Acumulación primitiva, violencia sexual y aborto legal
El pasado 28 de abril de 2021, tras 6 horas de debate, la Corte Constitucional daba sentencia para declarar la inconstitucionalidad de la penalización de los abortos por violación, tras la acción pública de inconstitucionalidad, presentada por el Defensor del Pueblo Freddy Carrión Intriago, a los artículos 149 y 150 del COIP, el pasado 11 de marzo de 2021. Pasa a eliminarse la frase: “que padezca de discapacidad mental”, se libera de castigo penal a quienes opten y ejecuten la interrupción voluntaria del embarazo por violación, y se dispone que el Defensor del Pueblo, con organizaciones de la sociedad civil, redacten una normativa para el procedimiento.
El argumento legal se basa en que los artículos 149 y 150 de COIP, se contraponían a los derechos consagrados en la Constitución, como el derecho a una vida digna, derecho a la integridad personal: física, moral y sexual, vida libre de violencia en el ámbito público y privado, el derecho al libre desarrollo de la personalidad, al derecho a decidir sobre la sexualidad propia y salud y vida reproductiva, y a decidir cuándo y cuántxs hijxs tener. Y uno muy importante: la prohibición de tortura. Una vez más tengo que reiterar, con todas las feministas del mundo a mi lado: obligar a continuar un embarazo no deseado, es tortura, y más aún si ese embarazo es producto de una violación.
La violencia sexual y la violación han sido parte de los mecanismos del patriarcado para someter, domesticar y disciplinar a las mujeres, niñas y cuerpos feminizados desde el principio de los tiempos. Durante la consolidación del capitalismo, constituyeron un mecanismo importante de domesticación y apropiación contra las mujeres proletarias: “los cuerpos de las mujeres han constituido los principales objetivos -lugares privilegiados- para el despliegue de las técnicas de poder y de las relaciones de poder” (Federici, 2010). Como ella misma relata, las violaciones en manada en el pasado ni siquiera constituían un delito si estas se perpetraban contra mujeres pobres, y peor aún contra trabajadoras sexuales. Así como “la legalización de la violación creó un clima intensamente misógino que degradó a todas las mujeres cualquiera que fuera su clase e insensibilizó a la población frente a la violencia contra las mujeres” (Federici, 2010).
Hoy en día, en un capitalismo profundo, el mecanismo de dominación de los cuerpos femeninos y feminizados sigue siendo el mismo: las violaciones sistemáticas. “¿Por qué la violación obtiene ese significado? Porque debido a la función de la sexualidad en el mundo que conocemos, ella conjuga en un acto único la dominación física y moral del otro” (Segato, 2016). La violación no es un acto aislado, de un individuo en contra de otro, se consolida históricamente como un mecanismo de sometimiento, en el que se expropia a la víctima de su propio espacio-cuerpo y de su voluntad y agencia, siendo la violación la tortura física y moral más profunda a la que una persona puede ser sometida. Conjuntamente con el feminicidio, la violación es la expresión máxima del odio contra las mujeres, niñas y cuerpos feminizados.
En este momento histórico, el capitalismo se encuentra atravesando una fase de re-expansión y re-acumulación originaria, una vez más a costa de la vida de las mujeres, las niñas y los cuerpos feminizados. Las evidencias están en que en términos estadísticos, las mujeres estamos en la cúspide del empleo informal, subempleo y desempleo. Que en pandemia los trabajos de cuidado se han duplicado, y seguimos siendo las mujeres quienes los ejercemos mayoritariamente. Y en cuanto a las violaciones sistemáticas como mecanismo de dominación, en este nuestro país, la fiscalía recibe alrededor de 11 denuncias diarias por violación, que darían un total de 4015 denuncias al año, o un promedio de una violación cada dos horas y 10 minutos. En México, violan a una mujer o una niña cada 4 minutos. En Brasil, cada 12 segundos, y ya no puedo seguir haciendo más cuentas, -además de que gran parte de las violaciones no se denuncian-. Todo esto, para hablar de embarazos producto de violaciones sistemáticas.
En América Latina, los partos de niñas y adolescentes están en aumento -todo embarazo en una niña menor a 14 años es no consentido-. En el Ecuador, diariamente 7 niñas menores de 14 años son obligadas a parir, -aproximadamente 2500 al año-, destruyendo su autonomía y su proyecto de vida. Así como en los dos últimos años en el país, se ha incrementado un 74% de embarazos en niñas menores de 14 años. El 15% de las muertes maternas se deben a abortos clandestinos, 21.939 mujeres llegan al sistema de salud pública con un aborto en curso, y son más de 435 judicializadas por aborto desde el 2013.
La demanda por la despenalización del aborto por violación es solo el mínimo requerido desde el Estado. De ninguna manera esta sentencia es una victoria absoluta, pero si es una lejana luz al final de un túnel oscuro y cruel que se llama capitalismo patriarcal colonial. Sabemos también -porque de ingenuas no tenemos ni un pelo- que esta sentencia se utilizará para afinar las desgastadas relaciones entre el miembro de la secta del Opues Dei, social cristiano y ultraconservador presidente electo Guillermo Lasso, y el movimiento feminista, en una evidente jugarreta de gobernabilidad. Pero su misoginia está impresa en la historia, y no nos olvidamos de su solicitud de veto total al COS –muy bien cumplida, sea dicho de paso-. Sabemos también que en la discusión y aprobación de la normativa de procedimiento por la Asamblea Nacional, intentarán que el proceso para el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo por violación, sea prácticamente imposible de cumplir.
Estamos vigilantes, estamos en alerta, y sobre todo, estamos en pie de lucha, porque más temprano que tarde, el derecho al aborto legal, libre, seguro, gratuito y acompañado, será ley en toda América Latina. La ley la construiremos conjuntamente las organizaciones feministas y de mujeres, desde el feminismo popular, la sostendremos en las calles, y al Estado patriarcal, no le quedará más remedio que generar la legislación adecuada a nuestras demandas. Así es el proceso histórico, porque nosotras somos históricas. La marea verde continua.
Referencias:
Federici, Silvia. Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Traficantes de Sueños. Madrid, 2010.
Segato, Rita. La guerra contra las mujeres. Traficantes de sueños. Madrid, 2016.
Informe de las organizaciones solicitantes, para la CIDH. Violencia sexual, embarazos forzados y acceso a servicios de salud en contexto de pandemia. 2020 https://www.ninasnomadres.org/alza-la-voz/wp-content/uploads/2021/03/Informe-NNM-CIDH.pdf