Elecciones anticipadas y los entramados de la democracia burguesa
En menos de dos semanas el Ecuador pasará por un proceso inédito de elecciones anticipadas, tras 26 meses de uno de los gobiernos burgueses más nefastos de la historia. Inédito resulta también el panorama social que impone la clase dominante, con el Ecuador convertido en un país de no futuro para la inmensa mayoría de la población. Mientras el crimen organizado se expande por la totalidad del tejido social, la violencia se convirtió en el denominador común para sostener un modelo económico y de Estado en abierta decadencia. La mayoría del pueblo desconfía profundamente en un sistema y élites que no le representan. Según la más reciente encuesta de Latinobarómetro, tan solo 37% de la población del Ecuador siente confianza en la clase política y la democracia burguesa.
Uno de los pocos e insulsos “logros” parciales de la administración del Estado por la banca privada comandada por Lasso, reside en el potencial proyecto de militarizar al Ecuador e implementar una guerra interna en contra del pueblo organizado. Lasso firmó memorandos de entendimiento tanto con la Unión Europea -17 de julio- como con EE.UU. -20 de julio-. Al mismo tiempo, se plantea la privatización parcial del seguro social, mismo que administra más de USD 40.000 millones, proyecto emblemático de la clase parasitaria en el Ecuador, que muy probablemente será retomado por el siguiente gobierno de turno.
Una de las preocupaciones más graves a la que nos enfrentamos como clase trabajadora, inclusive a nivel mundial, es la privatización de la seguridad social, la intervención al sistema de pensiones y el gradual aumento de los años de aportación, que directamente influyen a la edad de jubilación. Lasso en su campaña presidencial en el 2021 hizo fuertes alusiones a la intención de su gobierno de privatizar el IESS, pero si bien en la práctica no logró ejecutarlo, no significa que la amenaza real de este evento catastrófico para la clase trabajadora haya pasado. Es una realidad que a nivel global, la burguesía transnacional en efecto está implementando estas medidas. Desde los casos históricos de Chile y Costa Rica, hasta los más recientes en Francia, Inglaterra, Alemania, y la propuesta en Ecuador, demuestran la situación de permanente explotación y opresión a la que el Estado burgués –guardián feroz del modo de producción capitalista- somete a la clase trabajadora mundial. Ningún derecho está asegurado.
En este sentido, cabe preguntarse sobre las reales posibilidades de ejercer el poder en un contexto nacional y mundial en crisis permanente y en picada, frente a la realidad de un Narcoestado ya instituido en el país. La falacia de la democracia burguesa se evidencia a sí misma, mientras la izquierda institucional sigue alimentando(se) de la misma. Más allá de que la socialdemocracia no tenga las intenciones practicas ni ideológicas de destruir el sistema capitalista y la perpetuación de la desigualdad; sus posibilidades reales de ejercer poder en este contexto son bastante limitadas. El bienintencionalismo detrás del electorado del reformismo y quizás ellxs mismxs, no logran comprender por qué necesariamente sus gobiernos –de llegar a serlo- no alcanzan a hacer referencias reconocibles al periodo reformista de principio de los dosmiles, encontrándose cada vez más cercanos a la ultraderecha que dicen “repudiar”. Las lógicas voraces del libre mercado son las que instituyen el Narcoestado, y un gobierno es incapaz de superarlas. El IESS no está seguro frente al correísmo tampoco, la única alternativa es la organización popular. Esa es una claridad que no se puede perder en el escenario actual.
Esta penetración cada vez más profunda de las lógicas del libre mercado en la globalidad del mundo de la vida, también se expresa en otro de los temas relevantes que se tratan en las urnas en pocas semanas. Frente a una posible mayoría positiva en la consulta por la no explotación del Yasuní y el Chocó Andino, la burguesía nacional y transnacional plantea un fideicomiso para la Amazonía, que cedería soberanía financiera ya no únicamente sobre las Islas Galápagos, sino que también potencialmente sobre las áreas protegidas de la región amazónica y el bosque nublado. Una vez más, la respuesta del Estado será negociar la vida y las posibilidades de continuación de la vida para pueblos y nacionalidades, y la clase trabajadora rural en general, a las lógicas corporativistas del gran capital nacional y mundial.
