Palestina libera al mundo
Este 7 de octubre se cumple un año de la guerra de Liberación Nacional anticolonial que cambiaría para siempre la historia, cuando el pueblo palestino encendió una llama que no se volvería a extinguir: la operación “Inundación de Al-Aqsa”. El 7 de octubre, el pueblo palestino dio un mensaje inequívoco al mundo: o la libertad de Palestina, o la muerte. Así mismo, se cumple un año de un genocidio frontal que ha sido incesante desde la fundación misma del Estado sionista de Israel en 1948, como último reducto colonial blanco-europeo en Oriente Medio. Este proyecto supremacista blanco se ha enquistado como un cáncer en medio de los pueblos árabes, en un punto geoestratégico de vital importancia para Occidente.
A finales de los 40s Oriente Medio se encontraba atravesando la llamada Tercera Ola de Independencia, una serie de movimientos de Liberación Nacional, que declaraban su independencia frente a las antiguas naciones imperiales. En Palestina en cambio, se establecía un régimen que únicamente encuentra consonancia en el apartheid sudafricano y el nazismo alemán. Israel, el proyecto de Estado étnico ultra nacionalista, controlado por una minoría migrante blanca y supremacista, lleva implantando el terrorismo de Estado desde 1948.
76 años después, en medio de una ofensiva direccionada de manera específica a diezmar a la población palestina, con el cometimiento masivo de crímenes de guerra al orden del día -más de 3.300 masacres en un año en Gaza- el sionismo muestra su cara verdadera al mundo y de forma definitiva: el victimismo sostenido como justificante para la ocupación, carece de argumento histórico, político y moral. No cabe duda en que David se ha convertido en Goliath.
La historia de la humanidad se encuentra inequívocamente definida por la lucha de clases y se presenta como manifestación dialéctica de la realidad material. Así, el 7 de octubre el pueblo palestino rompió los muros y cadenas que separan a territorios, familias y generaciones enteras, para declarar un alto a atrocidades que se repiten desde hace más de 7 décadas. Un pueblo violentado, asediado, asesinado, torturado y aprisionado por la ocupación sionista, se levanta contra la cara más brutal del capitalismo imperialista y colonial.
La deshumanización a la que se ha sometido a los pueblos islámicos y árabes este último siglo ha causado un terreno propicio para la ejecución de un sinnúmero de atrocidades en su contra. Esta deshumanización es sin duda una de proezas mejor ejecutadas del imperialismo occidental. Escuchamos en todos los frentes, inclusive de voces que profesan la defensa de los Derechos Humanos, la verborrea más racista y antisemita que puede escupirse: “el problema de Medio Oriente es el Islam”. Es aterrador como los discursos fascistas se cuelan en la consciencia de las poblaciones.
Este discurso que no puede sino reafirmar la supremacía blanca, ha calado profundamente en el mundo en que vivimos, y logra velar la mirada crítica de buena porción de la población, que se tragó a ciegas las fakenews construidas por Israel para describir las acciones de la Resistencia palestina el 7 de octubre. Un año después, queda grabado en las retinas de todo el mundo –nadie puede decir que no sabía lo que pasaba en Palestina- que quiénes son los que decapitan y desmiembran infantes, quienes violan mujeres y hombres, y quienes son el ejército sanguinario son las IOFs. En efecto la inmoralidad y sadismo viene como orden superior para las Fuerzas de Ocupación Israelíes, y no la Resistencia palestina.
La brutalidad del sionismo se evidencia en cifras. Más de 375.000 víctimas va el genocidio en un solo año. Desde el 7 de octubre de 2023, el fascismo sionista ha asesinado a al menos 16.756 niños y niñas, y más de 21.000 están desaparecidos y dados por muertos. Ambas cifras suman 37.756 niñxs asesiandxs, números que podemos asumir conservadoras respecto a la realidad. Además, en promedio, dos niñxs pierden una o más de sus extremidades al día a causa del ataque despiadado de Israel en contra de población civil en Gaza principalmente, pero también en Cisjordania, El Líbano y Siria. En lo que va de la agresión contra El Líbano, más de 2.000 civiles han sido asesinados por el ejército israelí. En Palestina, la ocupación ha prohibido la infancia desde hace décadas, y ahora resulta más evidente que nunca.
