Ecuador: títere del imperialismo yanqui
Este lunes 12 de septiembre de 2022, la Jefa del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de EE.UU. Laura J. Richardson, llega a Quito para demostrar su apoyo al gobierno de Guillermo Lasso, en temas de seguridad interna y hemisférica, reforzando su alianza política. Richardson es generala de aviación, trabajó en inteligencia y comunicación en Afganistán, y combatió en la guerra imperialista de Irak, en la “Operación libertad iraquí”. Su experiencia en represión y sometimiento es amplia. Los helicópteros Black Hawk son un símbolo de la injerencia yanqui en Colombia, uno de los pueblos más golpeados por el imperialismo en la región. No pasa desapercibido el poder simbólico que tiene el hecho de que la nueva comandanta del Comando Sur, pilotee un Black Hawk con excepcional experticia.
Esta visita se da un contexto en que desde el año 2017, el Estado ecuatoriano emprendió una renovada subyugación hacia la política imperialista hemisférica estadounidense. Al mismo tiempo de contratar deuda externa con organismos multilaterales de forma agresiva e insostenible, sobre todo con el BM y el FMI. A septiembre de 2022, la deuda externa asciende a más del 70% del PIB. El poder duro y el poder blando del imperialismo norteamericano son recibidos con agasajos por Carondelet, mientras la burguesía local y transnacional celebra no solo la imposición de los mecanismos anticomunistas en el país, sino el aseguramiento de su imposición de clase sobre el pueblo.
Richardson visita el Ecuador antes de la celebración de la Conferencia de Defensa Suramericana (Southdec), ala continental del imperialismo yanqui, que en 2022 será organizará por Ecuador y se llevará a cabo este martes en Quito. Richardson viene de su visita a Colombia -por décadas su Estado aliado en la región-, después de la victoria del binomio Petro-Márquez, que han plateado su intención de volcarse contra el narcotráfico -uno de los mejores negocios del imperialismo yanqui-, legalizando todas las sustancias. “El imperialismo es la fase monopolista del capitalismo. Por un lado, el capital financiero y, por otro, el reparto del mundo es la transición de una política colonial que se extiende sin obstáculos” Lenin.
El metarelato del imperialismo en la región -encarnado por Richardson- crea un hilo conductor entre los preciados recursos naturales, la presencia de China y Rusia, y el peligro de la organización popular para los intereses del Departamento de Estado yanqui: “Sur América está a la vuelta de la esquina. Esta región es tan rica en recursos, en minerales raros, el triángulo del litio está en la región (…) me preocupa la inversión que China y Rusia hacen, poniendo en peligro las democracias. Nuestros militares y fuerzas de seguridad están haciendo lo que mejor pueden, trabajando 24/7, mientras vemos las protestas que están dándose (…) nosotrxs tratamos de empoderar y hacer más fuertes a nuestros aliados para que logren manejar estos problemas. Esto es un llamado a la acción”.
La creciente organización popular antineoliberal, y en varios casos anticapitalista, así como un nuevo proceso progresista en la región, presupone una intensificación de la injerencia imperialista yanqui, colocando al Ecuador en una posición geopolítica estratégica. El narco-Estado y la proliferación del crimen organizado, además de la profundización del modelo neoliberal, van mano en mano con la creciente subyugación al imperialismo yanqui. La visita de Richardson se da en medio de un clima político explosivo en el país, con más de 500 asesinatos de PPL en las masacres carcelarias. Por medio del narco-Estado y la necropolítica, la burguesía provoca una exacerbación de la violencia por la profundización de las lógicas del capitalismo: más de 3.000 muertes violentas en lo que va del 2022 y al menos 245 feminicidios, al tiempo de un recorte agresivo de presupuesto estatal para salud, educación y trabajo. Es alarmante y trágico que alrededor de 200.000 niñxs no pudieron retornar al nuevo ciclo escolar en septiembre de 2022.
