El modelo biomédico hegemónico en el Ecuador
El proceso de construcción del modelo biomédico – al igual que otros paradigmas – ha sido producto del devenir histórico de la humanidad. En el medioevo, la visión del mundo es transformada y este, es visto como una máquina constituida de varias partes a fin de que a través de la fragmentación del todo, los fenómenos puedan ser analizados por “partes”. Este paradigma mecanicista ha pretendido y pretende hasta ahora generar principios o leyes de aplicación universal (Capra 2000). Para el positivismo (cuyo rasgo principal es posicionar la “lógica científica” por encima de cualquier otra forma de análisis) y para la construcción de la medicina como “ciencia”, pensamientos como el de Comte favorecieron la utilización del método científico en la incorporación de conocimiento y por lo tanto del poder (Briones 1996; Foucault 1991).
De este modo, el pensamiento cartesiano (que tenia como fin la creación de un sistema filosófico lógico e inexpugnable) y las ciencias positivas creadas en el siglo XVIII, auguraban el conocimiento cabal del hombre, de manera científica y racional, a través de la sociología, la psicología y la biología (Foucault 2013); esto llevó a la consecuente legitimación de las “ciencias médicas”. Esta “legitimización” no obstante, ha sido lograda en base a la invalidación del conocimiento del otro como resultado del ejercicio del poder.
En este contexto, el ejercicio del poder tanto en Latinoamérica como en otros países que han sido colonizados, está vinculado a la extinción de las fuentes epistémicas o “epistemicidio”, en términos de Boaventura De Sousa Santos (Santos 2010). Esto ha sido posible partiendo de la diferencia, y utilizándola para destacar particularidades como etnia y religión (Quijano 1998). De ahí que los saberes ancestrales fueron desconocidos y el poder biomédico se institucionalizó en la región.
En la Real Audiencia de Quito (ahora Ecuador) (Núñez Sánchez 2017), aunque los primeros agentes de salud popular española llegan en 1531, solo un poco antes de 1548 se funda el primer hospital en la ciudad de Quito: Nuestra Señora de la Antigua; posteriormente se planifica la construcción del hospital Santa Catalina Virgen y Mártir en 1564 en Guayaquil (aunque no hay documentación sobre su fundación), y luego, en Quito, se inaugarará el Hospital de la Misericordia de Nuestro Señor Jesucristo el 9 de marzo de 1565. Estos establecimientos, ejerciendo la “medicina-caridad”, marcaron el inicio de un poder ejercido por una nueva institución traída por la colonia, poder perennizado a través de la instauración de la enseñanza médica en 1693 (Estrella 2004).
Llama la atención la influencia de la religión como parte del arsenal conquistador en la región, evidente en muchos otros ejemplos, de este modo, la Iglesia católica desarrolló como institución un discurso de sanación o salvación, discurso que será conferido al médico permitiéndole el ejercicio del poder pastoral (Foucault 1991). Esto nos lleva a un escenario similar a lo que la Iglesia hace por medio de la confesión de los pecados para la salvación del alma, en el sentido que la institución médica tiene plena capacidad de “indagar moralmente” a los enfermos con el fin de ofrecerles sanación (Cuvi y Torres 2013).
Cómo se ejerce el poder desde la biomedicina hoy
En este contexto, el poder de la biomedicina es ejercido desde la subjetividad del sujeto colonizado. El pensamiento hegemónico enquistado y manifestado en la aproximación del ideal de Occidente o a las imágenes de blanquitud y la enajenación al proceso histórico de dominio, han determinado que las representaciones occidentales se perpetúen y, que la premisa sea la de alcanzar ese ideal (Echeverría 2007). Es decir, que a más del nefasto proceso de colonización sucedido, existe la perniciosa y constante idea de alcanzar el Norte. Eso es determinante para la perpetuidad del modelo medico hegemónico ya que la medicina alopática o biomedicina, se valida a sí misma y deslegitima a los demás saberes, prácticas y conocimientos como parte de su misma validación. Por consiguiente, y con la extinción de otros saberes como exigencia, el poder se perpetúa y se hace ubicuo.
