Notas para veganxs primerizxs
Tengo 17 años y llevo dos siendo vegana. En este escrito, a partir mi propio recorrido de cuestionamientos y experiencias, quisiera empezar a señalar algunas ideas que pueden funcionar para otrxs jóvenes veganxs.
Hace mucho había empezado a pensar en lo que significa comer carne. Cuando era niña, amaba a los animales de mí alrededor: las ardillas del parque de Peña Pobre, las abejas en las flores de mi escuela, los gatos callejeros de mi barrio, las lagartijas que encontrábamos en los recreos. Comencé a preguntarme, si amas a los animales ¿por qué te los comes? ¿Qué implica comer un animal?
En ese momento, yo misma trataba de justificar esa acción que me estaba empezando a causar vergüenza y asco. Entonces decía cosas como “es lo normal”, “todos lo hacen”, “es lo que comemos”. El argumento más fuerte que encontré tenía que ver con que muchas personas que estaban contra el maltrato animal, habían ya presionado a las empresas a asumir políticas para dignificar el trato y la muerte de los animales que luego llegarían a nuestros platos.
Dentro de los animalismos, la perspectiva bienestarista es la que precisamente justifica, maquilla e ignora la violencia hacia los animales dentro de mataderos y granjas. Debido a la problemática social que causan estos lugares, la industria cárnica nos ha hecho creer que los animales están protegidos por regulaciones de “bienestar animal”. En realidad, estas políticas no se preocupan por la vida de los animales y solo son funcionales a una industria lucrativa y contaminante. El debate sobre el bienestar animal nos lleva a dos rutas sin salida, y nos deja con dos opciones para matar: la que es “humanitaria” y la que no. Pero, hay otra salida, la única aceptable para los animales: la completa abolición de la explotación de sus cuerpos. De eso se trata, justamente, la articulación entre veganismo, antiespecismo y animalismo.
La primera vez que realmente cuestioné mi especismo fue a los 15 años cuando una serie de eventos y personas llegaron a mi vida, eso me había llevado a googlear términos como “veganismo”, “especismo”, “animalismo” o “derechos animales”. Para mí, ver videos y fotos de mataderos y granjas fue una de las cosas más fuertes y que, definitivamente, marcó mi decisión de ser vegana. Ese mismo día me dije a misma y le dije a mi familia que nunca más iba a comer carne, y así fue.
Desde ese entonces me defino a mí misma como una joven vegana. Pero mi cuestionamiento no terminó ahí. Empecé a preguntarme qué significaba ser vegana. Según Wikipedia, el veganismo es una “práctica que rechaza la utilización y consumo de todos los productos y servicios de origen animal”. Esta definición, un poco simple, reforzaba mi idea de no comer animales. Estaba pesando en ser “la vegana perfecta” y me juzgaba a mí misma y a otros desde ese criterio. Hoy creo que esa idea es un poco arbitraria y carece de un pensamiento crítico. El veganismo muchas veces se percibe como el estilo de vida de un individuo que busca beneficiar a los animales, al medio ambiente o a sí mismo, y lo entendemos desde el consumo, siendo lo que consumimos -o lo que dejamos de consumir- lo más importante al ser vegano.
¿Ser vegano es un nicho de consumo? De hecho, la idea genera altas demandas de productos vegan o cruelty-free, donde las empresas encuentran un mercado. Aunque el veganismo es una parte fundamental para la política antiespecista, no podemos creer que solo basta con dejar de consumir productos de origen animal para acabar con el sufrimiento de los animales no humanos.
En nuestra sociedad, existen muchas estructuras de dominación: racismo estructural, estructuras de clase, heteropatriarcado, etc. Así mismo, el especismo es una estructura que efectúa la discriminación y perpetúa diferentes formas de violencia hacia los animales no humanos. Mi veganismo y animalismo están dentro de un conjunto de creencias y de prácticas que integran a luchas contra el especismo, el capitalismo, el machismo, el racismo, el clasismo. El veganismo es una forma en la que puedo entender la manera en la que vemos y tratamos a los demás animales en nuestra sociedad. El dominio de animales humanos sobre los otros animales y sobre la naturaleza, conocido como antropocentrismo, permite que los animales, humanos y no humanos sean explotados.
Hoy, cuando me preguntan por qué soy vegana, mi respuesta es ¿por qué no? No encuentro ni una razón (ni ética, ni científica, ni de praxis) para no serlo. Y cada día aprendo más.