Cerrar el déficit implica girar a la derecha
La indefinición continúa en la política económica del gobierno de Moreno, o por lo menos, eso trata de mantener en apariencia. Podríamos decir, sosteniendo una lectura apresurada, que hay medidas para todos; no se suben impuestos ni se quitan subsidios, se revisarán las deudas con el fisco y se impulsarán las exportaciones. Sin embargo, tras este primer comentario hay una serie de medidas que serán duras para los trabajadores y las trabajadoras, así como para el pueblo en general, lo que devela el doble discurso de Carondelet.
Así la pregunta queda sobre la mesa ¿A quién benefician estas medidas? Para discutir esta cuestión debemos tener en claro el elemento fundamental de lo planteado: para bajar el déficit fiscal - el gobierno gasta más dinero del que recibe -, es necesario pasar de una economía con el Estado como eje dinamizador, a una, en donde la empresa privada cumplirá esta tarea. Es decir, menos Estado, más empresa.
Si bien es cierto no realizó un ajuste que afecte directamente al pueblo a través del famoso paquetazo, el punteo de programa que entregó no deja realmente en claro lo que sucederá, estableciendo como prioridad la precarización laboral, el despido de funcionarios públicos, nuevos endeudamientos, privatización de empresas públicas, carreteras y otros bienes, pero sobre todo, un enfoque productivo basado en lo privado.
Por tanto, el gran beneficiado es el empresariado, quien tiene ahora la cancha a su favor. ¿Aún queda duda que Moreno esté implementado la agenda neoliberal, a pesar que como medida para cerrar el déficit fiscal haya escogido subir los aranceles de productos importados a los niveles de la OMC y no variar subsidios?
Basta con observar la postura de los líderes de opinión de los sectores empresariales: llaman al ajuste y a poner el hombro, consideran que es un buen primer paso, aunque no suficiente. Y cómo no, si el gran tema operativo de la propuesta es hacer un generoso recorte tributario a los principales grupos empresariales, reduciendo el cobro por mora, que bordea los 4.000 millones, a 1.800 millones de dólares.
El dilatado plan no fue tal, no fue una propuesta explicada, no están claros ni los objetivos, ni como se los logrará. Más bien fue un compendio de generalidades para la acción de sus Ministros, ya que sin un contenido concreto, sin una orientación clara y en secretismo, se controla mejor el descontento popular al desarrollar las nuevas políticas públicas que benefician al empresariado.
Ahora vendrán las definiciones a través de las Carteras de Estado, pero la orientación hacia las empresas privadas está clara. Finalmente, quedamos en las mismas, el Gobierno después de un año no define nada, y Moreno, se comporta más como vocero que como presidente.