Ecuador bajo la bota de los EE.UU.
El día de ayer se celebraban las elecciones para definir el futuro político de EE.UU. hasta el año 2025. En la contienda entre el magnate fascistoide y actual presidente, Donald J. Trump y el ex vicepresidente de Barack Obama, Joe Biden, se pretendía establecer el metadiscurso de una “elección histórica”. Sin duda, para América Latina poco o nada cambiará en la política exterior yanqui, aparte de la firma oficial que le suceda a los Tratados de Libre Comercio, los Memorandos de Entendimiento y las sanciones impuestas por EE.UU. a varios países que no se alinean a la presunta hegemonía del gigante del norte.
El gobierno neoliberal de Lenín Moreno emprendió un reacercamiento a los EE.UU. Este acercamiento se da tanto en lo ideológico, como en términos geopolíticos, económicos y sociales. En febrero de este año, se daba la primera visita de Estado de un presidente ecuatoriano a suelo estadounidense en casi dos décadas, en donde también constaban dentro de la comitiva oficial la Ministra de Gobierno María Paula Romo y el Ministro de Finanzas Richard Martinez. Se anunciaba después de la reunión -con bombos y platillos- la intención de concretar un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre Ecuador y EE.UU., mientras Trump vociferaba frente a Moreno que su pequeño discípulo y Estado satélite se había portado bien. Así mismo, Moreno elogiaba a Trump como un estadista digno de encontrarse al frente de la maquina imperial yanqui.
Este servilismo y arrodillismo tan característico de Moreno y compañía se materializa en cooperación judicial entre los dos países después del proceso popular antineoliberal de octubre pasado, además de donaciones de indumentaria represiva a la Policía Nacional. El imperio sin duda premia a los gobiernos que defienden sus intereses y el estatus quo que EE.UU. pretende perpetuar en la región. Como parte de este reconocimiento imperial, están las recientes felicitaciones del embajador de los EE.UU. en Ecuador, el señor Michael Filtzpatrick, a la ministra Romo por “defender la democracia y el Estado de derecho en el país”, refiriéndose a su accionar criminal en contra del pueblo en octubre del año pasado, justamente en medio del juicio político en contra de Romo precisamente por los mismos hechos.
También en el ámbito militar, las alianzas con EE.UU. se intensificaron, con la cooperación e injerencia directa por medio del uso del aeropuerto de San Cristóbal, Galápagos, utilizado por aviones militares estadounidenses desde junio de 2019, cuando el Ministro de Defensa Oswaldo Jarrín se refirió a las islas como “un portaaviones natural”. En un contexto más reciente, el pasado 3 de noviembre de 2020 se inauguró la operación conjunta UNITAS-LXI-ECUADOR-2020, la cual presupone ejercicios militares navales de ejércitos de 9 países, entre los cuales constan EE.UU., Argentina, Brasil, Perú, Francia, Colombia, Uruguay y República Dominicana. Con el pretexto de pretender establecer un marco para “mares seguros”, los EE.UU. y otros países imperialistas como Francia, vuelven a ganar territorio en el Ecuador. Adicionalmente, desde enero de 2020, EE.UU. forma y capacita a miembrxs de la Policía Nacional en suelo estadounidense. Hasta el momento se presume que Ecuador envió a 500 policías para que reciban entrenamiento. En el mismo ámbito, María Paula Romo anunciaba en febrero pasado la intención de la instalación del Centro de Mando de Inteligencia Criminal en colaboración con, valga la redundancia, Estados Unidos.
En el plano económico, la injerencia que practica EE.UU. en la región y la cual encaja en su lógica de considerar América Latina como su “patio trasero” es encabezada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Durante el mandato de Moreno, estas instituciones inyectaron alrededor de 17.700 millones USD en deuda externa, lo cual asegura la dependencia económica y financiera del Ecuador para materializar los intereses de Estado en nuestro territorio. En cambio, el ala imperialista en el ámbito social es representada por la Agencia para el Desarrollo Internacional estadounidense, USAID. La misma salió del Ecuador en 2014 por ser considerada un instrumento de injerencia por el gobierno anterior. En el marco del reacercamiento y la subyugación a intereses yanquis emprendida por Moreno, el gobierno ecuatoriano firmó un Memorando de Entendimiento con la USAID datado el 15 de mayo de 2019, concretando su vuelta definitiva al país. La agencia, que reabrió su oficina en Quito en 2020, coopera con el Estado ecuatoriano en temáticas ambientales, “fortalecimiento” de la sociedad civil, política humanitaria respecto a poblaciones de riesgo, desarrollo social, fortalecimiento de las instituciones públicas, promoción de la educación, entre otros.
Según sus propios datos, la USAID invirtió 28 millones USD en el año 2020 en Ecuador para promover los intereses de Estado de EE.UU. En 2019, entre la totalidad de las agencias de Estado yanquis con presencia en Ecuador se invirtieron un total de 80 millones USD. El último “apoyo” recibido desde la USAID en el marco de la pandemia incluye la donación de 200 ventiladores al Estado ecuatoriano. Adicionalmente, la USAID financia a incontables ONGs, medios digitales, fundaciones medioambientales, músicxs y organizaciones de la sociedad civil para promover y materializar la injerencia estadounidense en Ecuador. Entre las ONGs financiadas por USAID en 2019 se encuentran: Asociación Mujeres por la Equidad de Género y la Autonomía, Corporación Participación Ciudadana, Fundación Ciudadanía y Desarrollo, HIAS, JOSELER S.A. (la cual capacita de periodistas en temáticas de derechos humanos), Fundación Mil Hojas, Redes Con Rostro, entre otras. Así como financia también comediantes y bandas de música.
Indudablemente, Ecuador y América Latina continuaran siendo territorios en disputa mientras Estados Unidos mantenga su afán imperialista en el continente y el mundo, independientemente de quién sea presidente del gigante del Norte. En contraste, únicamente un proyecto popular anticapitalista, antifascista, anticolonial, antipatriarcal y antiimperialista podrá contener las aspiraciones yanquis de subyugar al mundo entero, bajo la falsa bandera de libertad -individualismo y acumulación-. En el momento histórico en el que se encuentra América latina, debemos dar una respuesta contundente contra el neoliberalismo. En definitiva, la lucha de clases, la organización popular y la memoria, son los únicos mecanismos que podrán sostener la lucha por la dignidad y autodeterminación de todos los pueblos del mundo.