Transfeminismo: El derecho a la autodeterminación

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Lunes 1 de Abril de 2019

Lo que nos hace personas, lo que nos hace ser quienes somos, es la diferencia. La diferencia en cómo enfrentamos la vida, en como sentimos una caricia, la diferencia en a quien amamos, a quien escuchamos, la diferencia en nuestros miedos y la diferencia sexual. Todas las diferencias tienen dos momentos simultáneos: un momento estructural, que viene de una construcción histórica de esa diferencia, y otro momento, que es la forma en que esta diferencia se materializa en nuestros cuerpos y por lo tanto en nuestras subjetividades. Cada una de nuestras diferencias se encadena con la otra, completado nuestro multiverso social, interseccionándose y haciendo del multiverso social, nuestras vidas específicas.

En el caso de la diferencia sexual, el sistema capitalista patriarcal inscribe en nuestros cuerpos una serie de marcas, como mujeres y disidencias, que se leen en clave de exclusión laboral, desempleo, empleo mal pago, trabajos en los márgenes de la legalidad y la informalidad, menor acceso a educación, persecución policial, asesinatos sistemáticos, violaciones domesticadoras, rechazo familiar, violencia estructural en general. El transfeminismo demanda la visibilización de las formas específicas en que los cuerpos transgéneros y disidentes son sistemáticamente vulnerados en todos los aspectos de la vida social.

Las razones de estos fenómenos son claras. Los cuerpos desobedientes, los cuerpos que no se inscriben en la norma del binarismo, los cuerpos que son menos productivos al sistema capitalista patriarcal, son sujetos de vulneración, de castigo y represión. Las luchas del transfeminismo son por la despatologización médica y social del ser transgénero, andrógino e intersex, la lucha en contra de la persecución estatal, en contra de la exclusión económica, por el acceso a educación y salud de calidad, la lucha por la autodeterminación. Pero como decía en un principio, la diferencia tiene implicaciones tanto sociales como individuales, por lo que una de las luchas más importantes del transfeminismo es también abrazar a todes les compañeres trans en el acompañamiento, en crear comunidades que no solo se planten políticamente contra un sistema asesino, sino que de soporte emocional y afectivo.

No quiero hablar solo desde mi interpretación solidaria y empática de lo trans, así que entrevisté a dos compañeras travestis acerca de sus sentires, acerca de que es habitar la transición de género, tanto desde un aspecto personal, como social. María José, de 43 años de edad cuenta un poco de las sensaciones encontradas, entre la plenitud y el rechazo: 

Para mi ser travesti es lo más maravilloso y a la vez lo peor que me ha pasado en la vida. Lo más maravilloso, porque me ha permitido desarrollar mi lado femenino, me ha permitido explorar mi lado femenino y verme como una verdadera mujer. Lo peor, porque por supuesto siempre he sentido la discriminación y siempre he tenido que vivir mi dualidad en la obscuridad, ocultándome al mundo y con el sentimiento de culpa y remordimiento. Quisiera tener una empresa, en la cual puedan trabajar travestis y puedan vestirse normalmente de mujer cuando gusten. Sin ser mal vistas o despedidas y peor aún ridiculizadas.

Después le pregunté qué le diría a una joven trans que empieza a explorar su diferencia:

Le diría que sea valiente y decidida, que el camino es muy duro y complicado. Que, si decide vivir su feminidad a diario, las puertas se le van a cerrar y que van a ser días muy duros, pero que la vida es una, y que no está sola.

También hable con Estefanía, de 39 años, travesti de closet, como ella se define:

La negación es un punto normal en el proceso, las purgas (deshacerse de todas las cosas femeninas que se posea) son una manifestación de esta negación. La frustración de creerse un bicho raro y de que nadie más tiene este “problema” es otro punto álgido en el proceso de aceptarse. Pero luego viene el descubrimiento de un universo oculto entre las calles de esta franciscana ciudad, un mundo en el que te das cuenta que otras como tú existen, aprendes que hay unas mujeres valientes que viven sus vidas como tal, y que por ello son castigadas y obligadas a prostituirse, y también aprendes que hay mujeres que sienten que tienen algo que perder y que por eso siguen en el closet, pero también lo hermoso de esto y que debes respetar a todos y todas, porque son seres humanos que están decidiendo sobres sus cuerpos. Mi nombre es Estefanía y este es mi cuerpo.        

¡Este es mi cuerpo! Como proclamamos todos los feminismos y todas las feministas, la lucha es por la autodeterminación: desde el derecho al aborto, el derecho a acceder a hormonas y cirugías, o el derecho a no alterar el cuerpo permanentemente. El derecho a decidir sobre el cuerpo propio y a una identidad reconocida y reconocedora de derechos. Transgredir con el cuerpo desobediente, con la subjetividad desobediente, ampliando permanentemente los márgenes, transgredir políticamente el orden patriarcal capitalista. Por un feminismo trans, popular, marxista y antiespecista, siempre.

 

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