Hacia la confluencia del Sindicalismo Combativo en España
En 2023 se realizan dos rondas electorales sucesivas en España: las elecciones municipales y autonómicas -regionales- de finales de mayo y las elecciones generales -al parlamento nacional- de final de año. Los resultados van a estar, en todo caso, muy ajustados, entre el bloque que sustenta el actual gobierno “progresista” y la previsible alianza de los partidos de derecha (PP) y ultraderecha (Vox).
La situación social ha estado marcada, desde septiembre, por una fuerte alza de la inflación, provocada por el terremoto en los mercados de la energía y otros suministros derivado de la guerra en Ucrania (y la crisis capitalista a nivel global). La inflación ha impactado sobre la capacidad adquisitiva de los salarios y sobre los márgenes de beneficios de las pequeñas y medianas empresas, mientras las grandes eléctricas y las entidades financieras “sistémicas” -es decir, demasiado grandes para que el Estado no proceda a rescatarlas con dinero público en caso de insolvencia- han tenido sus mejores resultados en décadas.
La inflación ha sido enfrentada por el Banco Central Europeo con una fuerte subida de los tipos de interés, lo que afecta al crecimiento y impacta -de nuevo-, sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora al encarecer el pago de las hipotecas, mientras el exiguo mercado de vivienda en alquiler español queda en manos de los grandes fondos de inversión, o es derivado hacia el alojamiento turístico.
El gobierno “progresista” ha respondido a esta situación con ayudas extremadamente limitadas, destinadas fundamentalmente a los sectores más vulnerables, intentando evitar cualquier muestra de descontento social. Los sindicatos mayoritarios -por su parte muy vinculados con el Ministerio de Trabajo-, han aceptado subidas salariales de cerca del 2,5 %, cuando la inflación se asomaba al 8% y han hecho lo posible por apagar las movilizaciones que se radicalizaban, como la del sector del Metal de Cádiz, aceptando acuerdos muy limitados. Finalmente, los sindicatos mayoritarios y la patronal han llegado a un nuevo Acuerdo para la Negociación Colectiva -ANC-, que intenta garantizar la paz social para los próximos años a cambio de subidas salariales muy por debajo de la inflación acumulada. El ANC supone ser la guía que va a orientar a los sindicatos mayoritarios y la patronal en las negociaciones de los convenios de los próximos años. Al mismo tiempo, se quedan fuera de su campo de aplicación numerosos sectores que no disponen de convenio o que han aprobado el suyo en los últimos meses -normalmente con subidas salariales exiguas- y no lo van a renegociar próximamente.
En el marco de este contexto de constante pérdida de poder adquisitivo de la clase trabajadora y de desarme de las movilizaciones obreras por el sindicalismo de “concertación”, aproximadamente un mes atrás, la Confederación Nacional de Trabajo -CNT-, la Confederación General del Trabajo -CGT- y la Confederación Sindical Solidaridad Obrera -CSSO- hicimos público un comunicado conjunto. En dicho comunicado, tras plantear una serie de reivindicaciones comunes que van desde el alza de los salarios a la lucha contra la guerra, pasando por las medidas de prevención de riesgos laborales vinculados con las patologías específicas de las mujeres o por la defensa de los servicios públicos, las organizaciones firmantes concluíamos declarando que:
“CGT, CNT y Solidaridad Obrera hemos decidido superar el aislamiento que nos impone la dinámica de las luchas parciales y centrarnos en lo que tenemos en común. Superar las movilizaciones dispersas e intentar desbordar al sindicalismo oficialista fomentando un gran proceso conjunto de movilización del sindicalismo combativo. Hacemos un llamamiento a la clase trabajadora para que luche por sus derechos y conquiste su emancipación, en estos momentos de crisis, por medio de la lucha y la unidad de acción.”
