Poder único: hegemonía y doctrina del shock

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Martes 23 de Mayo de 2023

En el Ecuador post muerte cruzada, se evidencia que la burguesía banquera dio el golpe definitivo dentro de la pugna interburguesa entre el Legislativo y Ejecutivo, que tenía como centro del conflicto apropiarse del control del Estado burgués. Con el decreto 741, Guillermo Lasso se quitó de encima a la Asamblea Nacional y el proceso de juicio político, concentrando en su figura todo el poder del Estado, y teniendo como único ente de regulación a la Corte Constitucional, la cual ya ha declarado la legalidad de la muerte cruzada.

Además de salvar su cargo, el banquero-presidente logró desviar completamente la atención pública del delito por el que fue enjuiciado, tipificado como peculado, y el vínculo ineludible de su esfera de poder con el crimen organizado. En definitiva, con la muerte cruzada la discusión acerca de la institucionalización del Narcoestado en el Ecuador y la militarización con el decreto 730 pasaron a un segundo plano, al calor de las contiendas electorales que se encuentran a la vuelta de la esquina.

Ahora toda la fauna de parásitos politiqueros de las diferentes facciones de la burguesía, direccionan discursivamente la muerte cruzada como una victoria del proceso de juicio político y de “su trabajo” en la Asamblea Nacional, en miras de una capitalización electoral. Así, la farsa de la democracia liberal finalmente se cae por los suelos, y la pugna interburguesa restablece sus lazos y acuerdos, para repartirse el poder del Estado en consonancia con sus intereses programáticos: privatización de lo público, la criminalización de la protesta y la pobreza, la desarticulación de la organización popular, la liberación total del mercado y el plan Ecuador.

Durante el periodo de proceso del juicio político, se evidenció una pérdida de hegemonía por parte del Ejecutivo como primer poder del Estado, situación de donde nacieron tanto el decreto 730 y como la liberalización del porte de armas en el país. En otras palabras, Lasso se vio en la necesidad de utilizar la fuerza de una manera más o menos mesurada y simbólica para sostener la hegemonía burguesa, siendo un ejemplo de este accionar precisamente la declaratoria de muerte cruzada. Sin embargo, a partir de la misma, Lasso ha logrado imponerse por la amenaza del uso fuerza, lo que le ha devuelto al menos momentáneamente una posición hegemónica.

Por lo tanto, Lasso ha vuelto a una posición en la que no necesita sino de la amenaza del uso de la fuerza -ahora con la potencialidad del uso letal de la fuerza- para imponer parcialmente su plan de gobierno. Es decir, la amenaza inminente para la clase trabajadora radica en la imposición pura y dura de la doctrina del shock, acompañada por una amenaza real del uso de la fuerza. Por esto mismo, la organización popular ha reaccionado desde una política de rechazo a la muerte cruzada y sus implicaciones, pero desde el cuidado de la vida y la cabeza fría para enfrentar a la situación política, con una visión a largo plazo del proyecto país.

Por el contrario y en la orilla opuesta a los intereses del pueblo y la clase trabajadora, inicia la contienda electoral entre los representantes de la burguesía nacional, unos más conservadores que otros, pero proyectos burgueses al fin. Hasta el momento, se perfilan al menos 6 candidatos que pretenden reconfigurar el tablero político burgués hasta 2025. Mientras existe un aparente consenso de la derecha en desistir de una nueva candidatura del desgastado banquero Lasso, el social cristianismo plantea el modelo Bukele, y la supuesta centro izquierda conspira alrededor de personajes como Yaku Pérez, Fernando Villavicencio y Pedro Granja. Una presunta renovación de cuadros políticos, indica un serio desgaste y carencia de legitimidad política y del modelo democrático liberal en general. Este panorama facilita que personajes como un empresario mercenario con sed de “justicia” en contra de la pobreza implemente un modelo de estado de excepción y violación a los derechos humanos permanentes al estilo de El Salvador.

En este sentido y pese al posicionamiento de su cuadro predilecto -Esteban Torres Cobo-, el PSC ya ha propuesto a su candidato único para las elecciones adelantadas del 20 de agosto: Jan Topic, mercenario ultraviolento -de las filas de la imperialista Legión Extranjera francesa- y sueño encarnado de la burguesía fascista social cristiana. Una suerte de quimera entre Bukele y Febres Cordero, dispuesto a imponer a sangre y fuego la ley y el orden: hacer mejores tratos con el crimen organizado -como lo hace justamente su ídolo político Bukele- y repartir encarcelamientos arbitrarios, torturas, violaciones y desapariciones forzadas entre la organización popular, que resiste a los embates del neoliberalismo más cruento. Si bien es cierto que la propuesta progresista se enmarca en una posición privilegiada frente al resto de opciones burguesas, estas elecciones podrían servir al menos para sondear una respuesta popular a un candidato de extrema derecha como Topic para el próximo ciclo electoral de 2025.

En definitiva, cabe recalcar que los progresismos se encuentran en un segundo momento político en el continente, en el que se vuelven cada vez más conservadores, como son los ejemplos de Argentina y Chile, con políticas económicas neoliberales, el punitivismo como respuesta a la descomposición social y el neo-extractivismo colonialista como política de Estado, que ya les caracteriza. Esto significa que no necesariamente existirán distancias abismales entre los proyectos socialcrisitano y progresista, más aun cuando sabemos que existen ya alianzas francas entre ambos partidos, con Aquiles Álvarez y Marcela Aguiñaga en la alcaldía y prefectura en la ciudad de Guayaquil por ejemplo.

Mientras las diversas fracciones de la burguesía instrumentalizarán este periodo de transición entre el escenario actual, en el que Lasso pasará reformas como decretos ley, esperando que la siguiente Asamblea Nacional los apruebe; este momento específico representa también una ventana de oportunidad de concertar alianzas estratégicas por parte de la clase trabajadora, para conformar un bloque histórico en torno a un frente popular antineoliberal y plurinacional. La radicalización de discursos y prácticas por la ultra derecha política en este momento histórico, indican que la hegemonía política ya no puede ser sostenida por otros medios por la clase dominante sino por la perpetuación del estado de excepción y el uso de la fuerza. Nuestra tarea histórica, frente a los intentos de sometimiento a la violencia capitalista del Narcoestado por parte de la alianza burguesa con el crimen organizado, es la construcción de poder popular plurinacional, encaminado a la superación definitiva del sistema capitalista.

 

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