La última y nos vamos...
Quito es la capital más antigua de Sudamérica, 2.644.145 habitantes en todo el Distrito Metropolitano, iniciadora de la liberación española del continente, ciudad majestuosa poseedora del casco colonial mejor conservado de América, en sus entrañas alberga casas que tienen más de cuatrocientos años de antigüedad, calles empedradas y angostas, iglesias con un sinfín de historias a ser contadas, tradiciones, cultura y gastronomía merecedoras de premios nacionales e internacionales. Con semejantes características, no sería de admirarse que más de uno, piense que se está hablando de algún tipo de ciudad fabulosa y paradisíaca, pero lastimosamente en los últimos años, la ciudad de la que hablamos ha sido sometida a una serie de eventos irresponsables.
El sistema de democracia representativa que se utiliza en el Ecuador para elegir a sus gobernantes, nos acorraló a los ciudadanos y ciudadanas a escoger el 14 de mayo de 2014 entre dos personajes que de alguna manera habían sobresalido: Augusto Barrera y Mauricio Rodas Espinel de 39 años de edad, el primero, era el alcalde en funciones en ese momento, el segundo, una joven figura de la política nacional.
A inicios de noviembre de 2013 se oficializa la participación de Rodas como candidato, inicialmente tuvo una intención de voto aproximada del 22.5% frente al 49.5% del candidato a la reelección, cifra que variaría en el tiempo, dando el triunfo al final, y con una definición que salía de un alto porcentaje de indecisos, a Rodas con un 58% de votos.
Su campaña electoral fue un abanico de ofertas que permitían soñar con una ciudad mejor a la que ya teníamos, una capital limpia, segura, con facilidades de movilización, con servicios básicos permanentes y en toda la extensión del distrito, inclusiva, con bajos impuestos, etc. Era la “ciudad inteligente” que el candidato ofrecía en todas y cada una de las tarimas, con el adorno adicional de llegar a tener en nuestra capital, el hasta ahí desconocido y fabuloso “Metro de Quito”, herramienta que utilizó para ensalzar todas las demás propuestas generadas en torno a su campaña.
En la actualidad y en contraste a lo ofrecido, Quito ha superado una serie de dificultades de toda índole, situaciones vergonzosas que han menoscabado la autoestima de los ciudadanos; momentos duros para quienes habitamos esta urbe, que alguna vez fue considerada una especie de paraíso. No, no es exageración, en estos cinco años hemos observado atónitos e inmóviles como el resultado de la falta de planes de trabajo coherentes, reales y construidos con la ciudadanía, ha pasado una de las facturas más caras de la historia de la ciudad, narcoasesores, proyectos inviables, canchas sintéticas con precios de estadios de fútbol, muertos por falta de seguridades, falta de servicios básicos, basura desperdigada, problemas sanitarios, coimas y corrupción.
Estas han sido los emblemas de la administración de Rodas, los quiteños y quiteñas hemos atravesado con dificultad muchos problemas, mismos que heredarán consecuencias lamentables para la ciudadanía y la próxima administración. Sin embargo, a manera de “despedida”, Rodas en un acto bochornoso durante la entrega de los premios World Travel Awards, donde Quito ganó cuatro distinciones (por sus maravillas, no por su gobierno), apareció en claro estado de embriaguez; situación que hoy pretende justificar con el cuento que estaba cansado. Rodas hizo tal papelón que los videos y audios circulados en redes sociales, han trascendido fronteras, convirtiéndose en la causa de memes y burlas a nivel internacional; burlas que van más allá de la figura de Mauricio Rodas (quien se lo buscó), y que recaen sobre también sobre nuestra ciudad, sobre nuestra gente, porque, aunque nos moleste y duela este “señor” figura como el representante de la ciudad.
Varias opiniones hemos podido leer en redes sociales, algunas personas hablan de “curuchupismo y moralina” por parte de quienes se indignan frente al acto proferido por Rodas, sin embargo, es más que conocido que este es solo el último escándalo dentro del comportamiento errático e irresponsable de alguien que no conocía la ciudad y pretendió jugar a ser alcalde.
En conclusión, los quiteños y quiteñas nos hicimos cargo de un problema grotesco y vulgar, a causa de nuestra falta de madurez política, aprovechada por politiqueros que no han permitido que la ciudad se gobierne desde los tejidos sociales y desde sus propias necesidades. Sin duda, somos víctimas del peor gobernante de la ciudad en su historia.
Hemos sufrido la desidia y negligencia de un grupúsculo de oportunistas que poco a poco se han bajado de la camioneta para pretenderse inocentes de la debacle de Quito. Ahora, lo peor vendrá tras el chuchaqui de esta última borrachera.