Trabajadoras y trabajadores uníos… última llamada
La marcha del 1 de mayo de este año evidenciará los antagonismos y debilidades al interior del sindicalismo ecuatoriano. El día universal de la clase trabajadora tendrá cinco marchas convocadas por cinco sectores en horarios distintos, desde la burocracia sindical del Frente Unitario de Trabajadores (FUT), la Integración de Federaciones Ecuatorianas Sindicales (IFES), recientemente creada, el Bloque Proletario, el Parlamento Laboral Ecuatoriano (PLE), y la Asamblea Nacional Ciudadana (ANC). La fragmentación y falta de proyecto unitario volcará a miles de trabajadoras y trabajadores a las calles en medio de la arremetida neoliberal, sin una capacidad concreta de articulación más allá de las consignas.
La crisis que viene arrastrando el sindicalismo no es de ahora, el neoliberalismo se encargó de despedazar a la clase trabajadora y sus organizaciones mediante la violación de convenios y acuerdos internacionales en materia laboral, reformas constitucionales, amarres entre el Estado y el empresariado que permitieron la precarización de millones de trabajadoras y trabajadores. También los sindicatos actuaron en su contra al no comprender las transformaciones del mundo del trabajo, ya no se trata de obreros fabriles de overol y botas puntas de acero – que en este país nunca existieron como tal –, sino de una masa que se escapaba por las fisuras del trabajo informal urbano y rural, la subcontratación. También las leyes e instituciones facultadas para regular el trabajo, pusieron todas las trabas para impedir que la organización sindical pueda desarrollarse - una característica del Estado burgués -, tan solo recordemos la privación del derecho a la huelga, el paso de los servidores públicos bajo el régimen de la LOSEP, las dificultades que significa la contratación colectiva, la imposibilidad de construir sindicatos por rama productiva, y un largo etc.
El sindicalismo se encuentra en un momento crítico, la burocracia sindical del FUT, sector que representa el ala hegemónica, ha puesto a las organizaciones de la clase trabajadora ante la opinión pública como apéndices de las medidas anti populares del gobierno de Moreno, ha declarado públicamente fidelidad a Trujillo y su CPCCS, así como el interés por “dialogar” con Paúl Granda, presidente del IESS, en el mentado Acuerdo Nacional por la Seguridad Social.
La burocracia del FUT, así como la casta del PLE, se ha dedicado a pactar, abandonó la lucha de clases por la conciliación con la burguesía, sometiéndose en unos casos de forma directa, y en otros indirectamente a la agenda de Moreno. Recalcamos que esta crítica no nos vuelve correístas, tampoco ultraizquierdistas, creemos en su utilidad política para que las bases de estas organizaciones sean quienes comiencen a cuestionar a sus dirigencias, con el objetivo de darle un vuelco al sindicalismo hacia la autonomía y el combate clasista.
Los anuncios del gobierno han sido claros, más de 12.000 trabajadores del sector público despedidos en las últimas semanas, un acuerdo con el FMI que el ministro Martínez celebra anunciando una reforma laboral que viene anunciando desde inicios de este año y que ahora el gobierno denomina “Acuerdo por la flexibilidad laboral”, en el marco de los 10.000 millones de deuda adquirida gracias al auto gol económico que Moreno y el empresariado han provocado.
La clase trabajadora no tiene otro camino que unirse, construir nuevo sindicalismo para vencer, salir del juego de la política burguesa y atender los intereses de si misma. No es hora de dialogar, es hora de pelear, combatir, por los medios posibles, escalando las acciones hasta donde sus fuerzas lo permitan. Hacemos un llamado como trabajadoras y trabajadores, como proletarias y proletarios a unirnos, en esta última llamada a la acción.