Las estrategias mediáticas de Daniel Noboa para mantener su nivel de aprobación, a pesar de todo
¿Cuánto Lasso vemos en Noboa? Aparecer con gorra de militares rodeado de las Fuerzas Armadas, declarar estados de excepción y “toques de queda” ineficaces, proponer una consulta popular con preguntas “carnada”, inventarse cifras sobre nuevos empleos creados, seguir la agenda neoliberal del FMI, entregar el país a los EEUU y apagones de luz. Varias son las similitudes entre ambos personajes, sobre todo respecto a su política económica. Aunque también hay que considerar que al menos a Guillermo Lasso no se le “escapó” alias Fito.
A pesar de su parecido con Lasso, Noboa mantuvo durante casi 4 meses -según perfiles de opinión- un 80% de aprobación -actualmente un poco más de 50%-; a diferencia de su co-ideario quien tras la muerte cruzada, dejó la presidencia con un 12% de aceptación. ¿Cuál es el secreto de Noboa? Seguramente tiene que ver el contrato de pauta publicitaria de 2 millones de dólares firmado en enero por parte del Gobierno Nacional. Dinero “bien invertido”, no solo para elevar su imagen gracias al milagro de las corporaciones de comunicación, sino también para mantener el mito de su alta popularidad. Esto ha resultado altamente efectivo, pero ¿por cuánto tiempo más?
Noboa es la continuación y profundización del modelo neoliberal, pero con un nivel de intervencionismo de los EEUU perturbador. Esto se evidenció tras la consolidación del convenio militar entre el gobierno de Ecuador y el pentágono: iniciado por Lasso y concretado por Noboa. Al igual que Lasso, Noboa con su pose militarista nada ha hecho para resolver la pobreza estructural, que es la causa directa de la violencia actual.
A nivel económico, Daniel Noboa logró subir el IVA al 15% para exprimir al pueblo ecuatoriano, mientras que consiguió, a través de su Ley Económica Urgente, la condonación de obligaciones tributarias a los de su clase social. Mantiene impagos a gran porcentaje de los trabajadores del sector público, al igual que a los proveedores del Estado, mientras impulsó una Consulta Popular con preguntas trampa cuyo objetivo era lograr pasar la reforma de la Constitución para retornar al trabajo por horas (pregunta E), generando así mayores beneficios al sector empleador del que es parte; así como beneficiarse del arbitraje internacional (pregunta D) dado que las empresas de sus familiares ricos figuran legalmente como extranjeras, como por ejemplo la Bananera Noboa, cuyos accionistas registrados en la Superintendencia de Compañías están registrados desde otros países disfrazados como inversión extranjera. No lo logró.
Pero ¿cómo logró hacer en un par de meses lo que a Guillermo Lasso le costó su puesto? Desde la campaña electoral de Noboa se pudo observar ya cuál sería el cariz de las estrategias mediáticas de su actual gestión: comprar a la prensa. Tal es así que, actualmente no existen medios de comunicación que sean verdaderamente críticos con su gobierno, mismo que ha tenido varios “traspiés”, amablemente excusados por los medios, entre ellos: las medidas económicas antipopulares, los excesos militares (los asesinatos extrajudiciales por parte de las FFAA) y la invasión a la embajada de México violando el derecho internacional.
Para un análisis sobre la situación actual hay que considerar la gradualidad. Desde el año 2016 los gobiernos de turno han venido aplicando la misma receta en diferentes dosis. Cuando la dosis ha sido elevada, el pueblo ecuatoriano la ha frenado en las calles. Sin embargo, con la ayuda de las corporaciones de comunicación, durante varios años se viene fortaleciendo un discurso a favor de la política económica neoliberal, hasta el punto en que este programa llegó a ser aceptable para una parte importante de la sociedad ecuatoriana.
Por otro lado, durante los últimos años, nos entregaron el problema para vendernos la solución. Como ya han señalado algunos académicos, el terrorismo de los grupos delincuenciales fue un problema pensado e ingeniado para vendernos la “lucha contra el narco” como una solución rentable para ganar apoyo popular y justificar la represión en contra de quienes protesten ante la agenda neoliberal. Induciendo miedo a la población para que acepte lo inaceptable y sea altamente manipulable, pues con miedo no podrían levantarse y rechazar las medidas económicas como ocurrió en el año 2019 y en el 2022.
