Assange: un objetivo ecuatoriano de la geopolítica norteamericana
El surgimiento del multilateralismo posterior a los ataques del 11 de septiembre de 2001 causó una reconfiguración planetaria que puso a temblar la hegemonía de los Estados Unidos. Para contrarrestar el ascenso de China y de Rusia, principalmente, la política exterior de Bush y de Obama fue la de intensificar el intervencionismo, la ocupación y la militarización de países cercanos a sus dos competidores. Aliados occidentales como Francia, España y en alguna medida Alemania, apoyaron y participaron activamente en las empresas militares de Afganistán, Irak, Libia, Siria y Ucrania. Pero otros gobiernos con intereses muy cercanos a los de Estados Unidos (Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, conocidos junto a EEUU como “Five Eyes”), utilizando sus agencias de seguridad, inteligencia y espionaje, cooperaron tecnológicamente para controlar los canales de comunicación y la internet, en el marco de la “Guerra contra el Terrorismo” y en su lucha por mantener la hegemonía global de Washington.
Zbigniew Brzezinski, en el Gran Tablero Mundial, sostenía que la prioridad geoestratégica de los Estados Unidos debe ponerse en evitar la emergencia de nuevas potencias con aspiraciones mundiales. No obstante, ni este ni otros geo-politólogos y geo-estrategas de los Estados Unidos procuraron considerar que la resistencia al imperialismo americano no solo sucedía a nivel estatal o gubernamental, sino también desde organizaciones de la sociedad civil. Así es como surge en 2007 Wikileaks fundada por el australiano Julian Assange. Una organización que se ha convertido en uno de los grandes referentes de exposición de los intereses, tácticas y estrategias aplicadas por Estados Unidos, los “Five Eyes” y otros gobiernos aliados, para desestabilizar, desacreditar y encaminar la caída de algunos de los gobiernos de países en desarrollo y de sus retadores en concierto internacional.
Assange fue el pionero en exponer las maniobras del imperialismo y de la hegemonía, por ende, se lo catalogó como un alto riesgo a la seguridad nacional de Washington. Lo que implica seguridad nacional de Estados Unidos es equivalente a su exacto opuesto en el resto de los países del globo. Al ser un objetivo de primera prioridad para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) debía ser perseguido y destruido. El gobierno sueco con apoyo británico y estadounidense buscaron elementos para judicializarlo y ponerlo bajo custodia de estadounidense. Algo que ciertos poderes estatales han adoptado hoy en día, y que lo vemos actualmente configurado como la judicialización de la política en casos como Brasil, Argentina y Ecuador. Es que hoy, a través de la “justicia” se ajusticia a medida del interés del más fuerte. El escándalo que provocaron sus revelaciones, la indignación de los pueblos del mundo y la rápida reacción de gobiernos amigos evitaron que su cacería se materialice, aunque la persecución continúa.
Cuando Assange se refugió y recibió el asilo de la Embajada de Ecuador en Reino Unido fue víctima de la presión y del acoso de servicios de inteligencia, de seguridad y de medios de comunicación. Se aseguró que su vida no corriera peligro y que sus derechos humanos sean garantizados. Tristemente, hay que reconocer que la arremetida conservadora, auspiciada y manejada desde el Despacho Oval, ha sido efectiva en países económica y políticamente estratégicos.
Desde que Assange se refugió en dicha concurrencia internacional en 2012, Ecuador fue un objetivo estratégico por dar protección y seguridad a Assange. Pero como nos pusieron el ojo y también las balas, ya no somos más un objetivo sino un medio. El gobierno “re-gresista” de Lenin Moreno ha pacto con Estados Unidos de manera ostentosa y visible. Sin duda, el primero de los acuerdos, prediseñados desde Washington, ha sido el silenciar a Assange. Se le prohibió acceder a la internet y a las comunicaciones de manera temporal, pero al primer intento de alivianar su aislamiento y permitirle el uso de su derecho de expresión a través de las redes, el gobierno de Trump y Pence apretó los estribos al otrora soberano gobierno ecuatoriano. Mientras tenemos claro que la vida de Julian Assange pende de un hilo, comprendemos las razones y presiones que han interferido en el sinsentido viraje que ha dado el gobierno ecuatoriano.
Ecuador es un medio relevante y necesario para el imperio y por ende nos mantenemos como un actor clave en la geopolítica de la Casa Blanca. Pero hoy en día, no lo somos por ser ejemplo y estar en las primeras ubicaciones de los índices de desarrollo, o por ser pioneros y estar a la vanguardia en determinadas políticas, como lo éramos años atrás. Hoy somos relevantes porque somos el carcelero, útil peón, de una persona que representa una de las mayores amenazas al sistema, al imperio y al gran capital de los Estados Unidos.