Zevallos y el riesgo de perderse en el «ser y el parecer»

hb
Jueves 28 de Enero de 2021

Perdidos entre «el ser y parecer», se deslizan muchos de los comentarios sobre las declaraciones del Ministro de Salud Juan Carlos Zevallos. A pesar de que -humanamente- queramos referir los más variados insultos a este funcionario, no debemos perder la cabeza y dejar de tener el centro en dos aspectos fundamentales: el problema del Estado y el de la salud pública. Tejeré estos problemas en una noticia periodística aparentemente desconectada.

Reducir la discusión al ser y el parecer equivale a no descubrir lo velado en cada declaración, en cada palabra. Las explicaciones del entrenado Dr. Zevallos decían (sin ser textuales): “vacuné a mi mamá, hay criterios técnicos, no soy político y tampoco voy a renunciar.

El primer descubrimiento es un funcionario que ama a su mamá y aunque esto parece obvio, supone situar que hay un ellos y ellas que tienen acceso a los medios de producción, y probablemente no sufran las mismas pérdidas que nosotros y nosotras. Y debo decir que  nosotros y nosotras somos muchas: quienes migramos, también las mujeres que luchan (sobre encargadas de los cuidados), quienes tienen un pequeño negocio, quienes se uberizaron, los que leen este artículo (espero) y muchos más.

Todo este grupo de gente no está en las declaraciones del ministro, y sí la consecuencia lógica es que, el afecto del entrenado funcionario, no se distribuya por la magia del sistema social a hacia quienes somos más. El exceso de muertes que ha habido en la pandemia, los que sobrevivieron endeudados, los suicidios de niñas y niños, son pruebas de que ni el cariño, ni la riqueza, ni el acceso a la salud se distribuyen.

Los criterios técnicos del ministro nos hacen pensar en una ficción de igualdad: “mi mamá pertenece a un grupo vulnerable, y por tanto debe ser vacunada”. Lo cual no es tema de discusión. Lo que entra en el debate es como el ministro, justificándose en su profesión y en la pseudo técnica, aprovecha los bienes del Estado para beneficiarse el mismo y a su familia, en donde también se encuentra nuestro móvil presidente y sus funcionarios. Es decir, ha justificado mediante la ciencia una apropiación de los recursos del Estado.

Y como suele pasar “ya salieron las cotorras nuevamente”. Los alaridos del banquero Fidel Egas fueron los que iniciaron en una posición inasequible: “yo haría lo mismo por mi mamá si estuviese viva”. Seguido del periodista Simón Espinoza que sugirió que “de cualquier pendejada hacen una bulla monumental”. ¿Sabrán estos personajes lo que es buscar una cama en un hospital mientras tú papá se muere, y al tiempo escuchar al mismo ministro declarar que todo está bien? No, lo desconocen absolutamente.

Esto nos plantea una segunda obviedad o descubrimiento: el Estado está absolutamente controlado por una suerte de oligarquía banquera (ellos). Pero, esto que parece obvio, no se debe limitar al «ser y parecer». En el neoliberalismo, el poder del Estado equivale a la ejecución de una política de exterminio, que se sostiene gracias al control espacial que supone el miedo asociado al Coronavirus, el desempleo, el cansancio, el dolor de las muertes. A causa de lo cual, todas y todos hemos perdido nuestra capacidad de movilizarnos y reaccionar en forma colectiva y espontánea, ante este atropello.

En conclusión, los criterios si son técnicos, pero el entrenado ministro ha mentido. Son criterios técnicos para la defensa de esta oligarquía banquera que está en el poder, para las ventas de los bienes del Estado, para los despidos. En fin, para mantener impecable el proceso de acumulación para los de su clase. A quienes no nos sirve el Estado, es a nosotros, el pueblo.

Estos descubrimientos dejan sobre la mesa el tema de la salud pública. Les contaré una historia que me ha desgarrado el alma: al mismo tiempo que se ejecutaba este espectáculo decepcionante en el Hospital de los Valles; en Carchi se colgaban una adolescente y un niño. El artículo no mencionaba las causas de muerte de la chica, pero si hacia referencia a que el otrora estudiante “ante la desesperación de no cumplir con sus tareas fue encontrado tendido de una cuerda”.

Al parecer el Centro de Control de las Enfermedades no fue suficiente entrenamiento en estas situaciones para el ministro Zevallos. Aunque el gobierno que él representa se reúna con el FMI o haga alianzas con todos los banqueros del país, no sabrían que hacer. Siempre obedecerán a sus líneas ideológicas, que están en contra de la vida de quienes integramos los grandes colectivos humanos.

Estos suicidios provocan desgarradores descubrimientos: quienes morimos (o moriremos) por la pandemia, y por el control del Estado burgués, seremos los pertenecientes a las grandes masas y no ellos y ellas quienes controlan las políticas públicas.

Lo menos obvio es el carácter social de la salud: no nos enfermamos por que “no poder respirar este de moda”; tampoco las adolescentes se suicidan por las publicaciones en Facebook o en cualquier otra red social. Son las condiciones en las que vivimos, las que producen estos efectos, es decir que la salud es el resultado de las profundas contradicciones y desigualdades en las que vivimos. Por lo cual, a pesar del cansancio y el hartazgo que tenemos, el camino para mejorar las condiciones de salud, necesariamente es el camino de la transformación social.

A pesar del llanto por tantas muertes, les dejo unos versos para nuestras propias movilizaciones, pequeñas o grandes, infinitas:

Entrenado y vacunado, el señor ministro su pellejo parece tener salvado.

Lenin ya está vacunado y con el FMI el país a rematado.

Y si alguno se pregunta ¿Dónde está Martínez? Busca en la nómina del BID y quizá le atines.

Botando plomo se fue la Romo, en su matrimonio la policía sí asomó.

Roldán y su mina, es un negocio que no se imagina.

 

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