"Modernizar" la seguridad según Washington

INTELIGENCIA

Los recientes ataques a las fuerzas de seguridad y el secuestro de tres trabajadores del diario “El Comercio” en la provincia de Esmeraldas, permitieron al Gobierno, mediante una cuidada agenda política y mediática, posicionar en la opinión pública la “necesidad de modernizar" el aparato de seguridad e inteligencia “desmantelado” durante los 10 años de la Revolución Ciudadana; acciones cuyo correlato institucional es el cierre “ético” de la SENAIN.

Inmeditamente funcionarios de Washington aparecieron nuevamente sobre Carondelet, Thomas Shanon, en ese entonces Subsecretario para Asuntos Políticos del gobierno norteamericano se reunió con Lenín Moreno a finales de febrero. En una entrevista concedida a “El Universo” el 4 de marzo pasado, Shanon evaluó positivamente el acercamiento con el Ecuador tras “10 años de distancias”, comprometiendo la “asistencia técnica” estadounidense en la lucha contra el narcotráfico, el crimen organizado, además de proyectos de inversión y comercio. Negó que en “este momento” tengan en mente localizar una base militar en el país, como ya lo hizo en el pasado en Manta, instalación que operó durante 10 años. Semanas después, Joseph P. DiSalvo, Subcomandante militar, y Liliana Ayalde, asesora de Política Exterior, ambos representantes del Comando Sur del ejército de los Estados Unidos, mantuvieron reuniones con altos mandos del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, así como con el Ministro de Defensa, Patricio Zambrano. Sin contradecir la línea discursiva de Shanon, Ayalde durante una entrevista en Radio Sonorama,  dijo que evaluarán el interés de las autoridades ecuatorianas por el posible retorno de oficiales estadounidenses.

El natural acercamiento entre el imperialismo y el gobierno presidido por Lenín Moreno, se justifica mediante un claro discurso que identifica a la Revolución Ciudadana como la culpable de las falencias de seguridad e inteligencia que vive actualmente el país. Según la académica María Fernanda Noboa, “experta en temas de seguridad” entrevistada por “El Telégrafo” este 1 de abril, “la agenda militar se convirtió en política”, se ideologizó la defensa sobre un supuesto anti imperialismo que reconocía la colaboración con Estados Unidos como sinónimo de injerencia en los asuntos del país y la región. El tendencioso juicio de Noboa da cuenta hacia dónde el Estado ecuatoriano quiere caminar respecto a la seguridad y cuáles serán las consecuencias para los sectores populares, quienes probablemente serán identificados nuevamente como el enemigo interno a reprimir con todo el peso del Estado. Basta recordar la estrategia antisubversiva impulsada por los Estados Unidos mediante la Doctrina de Seguridad Nacional en las últimas décadas del pasado siglo en el país, que cobró la vida de no pocos militantes, activistas, o simplemente sospechosos, naturalizando la represión, desaparición, ejecuciones extra judiciales, la tortura, la cárcel, etc.

Más allá de que en un Estado apueste por “democratizar” las fuerzas represivas dentro de los márgenes del capitalismo, sin su estructura violenta y deshumanziada -  como lo hizo la Revolución Ciudadana -  o proponga modernizarlas según los parámetros de Washington, como lo hace el gobierno de Moreno, éste seguirá siendo un aparato de dominación de clase, que usará las fuerzas represivas: policía y ejército, para mantener sus privilegios mediante la violencia.

Las señales evidencian un reacomodo del aparato de seguridad, respaldado por el siempre peligroso imperialismo. El pueblo ecuatoriano, en atención a la historia, debe estar alerta y prepararse, ya no sólo para defender su soberanía en términos amplios, sino para defenderse a sí mismo.

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