien ha recibido muchas críticas, y es cierto que no se ha instaurado plenamente como una institución que permita una observancia adecuada sobre las acciones gubernamentales, representa una amenaza para la impunidad de los políticos malintencionados de nuestro país, y es por eso que el actual gobierno se ha encargado de reemplazar a los miembros del Concejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) (pieza clave de la función de transparencia y control social) con personas que eligió el mismísimo presidente. Además, en estas elecciones se ha provocado intencionadamente mucha confusión respecto a la votación de los futuros miembros del CPCCS con la intención de deslegitimizar dicha instancia, posiblemente con vistas a desmantelarla en un futuro.
Teniendo todo esto en cuenta y sumándole la tendencia cada vez más visible de la derecha a prevalecer en las urnas este 24 de marzo, podemos ver un entorno que favorece la avanzada de un proceso que pretende retomar el modelo neoliberal en nuestro país, lo cual sería ciertamente un retroceso tangible en materia de asistencia social. Las decisiones políticas, pero sobre todo económicas, del actual presidente ecuatoriano y el predominio de la oposición en puestos seccionales después de estas elecciones van dibujando el escenario en el que entrarían los futuros candidatos a presidente dentro de dos años. Nebot, firme representante de la oligarquía nacional, ha venido ganando popularidad con el discurso de los cambios que ha conseguido como alcalde de Guayaquil, cambios irrisorios si se tiene en cuenta, por ejemplo, que servicios básicos como el agua potable están en manos privadas.
Así vemos que esta reinstauración del neoliberalismo pretende venir para quedarse, impulsado por una fuerza nacional que comparte ciertos rasgos fundamentales con procesos que ocurren actualmente en otros países de América Latina, lo que nos hace pensar que existe algún lineamiento internacional para mantener el régimen vigente.
Lo único que nos queda a los ecuatorianos es tomar conciencia de la realidad que estamos viviendo y salir, salir a la calle, salir a marchar en contra de las medidas antipopulares y los políticos corruptos que venden el patrimonio nacional. No sería la primera vez que un presidente sale huyendo de la casa presidencial.
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