Otro año nuevo sin izquierda revolucionaria (I)
El año nuevo llegó, junto a una furiosa arremetida del capital, misma que no es más que la profundización de las políticas establecidas durante los cuatro años del gobierno de Lenin Moreno. Estas se sostienen por los sectores burgueses y oligárquicos más reaccionarios, junto con los aparatos de vigilancia y seguridad del Estado, como también por Estados Unidos y su infraestructura económica, política y militar, presente a lo largo de toda la región. De esta forma llega, sin que el cambio de año implique salto cuantitativo o cualitativo alguno por sí mismo en el conjunto de la izquierda -sea esta revisionista o ultra izquierdista, reformista o pequeño burguesa, y la revolucionaria-, sin respuestas suficientes para desarrollar estratégicamente tareas de acumulación de fuerza para al menos parar el exterminio neoliberal y constituirse en un referente con vocación de poder.
Este nuevo momento llega con al menos cinco importantes elementos a considerar: a) reducción drástica de las condiciones materiales de vida del pueblo y la clase trabajadora (apenas 25 dólares al salario básico, liberalización de la economía y flexibilización laboral, etc.); b) violenta ofensiva de la burguesía y oligarquía en la implementación de su agenda política y económica (Ley para la atracción de inversiones, Ley CREO, impunidad jurídica general); c) deterioro del Estado y podredumbre de la democracia burguesa como también del sistema de partidos (UNES, PK, ID), develando componendas interclasistas en función de intereses ajenos a las masas; d) profundización de la agenda represiva mediante la militarización del país so pretexto de la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, con la consecuente descomposición de la estructura policial y militar en todos los niveles, demostrando una importante infiltración por parte de la delincuencia organizada; y e) discurso agresivo de carácter anti comunista amplificado por los medios hegemónicos.
En este sentido, la izquierda no ha avanzado si quiera -en este momento tan difícil en la historia del país y la región-, a intentar comprender las tareas históricas que demanda el momento. Al contrario, ha decantado en un ejercicio vulgar, idealista y anti científico del debate, el franciscanismo y la marginalidad en la práctica y la espectacularización. Esta deriva obedece a varios elementos que tienen relación directa con esta descomposición, mismos que se tratará de abordar, no sin margen de error posible, desde la perspectiva teórica y práctica del marxismo leninismo.
Vulgarización del debate
El marxismo o las ideas de izquierda en su conjunto, hace no pocos años atrás, era fuente de estudio e investigación en universidades e institutos de educación, existía a la par de organizaciones y sus centros de investigación, fundido en la vida diaria del pueblo y la clase trabajadora. Académicxs, investigadorxs, líderesxs de opinión, calificativos con los que trata infructuosamente la pequeño burguesía -en su mediocridad, falta de estudio y desconocimiento- de describir la acción creadora del marxismo, eran parte del quehacer militante, desde las tareas consideradas equívocamente como más básicas (pegar afiches, organizar, discutir) hasta las más “elevadas”, en espacios de dirección.
Esta mística se ha diluido en lo efímero que significa la existencia de líderesxs de opinión en redes sociales. Se caracterizan por la difusión de información basura y no contrastada en redes, penetración del idealismo -la oposición de la opinión y experiencia individual a la historia-, la carencia de referentes, un estudio y práctica inexistentes -o marginales- de la teoría revolucionaria, repudio de la lectura, etc. Militantes “asalariados” de la opinología, tratando de maquillar pre candidaturas con “activismo”, funcionando a la final como mercenarios de la burguesía, incluso en su desconocimiento y alienación, constituyen una de las “primeras líneas” de la acción del reformismo y la pequeño burguesía. Plantean un debate que afirma haber superado al marxismo, sosteniendo esta afirmación en base a experiencias derrotadas de las burguesías modernizantes de América Latina, incluso las que han ganado elecciones contemporáneas, lecturas parciales y ahistóricas de procesos revolucionarios triunfantes, reproducción de la ideología dominante, etc. Si el número de seguidorxs fuera similar a capacidad de construcción programática, organizativa y de movilización a nivel nacional, esta afirmación sería falsa, pero no lo es.
Aparte de carecer de criterio estratégico y táctico, en la construcción y ejercicio del poder (el partido de masas), el debate planteado por opinólogxs funciona como un canto de sirena desmovilizador, profundamente anti comunista y neocolonial, disfrazado también de un feminismo liberal contra revolucionario. Sin ser el adversario de clase, representan una de las tantas manifestaciones del sistema capitalista, pues su afán no es romper con este, sino reformarlo, “humanizarlo”, suponiendo una transición histórica lineal y sin “conflicto”, como si en la historia algún evento parecido habría existido (como en las revoluciones burguesas en la Europa del siglo XVIII y XIX).