El triunfo de Yaku
Los resultados de los comicios del 24 de marzo de 2019 dejaron varias sorpresas a nivel nacional, con la elección de candidatos imprevistos en localidades supuestamente ya decididas por la tradición partidista o el caudillismo innato. Ahora bien, entre los motivos para que la academia, analistas y políticos no hayan atinado a los resultados, se pueden señalar los siguientes: Existe en la clase política – y en parte de la academia – un desconocimiento de las verdaderas, necesidades y aspiraciones de la ciudadanía, lo cual conlleva a estructurar discursos y campañas que no empatan con el electorado, quien busca discursos alternativos y nuevos, especialmente aquellos que se muestran sencillos y aparentemente desideologizados. Más allá, falta un mayor conocimiento y un manejo adecuado de la política 2.0, porque no se trata únicamente de tener cuentas de Twitter, Instagram o Facebook para publicar fotos y hacer campaña sucia con el trollcenter, sino de encontrar la manera de desarrollar y conducir tendencias de opinión y contacto directo entre el ciudadano y la clase política.
Muchos analistas cometimos el error de creer que existían anticipadamente, tanto a nivel de provincias como a nivel nacional, varios cadáveres políticos y políticos ganadores y perdedores; olvidando que en el escenario polític ecuatoriano nadie está muerto, ni aún después de su desaparición física. Adicionalmente, las encuestas en Ecuador pasaron de ser instrumentos para la toma de decisiones a instrumentos de distorsión, que están beneficiando solamente a determinadas empresas en detrimento de la ética política. Ha llegado el momento de plantearse un debate profundo sobre el papel de las encuestas y su difusión masiva. ¡Tenemos que hacer algo!
En el caso del Azuay, podemos afirmar que se cumplieron en diversa medida estos factores que dieron como resultado la siguiente distribución electoral a nivel de alcaldías y la prefectura: (véase talba 1).
Como es posible observar en la gráfica anterior, uno de los triunfadores en el Azuay resulta ser el verdadero partido de gobierno, conformado por la coalición de Ecuatoriano Unido (del hermano del presidente Moreno) y Democracia SI (liderado por Gustavo Larrea), los que obtuvieron hasta 6 alcaldías en conjunto. Aunque es necesario indicar que la votación obtenida no se debe a dichos partidos como tales, sino al voto que favoreció a las candidaturas nuevas.
En esta ocasión, se intentará profundizar la discusión en torno a la victoria electoral en la prefectura del binomio Yaku Pérez-Cecilia Méndez, el cual se presentó como una de las sorpresas, no sólo porque no figuraban en las encuestas, sino por la radicalidad de su discurso respecto a ciertos aspectos. A criterio del autor, los siguientes factores podrían explicar lo sucedido: La lucha por el agua resulta ser una preocupación primordial en el Azuay, al ser una provincia infestada por proyectos mineros a toda escala, los mismos que amenazan fuentes hídricas y áreas protegidas. Sin embargo, dicha preocupación aparenta ser urbana y millennial, ya que Pérez y Méndez ganan sobre todo el área urbana de Cuenca, pero pierden en cantones (algunos incluso afectados por la minería) como son: Camilo Ponce Enríquez, Chordeleg, El Pan, Gualaceo, Oña, Paute, Pucará, San Fernando, Sevilla de Oro y Sigsig. Además, particularmente Yaku Pérez se benefició de una literal explosión en términos electorales, articulando efectivamente el discurso sobre la identidad indígena y los saberes ancestrales, elemento que caló hondo sobre todo en adolescentes y jóvenes urbanos. Otro factor de importancia resulta ser el hecho de que la campaña austera de Pérez sacó provecho de la fuerte pugna entre Esteban Bernal y María Cecilia Alvarado. Estos dos candidatos pasaron a confrontarse directamente por medio de una campaña de desprestigio y ataques constantes, situaciones que fueron percibidas de forma negativa por la ciudadanía azuaya, que prefirió dar su voto a un candidato que sonaba conciliador y de a pie. Además, el factor de mayor peso que benefició a Pérez y Méndez resulta ser que buena parte de la ciudadanía los identificó como una opción nueva y ciudadana, desconociendo que ambos son políticos y activistas de larga data. Yaku Pérez fue incluso concejal de Cuenca hace más de 20 años, como Carlos Pérez, antes de su cambio de nombre.
Resulta posible también asegurar que Yaku y Cecilia obtuvieron réditos a consecuencia de factores negativos y contrarios de las otras candidaturas como fueron: la campaña de desprestigio contra Alvarado, la campaña tradicional y cansona de Bernal, el rehuir del debate tanto por parte de Bernal como Alvarado, o el machismo y la curuchupería contra el último.
En conclusión, una vez que Yaku Pérez y Cecilia Méndez ganaron las dignidades por las que concurrían en la contienda electoral, deberán cumplir con las altas expectativas que han generado en la ciudadanía, quien está dispuesta a exigir el cumplimiento de las promesas de campaña, algunas de ellas complejas, como son: una nueva carretera a Guayaquil vía Soldados, la eliminación la tasa solidaria en la matriculación vehicular (suponiendo una pérdida de más de 5 millones de dólares) y desarrollar la convocatoría a consulta popular a nivel provincial sobre la minería metálica en Azuay. Si bien son difíciles de cumplir, si los candidatos electos logran llevarlas a cabo, llegarían a consolidar una plataforma político-electoral no sólo a nivel local, sino incluso nacional, para convertirse en referentes de una alternativa de izquierda con contenido.