Los “populismos de derecha” no existen

Populismos de derecha no existen
Miércoles 12 de Junio de 2019

El tablero político global se está reacomodando en un contexto de crisis generalizada. Cierta izquierda se revitaliza en algunos casos, pero las llamadas extremas derechas ganan fuerza en Europa y nuevos actores políticos ascienden al gobierno del Estado tanto en el Viejo Continente como en América. En el marco de estos procesos, buena parte de la prensa global se aventura a tildar a gobiernos como el de Trump o Bolsonaro y fuerzas políticas como el Frente Nacional francés o el partido italiano Liga Norte como expresiones del “populismo de derecha”. Pero, ¿en base a qué adoptan tal definición?

La noción de “populismo”, como toda categoría política, ha estado sujeta a disputas tanto político-mediáticas como académicas a lo largo de varias décadas. Quienes conciben el populismo de manera despectiva parten de que se trata de un proceso protagonizado por un liderazgo fuerte que sostiene y ejerce su poder gracias a un discurso “irracional” que promueve una división entre un “nosotros” (el pueblo) y un “ellos” (los que buscan dañar al pueblo). Con base a tal diagnóstico es posible pensar en un Trump que sostiene y ejerce su poder desde un discurso que promueve el odio de los estadounidenses (el pulcro pueblo) hacia los migrantes (responsables máximos de todos sus males), generando una fractura interna en el país entre un “nosotros” y un “ellos”.

Este ejemplo se deriva de una visión maniquea sobre el populismo que se desprende de una lectura liberal. Pero para ser populista, según la versión de los economistas ortodoxos neoliberales, Trump debería ser “irresponsable” en términos macroeconómicos, pero Trump no expropia empresas, no genera la universalización de servicios públicos, ni aplica políticas de distribución de la riqueza, entre otras cosas. Entonces parece ser que Trump es difícil de ser catalogado como populista, por lo menos según la versión de los economistas ortodoxos.

También se los ha catalogado de “populismos de derecha” tratando de seguir la interpretación de Laclau. Se dice que Trump es populista en tanto habla en nombre del pueblo y porque genera una ruptura antagónica frente a un enemigo. Esto alcanzaría para decir, según su miope lectura de la obra de Laclau, que Trump es populista. Pero al abordar de forma precisa la obra de tal autor sabremos que pensar en Trump como populista, incluso de derecha, es, cuanto menos, un error de diagnóstico. Laclau sostiene que un proceso populista implica la articulación de demandas o reclamos que son democráticos porque denuncian una relación jerárquica: obrero vs burgués, mujer vs varón, etc., en el marco de un orden de dominación capitalista, patriarcal, etc. Tales demandas traen consigo una potencia democratizadora en tanto presentan una intensión de transformación de las relaciones sociales en un sentido igualitario. Así, el enemigo es el actor público: burgués patriarca, contra el cual se lucha para que la relación de dominación desaparezca.

Por lo dicho, es difícil pensar que Trump, Bolsonaro, Le Pen, etc., articulen algo así como demandas democráticas. Más bien lo que hacen las derechas, a ambos lados del Atlántico, es articular reclamos antidemocráticos e impulsar la restauración de privilegios. En efecto, Trump lo resume en una frase: “Hacer a América grande de nuevo”. Esta frase remite a recuperar un lugar que los Estados Unidos habrían perdido: el de la gran potencia hegemónica, el de gendarme del mundo, su lugar en la cima de toda jerarquía geopolítica. De tal forma, lo que hace Trump es movilizar una idea de rejerarquización y al mismo tiempo, apela a recuperar algo que fue y debe ser restituido. Pero además, también lo hace a la interna: su discurso está orientado a vulnerar los derechos de los inmigrantes, a vulnerar el derecho de las mujeres al aborto, etc. Trump trata de reestablecer el orden geopolítico, racial y patriarcal, no pretende democratizarlos.

En estos términos, por más que Trump hable en nombre de un “pueblo” y establezca un enemigo, no parece posible catalogarlo como populista. Es evidente que la frase “populismo de derecha” constituye una contradicción en sí misma, en tanto la derecha concibe al mundo en términos jerárquicos y no radicalmente igualitarios. Pero más allá del debate o la precisión académica, lo que parece estar detrás de nombrar a estos procesos autoritarios y de derecha como populistas es una jugada político-subjetiva que busca minar la legitimidad de los procesos populistas, especialmente latinoamericanos, pues con ellos se ha puesto en tela de juicio los términos en los cuáles el neoliberalismo pretende gobernar el planeta.

 

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