Recordemos que Guillermo Lasso desde el año 2021 usó en varios de sus discursos la “lucha contra el narcoterrorismo” intentando legitimarse. Incluso trató de ligar al Paro Nacional de junio de 2022 con un supuesto financiamiento del narcotráfico para justificar la brutal represión de la organización popular. Esta narrativa la replicó recientemente Noboa durante el caso ejemplar de Palo Quemado, dónde se trató de “terroristas” a los comuneros que defendieron su territorio del saqueo minero, quienes también recibieron la represión del Estado.
Desde que inició su periodo como presidente, Noboa partió del shock económico con el discurso de “no hay plata”, para avanzar hacia generar la conmoción social -a través de un simulacro como lo fue el ataque a TC-, y así tener una excusa para declarar el Conflicto Armado Interno, atrapando a miles en esta ficción. En este contexto, Daniel Noboa -actor del poder realmente existente- logró posicionarse como salvador del Ecuador gracias a las corporaciones de comunicación (lo que Lasso intentó y no pudo) y de esta forma quedaron ocultos y pasaron a segundo plano los vínculos entre el narco y burguesía, narcogenerales y FFAA, jueces y fiscales corruptos; y el lavado de dinero en el sistema financiero.
Así, TC televisión, Teleamazonas, Ecuavisa y otros medios se convirtieron en proveedores de contenido publicitario para levantar la imagen del gobierno en el contexto del CAI, haciendo pasar sus spots publicitarios como si fueran “noticias”. Como resultado, para mostrar la imagen de un gobierno que trabaja, los titulares del noticiero matutino fueron insistentes durante dos meses continuos: “Policía captura 200 terroristas” por día. Mientras tanto se mostraban a los militares aprehender a la tropa del narcotráfico: todos jóvenes pobres de los barrios marginales, nunca un capo, nunca un dueño de la droga, ningún pez gordo, ningún narcogeneral, ningún líder, ningún procesado por el caso de las exportaciones de banano que llegan mezcladas con cocaína a otros países del mundo, ningún procesado por la hacienda en Cumbayá donde se encontraron toneladas de droga.
Según las cifras del gobierno, han capturado casi 20 mil “terroristas” desde que inició el conflicto armado interno, sin embargo, no existe ningún proceso para la gran mayoría de los detenidos. Lo que nos permite concluir que la captura en televisión nacional de los supuestos criminales fue un show mediático, pues en la práctica, la mayor parte de esas personas capturadas han salido en libertad. Se disipó la atención de los narcos burgueses que quedaron al descubierto en el gobierno anterior. Las corporaciones de comunicación, altamente efectivas, nos crearon “perfiles” para identificar a los terroristas, perfiles que se convirtieron en una caza de brujas contra los sectores populares, en especial contra jóvenes de piel morena con tatuajes, a través de emisiones diarias en televisión nacional.
De esta forma modelaron nuestras actitudes y creencias. Así es que ahora asociamos directamente la palabra terrorista con sector popular. Nunca pensamos en alguien de tez blanca con traje y corbata, dueño de una finca en Cumbayá o dueño de un banco. Lo que sí es que nos han vendido un país de fantasía donde el Plan Fénix ha resuelto los problemas de los ecuatorianos, mientras el número de secuestros y extorsiones que sufrieron los ecuatorianos entre enero y marzo del 2024 se quintuplicó respecto al mismo periodo en 2023.
Las corporaciones de comunicación son las armas silenciosas de Daniel Noboa para transitar una guerra tranquila, manteniendo más del 50% de aceptación. Está por verse si logra legitimarse para las siguientes elecciones en el 2025. Después de los resultados de la Consulta Popular y Referéndum, donde el condumio más importante no logró beneplácito popular, más vale dudar de esta supuesta aprobación. En la práctica podemos observar el mismo accionar que su antecesor Lasso, y poco a poco la clase trabajadora también se va dando cuenta. Por si fuera poco, la derecha, en conjunto con las corporaciones de comunicación, ya han elegido su Plan B, posicionando también durante los últimos 3 años la imagen de la Fiscal Diana Salazar, ante la pérdida de popularidad de Noboa.
El gobierno promete el bienestar futuro mientras nos hace aceptar el dolor en el presente. Por parte del campo popular, solo nos queda educarnos desde las bases para desarrollar capacidad de pensamiento crítico y contrastar la información que llega desde las corporaciones de comunicación. Necesitamos más procesos de comunicación alternativos, comunitarios y populares desde los oprimidos, que ayuden a encender la chispa de la desobediencia y de la dignidad.