El Estado al servicio de los Noboa y compañía

boboa
Lunes 26 de Agosto de 2024

Desde sus inicios, la burguesía constituye al Estado como un apéndice de sus negocios e intereses. Este argumento, que se imprime en el centro de la crítica al capitalismo, parece ser más evidente que nunca bajo el gobierno de Daniel Noboa: la Banana Republic -término acuñado en referencia al control político total que ejercía la United Fruit Company en Centroamérica, provocando incluso intervenciones y golpes de Estado los 50s y 60s del siglo pasado-. Un empresario que parece tenerlo todo, entiende la presidencia como el “último trofeo” a ganar para la fracción de clase que representa -lo que no logró Alvarito Noboa-. El Estado funciona como instrumento para beneficiar a la fracción de la burguesía que le controla en ese momento. Noboa se beneficia a sí mismo y a los suyos con la adjudicación de contratos del Estado, privatización de fondos públicos, impune evasión fiscal y demás artimañas que permitan nutrirse económicamente del sector público.

Desde el momento en que salió a la luz que bajo suelo ecuatoriano existen reservas de petróleo, el imperialismo yanqui ha intentado por múltiples medios, hacerse del jugoso negocio de la explotación petrolera. Así mismo, las burguesías locales han sido fieles lacayas del interés imperialista y han facilitado en varios periodos de la república este proceso. La historia reciente del país no es distinta: tres gobiernos consecutivos han intentado imponer por la fuerza los dictámenes del FMI y el BM. En 2019 Moreno intentó elevar el costo de los combustibles con el decreto 883, mismo que fue derogado por una enorme presión popular que se consagró en el estallido de Octubre. Sin embargo, en el marco de la pandemia, Moreno si logró pasar el decreto 1158, emitido en septiembre de 2020 donde se autorizó a las empresas privadas la libre importación de combustibles.

Posteriormente en 2022 el banquero Lasso volvió a elevar los precios de los combustibles con la respuesta popular del Levantamiento de Junio, que obligó al gobierno a retractarse de la medida. Ahora, en los marcos de la Banana Republic, el hacendado Noboa emitió el decreto 325, de julio de 2024 donde eliminó el Impuesto a la Salida de Divisas ISD para toda actividad financiera derivada de la importación de combustibles. Es decir, la burguesía está comprometida en dos objetivos fundamentales: cumplir con los dictámenes de los organizamos crediticios multilaterales y la privatización del sector de hidrocarburos y energía del país.

Es precisamente en este contexto que se ha extendido por dos ocasiones el contrato con la empresa privada Oleoducto de Crudos Pesados, administradora del ducto homónimo, mismo que tenía que pasar a manos del Estado a los 20 años de administración privada. Con la extensión del contrato privado, el Estado deja de generar al menos USD2.500 millones. En su momento -20 años atrás- la organización popular y los movimientos sociales ecologistas no solo denunciaban las graves afectaciones medioambientales que podía traer un oleoducto de crudo de tal dimensión –mismas que sí sucedieron-, sino que también denunciaron que difícilmente la empresa privada –nacional y transnacional- se retiraría de semejante festín para dejarla al Estado –que también está sucediendo-.

En este sentido, el pasado 16 de agosto se renovó la concesión de producción de etanol para la gasolina Ecopaís a la empresa Codana de Isabel Noboa y perteneciente al Grupo Nobis, mostrando la cara más nefasta del nepotismo enquistado en el Estado. Si bien la primera concesión se dio bajo el gobierno de Correa en 2012 -argumento que intenta justificar para lavarse las manos-, su renovación equivale a perpetuar el poder de la tía de Noboa en el sector hidrocarburífero. Sus haciendas azucareras -monumentos al trabajo esclavo del cual nace la dinastía Noboa-, representan la perpetuación de una lógica de explotación y apropiación de recursos públicos en este momento histórico. Daniel Noboa, además de ser el poder que ves, también es el poder que es.