Por supuesto que hay que votar SI en la consulta por la protección del Yasuní y el Chocó Andino, pero definitivamente la lucha de resistencia a la violencia del extractivismo ejecutada por el Estado y agentes privados en territorios, no terminará con una consulta positiva, sino hasta que los viejos y nuevos mecanismos de explotación y despojo de tierras impuestas por el extractivismo, sean superados de manera estructural. La visión limitada y bien socializada del oenegeísmo no debe nublar las consciencias del pueblo y la clase trabajadora, y tampoco de la pequeño burguesía tecnificada. La realidad de la lucha anti extractivista se inscribe en la lucha de clases, y por lo tanto es anticapitalista y su única resolución es la organización popular del campo y la ciudad. Esto está claro en el campo, pero la ciudad demora en igualar el paso.
El 8 de agosto, Lasso anunciaba el arribo de los primeros 20 vehículos blindados Cobra II desde Turquía, como un antecedente a la militarización de la sociedad. Mientras la clase dominante disfraza su discurso como una supuesta y escueta “lucha contra el crimen organizado”, estos artefactos únicamente se utilizan para reprimir al pueblo en paros o movilizaciones en territorio. La espuria estrategia de la burguesía de aparentar una lucha en contra de su propia clase, se devela como campaña publicitaria sin mayor contenido. El poder lícito se sostiene únicamente por el poder ilícito. Los tanques son para la militarización de territorio y la represión, única forma de sostener la acumulación capitalista.
En este sentido y ante el recurrente debate en torno a las intenciones de imponer un modelo Bukele en el Ecuador -o su mera aspiración mediática a posicionar a un mercenario como el nuevo señor de la guerra- podrían inaugurar una época que no cuenta con precedentes en la historia nacional y únicamente encuentra paralelas con las guerras internas de México y Colombia. Como evidencia empírica y en contraposición a las aspiraciones militaristas de ciertos sectores, ningún gobierno burgués, ni siquiera el gobierno de Nayib Bukele, ha podido sobrevivir sin pactar explícitamente con el crimen organizado. Más allá del récord en hacinamiento carcelario en El Salvador, las prebendas negociadas entre el gobierno Bukele y el crimen organizado son el único instrumento que ha posibilitado reducir las tasas de muertes violentas. En contraste, la única medida que realmente permitiría un desplazamiento de estas estructuras -la legalización irrestricta y control absoluto de sustancias psicotrópicas- no se encontrará jamás sobre la mesa en el sistema democrático burgués.
Para las elecciones de 2021, la posición de Revista Crisis fue alinearse al progresismo reformista con la excusa autocomplaciente del “mal menor”. Las repercusiones políticas e ideológicas que se heredaron de la Revuelta Popular de Octubre 2019 se consolidaron en el episodio de insurrección popular de Junio de 2022. Las aspiraciones de la clase trabajadora actual en el Ecuador, donde el neoliberalismo ha logrado arrebatarnos en buena cantidad de casos hasta el miedo, ya no se conforma con las migajas cortoplacistas que promete la social democracia. Esta clase trabajadora, este pueblo se ha empapado con las posibilidades inmensas de una esperanza real de construir colectivamente un mundo mejor. Al momento, la indecisión en intención de voto presidencial ronda el 50% del electorado. Podría decidirse en favor de la ultra derecha, o bien el progresismo podría potenciar su habitual 30%. La realidad es que la respuesta para la clase trabajadora no está en los marcos de la democracia como se presenta. Como ha demostrado la historia, la respuesta es la organización popular con conciencia de clase y vocación combativa, en los barrios, en los lugares de trabajo, en las universidades y colegios, y cualquier otro espacio que habitemos. Pueden votar por quien sea, es absolutamente irrelevante. Nosotrxs, votaremos nulo.