Colombia en su sin salida: panorama político después de elecciones
Ya ha pasado un mes desde las elecciones a la presidencia en Colombia, si bien se avizoraban los posibles rumbos que tomaría este país debido a las banderas que enarbolaba cada candidato, la coyuntura electoral generó una serie de movimientos que reacomodaron el tablero político. Un ejemplo de esto es la recomposición de la derecha y la izquierda; la primera en cabeza del Centro Democrático formó un bloque con partidos tan cuestionados como el mismo Centro por sus vínculos con la corrupción y el paramilitarismo, el caso de Cambio Radical y el partido de la U, como partidos tradicionales de la talla del conservador y el liberal, este último perdiendo la poca dignidad que le quedaba. Por su parte, la Colombia Humana aglutinó una serie de fuerzas democráticas que van desde sectores ambientalista, LGBTI, sindicatos, colectivos progresistas, movimientos sociales, hasta incluir a sectores de centro. Este último fue una sorpresa, ya que a pesar del egoísmo y la falta de coherencia con el momento histórico de Fajardo y Robledo, el centro sumó votos a la Colombia Humana. Habiendo dado este pequeño abrebocas, a continuación se desarrollan los aspectos más interesantes de esta correlación de fuerzas.
Los futuros pulsos políticos
Al ser Iván Duque el candidato elegido como presidente del uribismo, este se aseguró el control del poder ejecutivo mediante el arte de la ventriloquia. También son el bloque mayoritario en el congreso lo cual los deja en una posición bastante holgada para llevar a cabo su proyecto político fascista y paramilitar. Quedan las altas cortes las cuales han sido un baluarte en el devenir político de Colombia, encargadas de tomar decisiones políticas con tintes morales en una sociedad polarizada y conservadora. Dentro de las propuesta de Duque está la de reformar las cortes para crear una sola, y así librar a su patrón Uribe de las innumerables investigaciones que tiene encima. El bloque democrático es minoría en el congreso y es una minoría que debe zanjar las fracturas que tiene a su interior: verdes, polo, Fuerzas Armadas Revolucionarias del Común, tienen que acordar como bloque ante la embestida del uribismo a pesar de sus diferencias.
Ya hubo una pequeña demostración de estos pulsos al interior del congreso, la senadora Paloma Valencia del centro democrático logró que se aprobaran una serie de cambios en la Ley que reglamentará la Justicia Especial para la Paz (JEP). Limitando así las competencias de la JEP en materia de extradición, al practicar pruebas para cuando se tenga que decidir sobre la fecha en que se cometieron los delitos y un trato especial y diferenciado para los militares. Estos cambios dejan sin dientes a las JEP e impiden que se esclarezcan los hechos más macabros del conflicto armado y sus perpetradores, se pretende sepultar la verdad de lo ocurrido. Nuevamente la esperanza está puesta en la Corte Constitucional órgano que decidirá si dichas modificaciones son inconstitucionales o no.
El siguiente pulso es la consulta anticorrupción del 26 de Agosto, está fue impulsada por la senadora Claudia López y la representante a la cámara Angélica Lozano. Entre los temas a consultar figuran: la reducción del salario a los congresistas que ganen más de 25 salarios mínimos legales vigentes y la posibilidad de que haya cárcel para quienes realicen actos corruptos, así como el prohibirles volver a contratar con el Estado. La representante a la cámara María Fernanda Cabal del Centro Democrático, ya inició una campaña de desprestigio sobre esta consulta aludiendo como de costumbre a la amenaza castro chavista. Finalmente, el pulso más interesante son las elecciones departamentales y municipales del 2019, allí se evidenciará si los 8 millones de votos de la Colombia Humana se materializan en poder político local que permita un balance en las constelaciones de poder, ya que quedó demostrado que la maquinaria política no funciona en regiones afectadas por la guerra y donde la gente votó por la paz.
El vaivén de la democratización y la contra reforma
Como es sabido Duque no es Santos, él no representa a una elite urbana e industrial que busca modernizar el país para terminar de expoliar los recursos que hay en algunos espacios que eran retaguardia de las Farc. No, Duque no es de esa elite pero tampoco es de la clase terrateniente y gamonal que practican la acumulación por desposesión para el monocultivo y la ganadería extensiva, el de esa clase es Uribe. Duque es un don nadie, una marioneta de su patrón el cual busca administra el país como si fuera su hacienda. Por tal motivo, los procesos de democratización y desarrollo que tenía de fondo el acuerdo de paz de La Habana no le benefician, puntos como la Reforma Rural Integral o la Participación Política y la apertura democrática van en contravía de sus intereses.
Al volver el uribismo al poder el proceso de paz pasa de estar frágil a la sección de cuidados intensivos. Si durante el gobierno de Santos se libraron batallas en el congreso para la aprobación vía “fast track” de las leyes que le daban vida a este, y de las cuales salió maltrecho, en el gobierno de Duque la cosa no pinta nada bien. Las reformas estructurales en materia política y rural no se van a cumplir, por lo menos en estos cuatro años, ya es evidente como los grupos paramilitares han empezado a asesinar líderes sociales relacionados con temas como: restitución de tierras, sustitución de cultivos ilícitos y liderazgos políticos progresistas. El caudillismo de mano dura que representa el uribismo, y el cual tiene resonancia en sectores populares, empieza a tomar confianza de nuevo ya que finalmente este es un producto de la sociedad y no al revés.
Sin embargo, ya inició el proceso de democratización y al igual que las grandes revoluciones son procesos de largo aliento en los cuales es continuo el vaivén de las reformas y contra reformas. Se dio un “click” en una inmensa masa que desprecia esa forma de hacer política sin importar los medios, esto es algo histórico que permite entrever que la sociedad colombiana está en proceso de transformación. La correlación de fuerzas se ve inclinada hacía un lado, pero como la política es dinámica sabemos que esto puede cambiar con el tiempo y la posible desaprobación que tendrán las políticas de Duque, no más hay que ver el gabinete ministerial que está nombrando para que el malestar se empiece a sentir en la sociedad civil. Es un futuro de luces y sobras, en el cual la movilización social tiene que hacer sentir la oposición a un gobierno fascista.