Privatizando el común

coca codo
Lunes 19 de Agosto de 2019

En el país del gobierno cuántico, no cesan los intentos de desinstitucionalización y construcción de ingobernabilidad, entre los cuales constan la reciente destitución ilegítima de la mayoría del CPCCS. En simultáneo con esta lógica se está dando un proceso de privatización de la totalidad de los sectores estratégicos de la sociedad y economía ecuatorianas. Esto con el objeto de que prometan plusvalía a inversionistas internacionales. De esta manera debe entenderse también el último anuncio de concesionar la hidroeléctrica Coca Codo Sinclair, después de haberla demonizado como proyecto del despilfarro correísta, un negociado que según el discurso del gobierno nunca lograría entrar en funciones.  Sin embargo, ahora se pretende privatizar este proyecto a toda costa. Una hidroeléctrica que se encuentre en estado disfuncional, ciertamente jamás podría ser dada a concesión. Aquí se presenta una de las tantas incongruencias estructurales del gobierno de Moreno, el cual por medio de estas construcciones discursivas tiene como objetivo crear una confusión generalizada en la opinión pública. Cada vez se posibilita más una alineación de un elemento a su estrategia de desprestigio, seguida por la creación de una crisis autoinducida y la consecuente subasta de todo lo público, y todo esto muy por debajo de su valor real.

Como en su tiempo, el Canal de Panamá estuvo concesionado por casi un siglo a los E.E.U.U., hasta volver finalmente a manos panameñas en 1999, en la actualidad la infraestructura pública se encuentra a la subasta en el Ecuador. Empezando por las empresas públicas más grandes, como CNT, pasando por la concesión de hidroeléctricas como Sopladora, Manduriacu y Coca Codo Sinclair, además de la Refinería de Esmeraldas. El patrimonio público se encuentra pasando a manos privadas pertenecientes a inversionistas multinacionales, de manera acelerada y extremadamente brusca. No cabe duda de que el Ecuador vuelve a la época de la desregulación, la flexibilización y precarización laboral, y en definitiva, el recrudecimiento de las relaciones de explotación inherentes al sistema capitalista, el cual incluye la venta de todos los recursos públicos.

La política del choque y pequetazo vuelve a estar al orden del día, beneficiando a los grupos económicos de poder, los cuales han retomado las riendas simbólicas del carruaje descarriado que pretende ser el Ecuador. Actualmente, nuestro carruaje se encuentra a la deriva, acercándose cada vez más al abismo infinito llamado deuda e(x)terna, mientras nuestro grado de estatalidad en todos los ámbitos y sectores sigue decreciendo gradualmente, deteriorándose por la presencia de personajes parasitarios que rifan al Estado, la naturaleza y al ser humano en la ruleta rusa mal llamada mercado internacional.

Este es, en definitiva, el tipo de inversión que se pretende traer al país, correspondiente a la lógica de privatización de ganancias y colectivización de pérdidas, mientras se quiere financiar las pensiones de los jubilados con una nueva metida  de mano en el bolsillo del pueblo. Las concesiones y privatizaciones responden también a las condicionalidades impuestas por los múltiples acreedores internacionales a los cuales el Ecuador les debe obediencia. Lo que resulta irónico en este momento es que ahora sea el turno de privatizar Coca Codo Sinclair, hidroeléctrica construida por los buenos amigos de Moreno, la constructora china Sinohydro, la cual tuvo la gentileza de cubrir los gastos de los interiores del departamento completo del entonces vicepresidente en Ginebra.

No caigamos en ingenuidades. El Sur global, y dentro de este también el Ecuador, siempre han constado como “patio trasero”. Regiones y países que fueron y son clasificados por los prefijos como “sub” en términos capitalistas. La lógica del mercado siempre ha subyugado a América Latina a ser proveedora de materia prima, la “esclavitud perpetua” implantada desde el Norte, función con la cual el Sur debe contentarse en este tipo de correlación de fuerzas.

Ante la arremetida neoliberal, la cual no bajará su guardia en ningún momento hasta lograr la privatización definitiva de todo lo que llamamos común, la defensa de la naturaleza, además de las personas y los bienes comunes resulta hoy más pertinente que nunca. El control común de estos recursos idealmente aseguran cierto tipo de control de una sociedad sobre sus recursos y bienes más valiosos.

La lucha social por lo común resulta fundamental ante un Estado que vive del atropello del pueblo, de su gradual venta y declive. De su manipulación continua, para obligarle a volver al debate de ingenuidades descabelladas propuestas para dominar: como la disyuntiva favorita de Moreno, correísmo vs. anti-correísmo. Ante las élites, que con este esquema solo quieren vernos divididos, unámonos, atrevámonos a crear nuevas realidades, las cuales excluyan la eterna lógica de dependencia y permitan una nueva manera de relacionarnos entre nosotros, nosotras y nuestro entorno.

Si el capitalismo es barbarie, atrevámonos a crear un mundo en el que nos miremos a los ojos de forma igual, luchemos por nuestra obligación a vivir en simbiosis con la naturaleza y en son de terminar con toda explotación. Sin duda, bajo el capitalismo solo nos queda despojo, explotación, subyugación y ser eterno territorio de reacumulación primaria. Ante la muerte, ofrezcamos lucha, ofrezcamos vida, defendamos lo común. Como colectivo, colectivicemos todo, desarrollando experiencias genuinas y auténticas de auto gobierno y en solidaridad. 

 

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