El ejercicio despiadado de la fuerza por parte del fascismo israelí también ha colocado al sistema de salud en Gaza y Cisjordania como objetivos militares prioritarios, lo cual entra en perfecta concordancia con su campaña de limpieza étnica. Datos de mayo de 2024 colocaban la cifra de 493 muertes oficiales de personal de salud. Deben ser muchos más. Así mismo, de los más de 10.000 palestinos secuestrados por Israel con la figura de detención administrativa, al menos 1.000 son personal de salud. Por otra parte, el 75% de todxs lxs trabajadorxs humanitarixs que han sido asesinadxs este año en le mundo, han sido asesinadxs por Israel.
En un año de genocidio frontal, tan solo en Gaza han sido ejecutadxs más de 176 periodistas, más que en ambas guerras mundiales juntas, en un territorio un poco más pequeño que la ciudad de Quito. Pero la cara más brutal de la deshumanización recae sobre los cuerpos de los varones palestinos, quienes son considerados potenciales objetivos militares desde niños, hasta que llegan a la tercera edad. Es extremadamente perturbador que sea necesario especificar que la vida de los varones palestinos sí importa, por más empeño que ponga el imperialismo para negarlo.
Todas estas décadas de vejaciones, despojo y violencia despiadada han alimentado la dignidad y valentía de un pueblo inquebrantable, que ahora mismo está humillando al coloso de Occidente en Medio Oriente. La Resistencia palestina con todas sus fracciones en unidad, conjuntamente con la solidaridad franca de Hezbolla, los Hutíes y el resto del mundo árabe y musulmán que se poco a poco se levanta, está demostrando que ningún poder imperialista puede contra la dignidad y valentía de los pueblos que se levantan contra sus opresores.
Israel y sus IOFs están desesperadas. Sus tropas están perdiendo dramáticamente contra la Resistencia. El mismo Israel ha tenido que aceptar que no han logrado avanzar ni un solo metro en la frontera del Líbano, y por el contrario, han perdido a cientos de soldados entre oficiales y suboficiales contra las fuerzas del Hezbolla. Así mismo se reportan decenas de revueltas al interior de los cuarteles israelitas, con la negación absoluta de volver al frente. Israel no logra sostenerse y busca una escalada del conflicto que justifique el apoyo con tropas del imperialismo Occidental, mientras la Resistencia no solo que se fortalece, sino que avanza posiciones. La semana pasado se reportaba el regreso masivo de los frentes de Resistencia a los territorios supuestamente conquistados por Israel en Gaza, como Khan Younis, Rafah y Tulkarem.
Entre tanto, el imperialismo yanqui ha inyectado más de USD 111 mil millones en apoyo militar al genocidio desde el 7 de octubre 2023, lo que convierte a EE.UU. -para variar- en el principal patrocinador de uno de los genocidios más brutales en el último siglo. En un año de limpieza étnica y masacre incesante a civiles en Gaza, llovieron más de 120.000 toneladas de explosivos, cuatro veces más que las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki juntas.
Por su parte, la enclave europea y bastión del antisemitismo en el mundo -Israel- resulta ser el único país en la historia contemporánea que se encuentra atacando a cinco países de forma simultánea: Palestina, Yemen, Líbano, Irak, Siria, y aun así se victimiza y sostiene el argumento a la “legítima defensa”.
Mientras tanto, la solidaridad con la causa palestina se fortalece en todo el mundo, y en el Norte global la respuesta de los Estados ha sido la represión más agresiva. En Berlín, Roma, París y Washington, la brutalidad de la policía evidencia el respaldo de Occidente al fascismo de Israel. Así mismo, una cuarta persona se inmoló en EE.UU. en lo que va del año. El periodista Samuel Mena Jr. prendió fuego a su brazo izquierdo y lo ofrendó a las infancias mutiladas en Gaza. La desesperación, el dolor insoportable y la sensación de impotencia que aqueja a los pueblos del mundo que presenciamos horrorizados la perversidad de Israel, pero con orgullo y esperanza la resistencia del pueblo palestino, poco a poco se conecta en una movilización masiva que será muy difícil de dominar.
Sabemos que mientras exista capitalismo en nuestros territorios, solo habrá hambre y vejaciones para nuestros pueblos. La llama que llevamos en nuestros corazones no solo acompaña a Palestina y su justa causa, sino que es escuela de resistencia, valentía y dignidad. En este preciso momento histórico, inicia el camino de la liberación de los pueblos, una maquinaria de energía que será incontenible.
Palestina libera al mundo, porque el mundo está con Palestina. Hasta la victoria final, del río al mar.