Por otro lado, el presidente del banano, Daniel Noboa y su Ministro de Economía Juan Carlos Vega, han revelado en varias ocasiones la intención de privatizar el Bloque 60 o  Sacha, que es considerado es campo petrolero más productivo del país, y por lo tanto el más importante por sus reservas, que se estima en 350 millones de barriles de petróleo. Como “la joya de la corona” se refirió la administración actual, al campo Sacha para recalcar su jugoso valor frente posibles inversores transnacionales. Privatizar este campo representaría pérdidas para el Estado de más de USD 500 millones anuales. Es importante señalar que Ecuador es el 3er país con mayores reservas probadas de petróleo en América Latina -con 8300 millones de barriles-, siendo primero Venezuela y segundo Brasil.  

En este sentido, la fracción burguesa a cargo del Estado en este momento, se ha dedicado a colocar a elementos precisos para concretar su proyecto de privatización masiva. Ejemplo de esto, es el nombramiento de María Mogollón como Viceministra de Hidrocarburos en agosto de este año, Mogollón fue directiva de Andes Petroleum hasta julio de 2024, representando un conflicto de intereses franco. Mogollón también es la esposa de Agustín Hurtado Larrea, asesor legal de la misma empresa. Por ejemplo, ella será quien  deberá auditar el contrato entre el Estado y Andes Petroleum en la explotación del campo Tarapoa. En las manos de este alfil de la empresa privada, está la planificación de la política pública en el sector petrolero. Es necesaria poca imaginación para predecir cuál será el tinte de esta cartera de Estado, misma que muy probablemente acelere toda concesión posible, en caso de no lograr ser gobierno en el próximo periodo.

Otra de las características vergonzantes de esta burguesía lumpenezca es el nepotismo. El caso El Ordeño S.A. ejemplifica esto, cunado Noboa emprendió una campaña de desprestigio contra La Fattoria, antiguo proveedor de comida para cárceles y colegios públicos, insistiendo en que esta colaboraba con el crimen organizado. Esta campaña logró desplazar a la empresa, que consecuentemente benefició nuevamente a su tía, Isabel Noboa, accionista de El Ordeño S.A. que ahora es la proveedora de alimentación para cárceles y escuelas, con contratos millonarios. En este gobierno, todo queda en familia.

Un “Nuevo Ecuador” como una vuelta al pasado, donde sus antepasados esclavizaban a miles de personas en sus feudos y haciendas, mientras se imponía su poder con la más absoluta violencia, es el legado que parece querer imprimir Noboa en el Ecuador. En este sentido, los diez meses de gobierno bananero resultaron ser el negocio del siglo para el oligarca: garantizar la acumulación de su clan a costa de la vida del pueblo.

La lógica del neoliberalismo en su momento narcoestatal se profundiza: la burguesía hace de las suyas con expropiación territorial para explotación, desplazamientos forzados, la corrupción como lógica intrínseca del capitalismo, persecución y criminalización de la organización popular y los aparatos represivos del Estado campeando en abusos. En orilla contraria el sostén de la vida se hace cada vez más difícil para el pueblo y la clase trabajadora, que enfrentan una precarización multidimensional de sus condiciones materiales y simbólicas. La famosa barcaza turca de energía todavía no genera nada y no se estabiliza en el río Guayas, sirviendo de metáfora de las endebles y vacías promesas de cambio del oligarca bananero convertido en presidente.

Tal parece que Noboa, quien al postularse ni siquiera contemplaba un triunfo electoral, tambalea en su convicción de una reelección segura y por eso se lanza al “todo por el todo” con sus intentos de privatización de áreas estratégicas -energía eléctrica y petróleo-, aumentando la influencia económica de su fracción de clase mientras puede -agroindustriales, industria petrolera privada, sector minero-. Estos meses de campaña electoral, la subasta del Estado estará en el centro de la acción política de Noboa y sus acólitos. Montar el espectáculo electoral, mientras tras bambalinas, se rifan los recursos centrales y sectores estratégicos del Estado. Noboa repite acérrimamente y al pie de la letra la primera consigna de la burguesía: enriquecerse a costa del trabajo ajeno.  Y el pueblo, bien gracias.

 

Foto tomada de ANTEP

 

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