Lasso y la crisis política

lassortuga
Lunes 18 de Octubre de 2021

En la restauración neoliberal, donde se radicalizan las condiciones de explotación desenfrenada bajo el capitalismo, las clases dominantes materializan la doctrina del shock  con un grado cada vez mayor de violencia. La burguesía, enquistada en lo más profundo del aparataje estatal -instrumento de clase por excelencia-, ramifica sus privilegios bajo el precepto de la reforma. Así, esta semana el Ejecutivo volverá a presentar sus propuestas en materia tributaria y laboral, esta vez por separado, después de que la Ley de Creación de Oportunidades no haya sido calificada para su discusión en la Asamblea Nacional, el pasado 30 de septiembre. Conjuntamente, el discurso oficial llega a desarrollar contornos de una radicalización discursiva de la criminalización a la organización popular y la protesta social. El Estado burgués vuelve a invocar el espectro del comunismo, del enemigo interno, del pueblo organizado en contra del capital, para demonizar la lucha social en contra del neoliberalismo.

Las lógicas del Estado y la empresa privada divergen en elementos fundamentales respecto a su gestión y administración. La administración de lo público presupone una lógica distributiva que se enfoque en el acceso a derechos, la garantía de los mismos y el precepto de lo común como factor central. En cambio una empresa privada, como el Banco de Guayaquil, se fundamenta en la maximización de plusvalía, réditos y dividendos para inversionistas. A un lugar secundario quedan relegados bienestar social, garantías laborales y en general, cualquier aspecto relacionado a la vida de trabajadorxs y consumidorxs. El manejo del Estado como empresa, máxima expresión de la imposición burguesa, se contradice inherentemente a los preceptos de la administración pública.

En cualquier ámbito en el que prime el capital, todo lo demás -incluyendo la vida- se vuelve prescindible. En este marco, el imperialismo yanqui pretende perpetuar una supuesta hegemonía sobre América Latina, con la intención de redireccionar sus inversiones productivas en forma de fábricas, de China, a países como Ecuador. La tan afamada Inversión Extranjera Directa, una de las fábulas del desarrollismo neoliberal, pretende servir de legitimante para flexibilizar el marco legal laboral, ofreciendo condiciones contractuales laxas -contrato definido hasta cuatro años-, jornada laboral flexible, eliminación de la jubilación patronal, entre muchos más atropellos a la clase trabajadora y sus luchas y logros históricos. Con un vaciamiento del contenido del Código de Trabajo y Tributario, se pretende conjugar el mito del triunfalismo capitalista, esta vez a nivel de Estado y gobierno. La lógica del “sálvese quien pueda” se dinamiza en complemento al “todxs contra todxs”, desembocando en la radicalización del dictado del fundamentalismo de mercado.

Respecto a la reforma tributaria, el texto que esta vez se presenta como cuerpo legal separado, presupone mutilar el margen de acción del Estado respecto al porcentaje acordado en contratos petroleros y mineros, otorgándole libre derecho de imposición a la empresa que coinvierta en proyecto extractivistas en el Ecuador. Además de aumentar las exenciones fiscales a empresas bajo el manto de la atracción de inversión y creación de empleo, Lasso pretende eliminar la el impuesto a la herencia, a la salida de divisas, y un cuasi perdón fiscal a la repatriación de capitales en el extranjero en paraísos fiscales.

Lasso se está dando cuenta de que ni el Estado, ni el gobierno, ni la sociedad se manejan como una empresa. En un banco privado, cualquier factor -humano- que no le convenga o plazca al gerente podrá ser desechado a conveniencia por el mismo. Dentro de la estructura institucional del Estado burgués, sin embargo y para mal o para bien, existen varios poderes políticos además del Ejecutivo. Así, Lasso se enfrenta a una Asamblea Nacional que no encuentra su discurso oficial entre pactos a la interna con CREO, PSC, etc., y una disputas a la externa con el Ejecutivo, como su primer antagonista. Lasso instrumentaliza la legitimidad tambaleante de la Asamblea Nacional, y ejecuta el poder que la amenaza de la muerte cruzada. La pugna interburguesa con Nebot y su facción dentro del PSC, además de evidenciar la turbiedad de la política real burguesa, denota un posible fraccionamiento del bloque de poder que sostiene al banquero.