Ideológicamente el neoliberalismo se ubica en la misma línea del libre mercado, en un punto entre el liberalismo y el fascismo, mucho más cercano al último que al primero. La imposición de la doctrina del shock ensaya los alcances y los límites de la explotación y represión que la burguesía -por medio del Estado- midiendo hasta qué punto se pueden imponer sobre el pueblo y la clase trabajadora. Así como la tolerancia frente al crimen organizado en el control territorial. El momento histórico al que nos enfrentamos, logra siempre apretar un poco más los márgenes de la democracia burguesa, y lo material y simbólicamente tolerable, acercándose peligrosamente al autoritarismo.
La fascistización del Estado burgués en el Ecuador, además de las crisis auto inducidas del proyecto neoliberal de Guillermo Lasso, preparan las condiciones para una criminalización abierta de la organización popular. Históricamente el imperialismo yanqui ha tenido un protagonismo indiscutible en la subyugación de los pueblos, para perpetuar la acumulación capitalista de la burguesía nacional y transnacional. El anticomunismo latente del oficialismo, indica una radicalización de las lógicas represivas del Estado, facilitando una limpieza social en contra del pueblo organizado.
El imperialismo yanqui desata una de sus estrategias antipopulares más violentas: la radicalización de las condiciones materiales, agravadas por la renovada subyugación al paraguas ideológico estadounidense, que provoca la multiplicación de las violencias sistémicas: Ecuador pasó de ser un país de tránsito del narcotráfico, a consolidarse como un centro de acopio continental, siendo el segundo país de procedencia en el mundo en el tráfico de cocaína. La criminalización de narcóticos catalogados como ilegales, provoca la profundización del narco-Estado, a la vez que desemboca en la explosión de la violencia del crimen organizado, brazo armado, paraestatal y paramilitar de la burguesía.
En absolutamente todos los territorios en los cuales EE.UU. practica injerencia política, económica y militar, los índices de violaciones sistemáticas de Derechos Humanos, incluidas la tortura, la violación y la ejecución extrajudicial, se multiplican. Con la apertura de una oficina regional antinarcóticos por parte de la DEA en Guayaquil en julio, el Ecuador se constituye como eje estratégico de la política militarista en la región.
EE.UU. se encuentra en un momento histórico en el cual mira al Ecuador con un creciente interés geoestratégico, frente al avance de la injerencia imperialista china en la región. Inconfundiblemente, América Latina es una región en disputa interimperialista, por la explotación y apropiación de sus recursos primarios y mercados de consumo. En abril de 2022 y en un acto sin precedentes para el Ecuador, el congreso yanqui -bajo iniciativa del congresista gusano-cubano Robert Menendez- aprobó la Ley de Asociación entre EE.UU. y Ecuador, ubicando al Ecuador como un aliado estratégico en el paraguas imperialista yanqui. El imperialismo como fase histórica se presenta en el marco de un ascenso y una posterior decadencia del modelo capitalista, precediendo el estallido de crisis sistémicas estructurales cada vez más profundas e irresolubles.
El guión antisubversivo yanqui, probado y experimentado sobre los pueblos del mundo, tiene una profunda lógica contrarrevolucionaria, y se implementa en territorio bajo el modelo del Plan Ecuador, a copia y calca del Plan Colombia. En este contexto, la asistencia técnica de la maquinaria represiva militarista de EE.UU. resulta elemental para el Estado burgués, en la represión brutal de cualquier estallido popular en contra de la imposición de la violencia sistémica neoliberal.
No cabe duda de que la burguesía local, de manos del imperialismo yanqui, preparan una ofensiva antipopular a gran escala, ante una nueva e inevitable ola de descontento popular, en la cual el pueblo organizado volverá a rechazar contundentemente el sistema capitalista en su conjunto. El Ecuador es una bomba de tiempo. Hoy más que nunca, precisamos de una organización popular que logre generar consciencia de clase, en contra del exterminio capitalista llamado neoliberalismo.