Las mujeres estamos y somos la resistencia
Hasta que la dignidad se haga costumbre, hermanas. Que bella y fuerte la compañera que cabalgó hacia la victoria en la Plaza Dignidad en Chile. En esos momentos éramos todas subidas sobre ese caballo que ahora es nuestro. Con la bandera negra, con las tetas y los puños al grito de la libertad, los ojos fijos en la lucha y el pelo enmarañado. Lloramos varias, la esperanza nos tomó el pecho, una sonrisa entre lágrimas era inevitable. Que se consuman todas nuestras luchas en ese par de puños alzados.
La lucha de las mujeres es por la vida digna, la resistencia y la libertad. Nos encontramos en un momento histórico, en que las mujeres nos declaramos en resistencia, nos declaramos en autodefensa, organizadas y vigilantes por la vida digna de nuestras hermanas-compañeras, de cada una de nosotras, de nuestras crías y de nuestra madre tierra. Nos enunciamos desde los feminismos todos y le ponemos frente al patriarcado, al capitalismo y al colonialismo que nos desangran, que nos quieren o sumisas o muertas. Ahora estamos juntas, solas nunca más, sumisas nunca más, y sepan no pararemos hasta la victoria.
No es que la revolución será feminista. La revolución serán los feminismos y la harán por mujeres organizadas. Para quienes postulaban que las demandas feministas eran sujeto aparte de la revolución y no la revolución en sí misma, la auto organización y las resistencias territoriales de mujeres, les hemos demostrado lo contrario. El patriarcado y sus implicaciones en los sistemas capitalista y colonial, constituye la forma principal en la que se sostienen socialmente las desigualdades todas. En este sentido, las lógicas del patriarcado y la dominación masculina atraviesan todos los aspectos de nuestras vidas, y sostienen todos los sistemas de dominación.
La fuerza que demostramos este último 8M hizo temblar al mundo: en Chile, en México, las compañeras Zapatistas, las compañeras Kurdas, las mujeres Amazónicas, en Europa, en África, en la India, en Irlanda, donde puedan imaginarse, estamos mujeres de todos los colores, edades y formas en resistencia. En cada rincón de la Tierra, salimos a tomarnos las calles y plazas, a reconocernos compañeras, a mostrarnos juntas, fuertes y en resistencia.
Las mujeres hemos tejido una pedagogía popular e histórica de la resistencia; cada una desde sus espacios, con sus formas y a sus tiempos, pero todas juntas, en una gran marea que se pasea inundándolo todo, llenando de vida esos suelos secos y maltrechos que nos ha dejado el patriarcado. Nos mataron y enterraron, sin saber que éramos semillas, sin saber que éramos paja de páramo (Dolores Cacuango), sin saber que nuestras hermanas-compañeras viven por siempre entre nosotras, en la memoria viva que tenemos, en cada paso que damos.
“No necesitamos permiso para luchar por la vida” versaba el comunicado de Comandantas y Coordinadoras de Mujeres Zapatistas de EZLN. Que en el Paro Internacional de Mujeres, tiemble el capitalismo que nos absorbe la vida y los sueños. No necesitamos permiso para existir, porque sus días de patronos y maridos se empiezan a terminar. Ante sus políticas de aniquilación contra las mujeres, frente a la feminización de la pobreza, frente a las violaciones domesticadoras, frente a la crueldad y los feminicidios, frente al golpe bruto: nosotras resistimos, paramos, nos tejemos juntas, nos organizamos y sostenemos la buena vida que nosotras sí sabemos construir. La intentción de este manifiesto no es dar palabra de las crueldades que vivimos, porque no necesitamos decirlo para saberlo, lo llevamos inscrito sobre la piel. Este manifiesto celebra celebrar nuestra organización y la resistencia infinita que nos une y nos abraza.
Hemos alcanzado un carácter de organización, que representa, a nivel mundial, el movimiento social más relevante de la historia de nuestros tiempos. Tenemos que mantenernos en la lucha por organizarnos aún más, sostener nuestras propias vidas materiales, formar cooperativas de trabajo, socializar los cuidados, insistir en que nuestros compañeros varones se autoorganicen y se reeduquen desde el anti patriarcado, demostrar que las mujeres estamos unidas donde quiera que estemos, más allá de las fronteras.
El sujeto revolucionario de nuestra era, no es la clase obrera, ni el concepto abstracto de proletariado. Somos las mujeres, la clase femenina popular, negra, indígena, madre, hermana, lesbiana, trans y trabajadora, las que se encuentran haciendo la revolución, que son los feminismos todos. “Ellas nos sacaran del neoliberalismo y de la precariedad de la vida”, suena y resuena. Y es nuestro quehacer organizarnos y luchar contra este sistema que coloniza nuestros cuerpos y corazones, que nos quiere muertas. Pero vivimos, y vivimos en resistencia. Resistimos.
Con cariño infinito,
Diana Almeida, co-editora de Revista Crisis