El paro armado del ELN: disyuntiva con la resistencia popular

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Miércoles 19 de Febrero de 2020

El pasado 13 de febrero del 2020, el Ejército de Liberación Nacional de Colombia -ELN-, anunciaba el inicio de un paro armado a nivel nacional, mismo que empezaría el día 14 de febrero a las 6 de la mañana y que culminaría el 17 de febrero a la misma hora.

En su anuncio, el ELN no comunicó la razón ni el porqué del paro armado, aunque un sinnúmero de analistas políticos aluden que ya desde hace varios años este grupo guerrillero ha desarrollado paros armados en los meses de febrero, correspondiendo posiblemente con la celebración por la memoria del cura-guerrillero Camilo Torres - uno de los comandantes fundadores de esta guerrilla. El ELN se caracteriza por su ideología marxista, con fuertes influencias de la teología de la liberación -ideología política de izquierda que fusiona el marxismo con las doctrinas cristianas y que lucha por los más desfavorecidos y empobrecidos engendrados por la desigualdad del capitalismo mundial-.

Uno de los puntos del ELN al anunciar el paro armado nacional, fue que durante la paralización se respetaría la vida de las personas que se encontraran enfermas y que se encontrasen movilizándose hacía hospitales. Sin embargo, a todas las personas que condujeran vehículos de transporte público, de carga pesada o vehículos particulares que circulasen por las vías en donde se presentaran enfrentamientos, no se les aseguraría su integridad física, ya que la advertencias del paro y del toque de queda eran claras.

Durante el paro armado se perpetró un ataque contra una torre de energía en una zona rural del barrio La Cruz, en el sector de Honda, en el oriente de la ciudad de Medellín. Según moradores del sector, todo apunta a que el ataque fue perpetrado por guerrilleros del ELN, ya que los vecinos del barrio habrían reconocido a uniformados con la identificación del grupo guerrillero.

Por otro lado, el Ministro de Defensa Carlos Holmes, emitió un comunicado por medio de Twitter, en el cual mencionaba: “No vamos a permitir que los criminales del ELN vengan a chantajear al Gobierno Nacional con terrorismo y ataque a la población civil, alegando falsos deseos de paz”. También mencionó que el gobierno colombiano se declara en desconfianza con el ELN -ya que hace un año, en medio de las negociaciones de paz- la guerrilla cometió un atentado a la Escuela General Santander, en el cual murieron 22 cadetes de la Policía Nacional.

El presidente Iván Duque aludió en declaraciones, que para establecer de nuevo una mesa de diálogo con el ELN, sería necesaria la liberación de las personas que se encuentran secuestradas por el grupo guerrillero. No obstante, el ELN considera que es Iván Duque quien se ha opuesto a mantener las conversaciones de paz desde el inicio de su mandato presidencial.

Es fundamental comprender que el paro armado del ELN no tiene nexo alguno con las protestas que han tenido y tienen lugar en las diferentes ciudades de Colombia. Al iniciar el paro armado, el grupo guerrillero no aclaró demandas al gobierno de Duque, mientras que los colectivos que proponen las movilizaciones pacíficas -los cuales son conformados por estudiantes, sindicatos, transportistas, feministas, campesinos, indígenas, entre otros- tienen claras sus demandas por las que convocan y mantienen movilizaciones en contra del gobierno neoliberal del presidente Duque. Los reclamos y reivindicaciones por los que marcha la ciudadanía pueden resumirse en:

  • el rechazo a la reforma tributaria, impulsado por los trabajadores y sindicatos. Esta reforma es considerada como desigual, ya que carga de impuestos a las clases medias y bajas colombianas, mientras que exonera de impuestos a los empresarios y a las oligarquías del país cafetero;

  • reclamos por una mayor inversión en la educación primaria, secundaria y superior, así como que el gobierno mejore y amplié el acceso a la educación universitaria. Estudiar en la Universidad en Colombia en la actualidad se termina convirtiendo en un privilegio de clase, en donde se excluye a los sectores más empobrecidos de la educación formal;

  • reclamos por la eliminación de la brecha salarial entre funcionarios públicos y los ciudadanos comunes, los cuales perciben un salario básico, mismo que no alcanza para adquirir la canasta básica;

  • el desmonte del Escuadrón Móvil Antidisturbios -ESMAD- ya que esta unidad de la policía hace uso excesivo de la fuerza, reprime a la ciudadanía que protesta pacíficamente y fue responsable del asesinato del estudiante Dylan Cruz de 18 años, quien fue asesinado por un miembro del ESMAD, al propinarle un disparo en la cabeza en las manifestaciones de finales del año pasado.

  • el cese a los asesinatos a lideresas y líderes sociales, que desde la firma de Acuerdo de Paz del gobierno con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC- han seguido en aumento, perpetrados por grupos paramilitares en complicidad con la complicidad y el silencio del Estado.

Colombia se encuentra atravesando una situación política, económica y social de niveles extremadamente críticos. Los grupos guerrilleros continúan batallando contra el Estado desde sus trincheras. La conclusión de mayor relevancia ante el panorama actual resta en la conciencia que existe en el pueblo que se encuentra organizado en las calles de que la lucha armada ya no representa el centro de la contienda política, sino que esta fue desplazada por la resistencia civil y la movilización social. El pueblo retoma la resistencia popular como el camino más directo para combatir al neoliberalismo, que cada día empobrece y precariza todavía más las condiciones de vida del pueblo.

 

Fuente fotográfica:

www.elpais.com

 

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