Varones en los movimientos feministas: historia y política

Este texto tiene como objetivo hacer un breve recorrido histórico por algunas de las asociaciones de hombres por la liberación femenina desde 1910, hasta la fecha. Así como plantear una discusión filosófica acerca de cuál debería de ser la posición de los varones antipatriarcales en los movimientos feministas.

Los individuos y organizaciones de hombres que se han acercado al feminismo y a las organizaciones de mujeres, no son un fenómeno contemporáneo.  Los varones que han apoyado y contribuido a las causas feministas datan de dos siglos atrás, desde los senadores y esposos pro-sufragistas, como fueron Frederick Douglass y Ralph Waldo Emerson, quienes dieron discursos en el senado y apoyaron movilizaciones, permanentemente fueron acusados de no ser hombres de verdad, una acusación que se mantiene hacia los varones feministas y antipatriarcales hasta el día de hoy.

La Liga de Hombres por el Sufragio Femenino (Men´s League for Women Suffrage) fue fundada en 1910 y se dedicó a organizar a los hombres que apoyaban las marchas sufragistas y a hacer cursos de acompañamiento a hombres en cuanto a derechos y reconocimiento de sus esposas y compañeras mujeres. Max Eastman, por ejemplo, quien era compañero y esposo de Ida Rauh, una “Lucy Stoner” sufragista, le decía:“Tu adelántate y termina tus escritos, yo termino la cena y lavo los platos”. Que para 1910, no era poca cosa, sino que denota reconocimiento al trabajo revolucionario de Ida.

En los años setentas, en pleno boom del feminismo, la Asociación de Padres y Esposos por la Liberación Femenina (Husbands ans fathers for women liberation), que surgieron en Estados Unidos, Francia y Reino Unido, hicieron conciencia del desequilibrio en la carga familiar del cuidado y colaboraron tanto en lo público como en lo privado a la causa feminista. Lo personal es político, uno de los planteamientos más representativos del feminismo, y que fue respaldado por estos hombres en cuanto apoyaron los planteamientos de sus compañeras e hicieron una distribución equitativa de la carga de labores del hogar, cuidados de la prole  y reconocimiento de la labor política revolucionaria de sus esposas y compañeras.  Así como existen colectivos de varones antipatriarcales por toda américa latina que datan de más de 30 años.

 De está revisión histórica, se evidencia que en efecto, junto al movimiento feminista, han  existido organizaciones e individuos masculinos  resueltos a luchar por la causa de la eliminación de las jerarquías sexuales y las desigualdades que ésta conlleva. Su presencia a lo largo de los años se ha dado en las diversas reivindicaciones feministas y es innegable; no desde una perspectiva limitada de lo políticamente correcto que puede llegar a verse como un acomodamiento político a la realidad y demandas sociales, sin una verdadera toma de concienciación de los planteamientos feministas, sino desde un empoderamiento de la teoría y política feminista en que en efecto, las agendas feministas también lucen justas para sujetos feminizados y hombres, en cuanto promete formas de vida más afectivas, liberadoras y completas, que las que ofrece el patriarcado.

En este sentido, frente a la posibilidad o no, de los hombres como sujetos del feminismo, existen varias posturas, incluso entre los varones que se enmarcan dentro de las luchas antipatriarcales y feministas. Mientras unos plantean la figura de aliados del feminismo como figura que enuncia un posicionamiento a favor del feminismo, pero respetado el espacio del feminismo para las mujeres. Otros compañeros plantean que enunciarse desde una posición aislada al feminismo, y acercarse al mismo desde los márgenes, no puede superar la barrera del sujeto histórico hombre. Plantean  que enunciarse desde el feminismo puede crear ese click que haga del género y los feminismos los ejes centrales del resto de luchas. Ya que de la opresión de género se van a desprender el resto de dinámicas de desigualdades, o al menos se van a apoyar las unas a las otras, como sucede en la relación patriarcado-capitalismo.

Pero esta discusión no es reciente,  las posturas de Michael Kimmel, que ha trabajado la teoría feminista desde hace 30 años, plantea que solo el hecho de ser mujer puede dar una percepción real de la magnificencia de la opresión patriarcal y las jerarquías sexuales. Desde esta lógica, para Kimmel no es adecuada la auto-identificación masculina como feminista. Sino que considera más adecuada la auto-identificación pro-feminista, que enuncia un apoyo y soporte a las luchas feministas.

Mi perspectiva como feminista marxista anti-especista, es que el poder de la enunciación es inigualable. El enunciarse desde el feminismo sí crea una resonancia en aspectos mucho más profundos de los que puede llegar a plantear una posición de aliado, y que tiene la potencialidad de alejarse de la figura histórica de hombre patriarcal , así como de un patriarcado reformista a-crítico.

En este sentido, la construcción de hombres como parte de un actor colectivo dentro de los movimientos feministas, da lugar a la interpretación de la auto-identificación dentro del feminismo por parte de varones, como sujetos que han ido construyendo sentidos críticos al patriarcado. La solidaridad y empatía con compañeras feministas, las acciones en la vida cotidiana que plantean trasformaciones sociales profundas y a nivel global, a través de la producción de nuevos códigos culturales, y todos los esfuerzos individuales y colectivos que han ido haciendo estos varones, es relevante y es necesaria. Una vez más, tenemos que caminar hacia un feminismo popular, que tenga la capacidad de contenernos a todes.

Bibliografía

Kimmel, Michael. «Homofobia, temor, vergüenza y silencio en la identidad.» Ediciones de las Mujeres No.24., 1997: 49-62.

—. ProFeminist Men: The "Other" Men´s Movement. Newark: Rutgers University Press, 2010.

Kimmel, Michael. «Who’s Afraid of Men Doing Feminism?» En Misframing Men: The Politics of Contemporary Masculinities, de Michael Kimmel, 209 - 219. Rutgers University Press, 2010.

Kimmell, Michael. «Profeminist Movement .» En Misframing Men, de Michael Kimmell, 220 - 230. Newark: Rutgers University Press, 2010.