Por otro lado, el poder de la medicina se ejerce desde esta como institución. La medicina es una institución jerárquica donde cada sujeto que se ve inmiscuida el ella, cumple un rol específico con límites claramente definidos, con representaciones simbólicas específicas y con relaciones intersubjetivas normadas. En este ámbito el poder no está democratizado. (Cuvi y Torres 2013).
El conocimiento del médico establece una diferencia con los otros – que no conocen de medicina – de manera constante y cotidiana, normalizando el ejercicio del poder biomédico y la imposición hegemónica. Esto impide que el sujeto tenga poder sobre su propio cuerpo, sobre sus decisiones y sobre sus procesos de salud-enfermedad; dicho de otro modo, no se le confiere al sujeto la capacidad de enfrentar los acontecimientos suscitados en torno a su salud de manera autónoma (Illich 1975).
Es necesario que en la actualidad, se discuta profundamente sobre el modelo biomédico hegemónico en el Ecuador: establecer canales de diálogo entre las ciencias sociales y las ciencias biomédicas, validar saberes que han permanecido marginados y visibilizar propuestas epistemológicas distintas. Esta discusión debe buscar la complejización de la concepción biopsicosocial del proceso salud-enfermedad actual, no en términos sumativos sino interactivos, con la participación de diferentes actores individuales y colectivos, en aras de la construcción de un verdadero modelo de atención integral en salud (Madariaga 2008).
Bibliografía.
Briones, Guillermo. 1996. Epistemología de las ciencias sociales. Memoria.Fahce.Unlp.Edu.Ar.
Capra, Fritjof. 2000. La trama de la vida. Una nueva perspectiva de los sistemas vivos. 3ra ed. Barcelona: Editorial Anagrama.
Cuvi, Juan, y Victor Hugo Torres. 2013. Curar y someter. Modelo biomédico y cultura política en el Ecuador. Quito-Ecuador: Abya-Yala, Universidad Politécnica Salesiana. https://doi.org/10.1017/CBO9781107415324.004.
Echeverría, Bolívar. 2007. “Imágenes de la ‘blanquitud’”. En Sociedades icónicas. Historia, ideología y cultura en la imagen, Siglo XXI. México.
Estrella, Eduardo. 2004. Pensamiento Médico Ecuatoriano. Primera Parte. Editado por Corporación Editora Nacional. 1era ed. Quito, Ecuador: Banco Central del Ecuador.
Foucault, Michel. 1991. El sujeto y el poder. Editado por Sofía Amaya y Jaime Toro. Carpe Diem.
———. 2013. ¿Qué es usted, profesor Foucault? : sobre la arqueología y su método. 1era ed. Avellaneda: siglo veintiuno. http://www.sigloxxieditores.com.ar/fichaLibro.php?libro=978-987-629-343-3.
Illich, Iván. 1975. Nemesis médica: la expropiación de la salud. Editado por Barral.
Madariaga, Carlos. 2008. “INTERCULTURALIDAD, SALUD Y DERECHOS HUMANOS: HACIA UN CAMBIO EPISTEMOLÓGICO La crisis del modelo biomédico y los desafíos actuales”. Reflexión, núm. 36. http://www.cintras.org/textos/reflexion/r36/intercularidad.pdf.
Núñez Sánchez, Jorge. 2017. Guayaquil: una ciudad colonial del trópico. Editado por Delia Torres. 2da ed. Guayaquil: Ministerio de Cultura y Patrimonio, Archivo Histórico del Guayas.
Quijano, Anibal. 1998. “Colonialidad del poder, cultura y conocimiento en América Latina”. Ecuador debate 44: 15.
Santos, Boaventura De Sousa. 2010. Descolonizar el saber, reinventar el poder. Development and Change. Vol. 44. https://doi.org/10.1111/dech.12026.