Ciertamente, a Lasso le esperan tiempos difíciles ante actores que conforman el estatus quo que quieren una mayor tajada del pastel a repartirse. Los bloques legislativos demuestran una alta volatilidad de lealtades políticas, ante un cálculo estratégico que pretende salvaguardar los privilegios de cada partido. El futuro inmediato de la correlación de fuerzas dentro del aparataje institucional del Estado burgués depende del trato que la AN le confiera a los dos proyectos de ley que Lasso enviará esta semana.

Otra característica del neoliberalismo, es el desfinanciamiento sistemático a todas las carteras del Estado, exceptuando sus aparatos represivos, como policía y ejército. El uso de la fuerza, o violencia legítima, -conjuntamente con el aparataje comunicacional del enemigo interno-, se vuelve la única forma de sostener las políticas de gobierno antipopulares. Esta es una de las causas por las cuales la represión se profundiza durante la restauración neoliberal, tanto ejercida por la fuerza en las calles durante manifestaciones y protestas, como en forma de persecución política a los movimientos sociales y dirigentes. Esta estrategia responde a un montaje que responde a los manuales contrainsurgentes de la CIA, acerca de los peligro del enemigo interno: la amenaza del comunismo.

Bajo esta lógica, el gobierno logra encubrir parcialmente su mala gestión, como el escándalo de los Pandora Papers. Guillermo Lasso hace una convocatoria a una concentración de respaldo a su gobierno, intencionalmente el mismo día que el lanzamiento de la segunda edición del libro “Estallido: La rebelión de octubre en Ecuador”. En la convocatoria de Lasso, resaltan dos ideas fundamentales: “en contra de cualquier intento desestabilizador” y “no al triunvirato de la conspiración”. Ambas toman elementos que generan malestar y angustia en la sociedad: por un lado la construcción de un enemigo interno intransigente y violento, y por otro la crisis política y de gobernabilidad que azotan al mandato de Lasso.  En este contexto, Lasso convoca a defender Quito como deber cívico de la gente de bien.

Por medio de acciones como esta, Lasso intenta de demostrar fuerza en las calles, al tiempo que desvirtúa las justas demandas populares, colocándolas como antidemocráticas. Al colocar a la protesta social dentro del discurso del anticomunismo -con un aparataje mediático global que consagra al comunismo como el enemigo interno por excelencia-, dentro de la trama de la conspiración, logra colocar al pueblo en una permanente disputa por los sentidos. En este montaje gubernamental, se consiguen legitimar y naturalizar la persecución y la brutalidad policial, pero también las medidas neoliberales, como las privatizaciones masivas, la reducción de presupuestos y la flexibilización laboral.

La radicalización discursiva de las élites políticas, refuerza la inseguridad y malestar de la sociedad, que en su inmensa mayoría -el pueblo-, ha visto precarizar sus condiciones materiales, o percibe la simultánea precarización de las condiciones sociales en su entorno –clase media-. Con la burguesía en el centro del poder político y a la cabeza de la tendencia, controlando los metarelatos desde el Estado y los medios hegemónicos, nos enfrentamos a una aceleración de la fascistización social. La criminalización de la organización popular ya no solo se manifiesta desde el Estado y la clase dominante, sino que poco a poco invade las subjetividades de otros sectores de la sociedad.

Después de una negativa al contundente paquetazo de recetas de libre mercado presentado como Ley de Creación de Oportunidades, Guillermo Lasso pretende suministrar la doctrina del shock de forma gradual, dividiendo la “megaley”. Sin duda, Lasso y su fundación Ecuador Libre, subestimaron su poder de injerencia e imposición que ante la AN creían absoluto. El panorama político actual aglutina los factores que otorgan explosividad a los antagonismos de clase, que se recrudecen ante la imposición del modelo caduco del neoliberalismo y el dictado del libre mercado. La precarización continua del pueblo desemboca en escenarios de desesperación, los cuales aumentan la violencia social en términos de delincuencia por subsistencia y la fascistización de las élites burguesas en torno a la criminalización del consumo de drogas y el libre porte de armas.  Adicionalmente, el encarecimiento sucesivo del costo de vida, causado en primera instancia por la liberalización absoluta de los precios de los combustibles, se adiciona a una suma de factores que desembocan en una bomba de tiempo. Ante la radicalización de la burguesía -dentro y fuera del Estado- la organización popular antineoliberal se vuelve imperativa y fundamental.

 

Categoria