Este comunicado contiene dos elementos que lo convierten en un importante paso adelante para el sindicalismo combativo español. En primer lugar, está firmado por tres organizaciones que tienen una presencia importante -numérica y/o simbólica-, entre el sindicalismo alternativo al sindicalismo de “concertación” y, además, estas tres organizaciones se comprometen a empezar a pulsar al resto de sindicatos combativos para impulsar un proceso conjunto de movilizaciones. En segundo lugar, se trata de un paso histórico, pues constituye el primer comunicado conjunto de las tres organizaciones anarcosindicalistas españolas en cerca de cuarenta años.
Maticemos en algo lo dicho y contextualicemos algunas cosas, para aclarar cuestiones que le pueden surgir al lector latinoamericano al asomarse al párrafo anterior.
El anarcosindicalismo es una corriente de enorme importancia en la historia del movimiento obrero español. De hecho, era la corriente mayoritaria antes de la Guerra Civil -1936-1939-. Durante la transición a la democracia -años 70 y primeros de los 80- el intento de reconstruir la gran organización anarcosindicalista -CNT- anterior al franquismo, se vio truncado por una feroz serie de luchas internas, escisiones y, muy probablemente, infiltraciones de todo tipo de organismos. Aquello provocó la ruptura de la CNT histórica en tres organizaciones principales -CNT, CGT y Solidaridad Obrera-, en medio de feroces enfrentamientos personales que incluyeron agresiones, vetos cruzados y todo tipo de acusaciones. Todo ello llevó a una enorme pérdida de militancia y afiliación. Pese a ello, el anarcosindicalismo, considerado conjuntamente, sigue siendo al día de hoy la principal corriente sindical, junto al sindicalismo ligado a los nacionalismos vasco o gallego, entre el sindicalismo opuesto a las organizaciones mayoritarias de “concertación”.
En el ecosistema anarcosindicalista, el camino de la ruptura abierto en los años setenta está siendo, sin embargo, desandado paciente y cautelosamente en la última década. De hecho, en puridad, el comunicado de que hablamos no es realmente el primero que firman conjuntamente las tres organizaciones. Ya al calor del Movimiento del 15 de Mayo de 2011, CNT, CGT y Solidaridad Obrera convocaron a movilizaciones conjuntas y se coordinaron en un organismo que empezó teniendo el nombre extraoficial de Reunión de Confederales y que luego se transformó en el Bloque Combativo y de Clase. Aunque lo cierto es que esta primera experiencia se fue descomponiendo con el tiempo.
Además, el nuevo comunicado incorpora una diferencia cualitativa importante: es el primer comunicado que firman las tres organizaciones en solitario -sin ninguna otra organización acompañante- y en el que se reconocen mutuamente como “herederas de la tradición obrera del anarcosindicalismo”. Esto quiere decir que se ha superado la tendencia a negar la legitimidad de otras organizaciones sobre la base de que “no son auténticamente anarcosindicalistas”, una práctica reiterada durante décadas que, entre otras cosas, obligaba a que los comunicados conjuntos fueran firmados por otros organismos obreros, para que no se pudiera interpretar que eran comunicados del “anarcosindicalismo”.
Esta perspectiva de la confluencia del anarcosindicalismo y, más allá, del conjunto del sindicalismo combativo, se alimenta de importantes ejemplos locales como el Bloque Combativo y de Clase en Madrid, o la Taula Sindical de Catalunya. El Primero de Mayo se celebra ya unitariamente, en la mayoría de las ciudades del país, por parte del sindicalismo combativo. Además, el comunicado ha generado una dinámica inmediata de colaboración en diversos ámbitos. Como ejemplos de ello podríamos citar el homenaje conjunto organizado por CNT, CGT y Solidaridad Obrera a Melchor Rodríguez -militante cenetista que fue Inspector de Prisiones en la zona republicana durante la Guerra Civil- en Madrid; los actos convocados por la Escuela Sindical Nacho Cabañas -vinculada a Solidaridad Obrera- en los últimos meses, en la librería Traficantes de Sueños de Madrid, en los que participaron representantes de los otros dos organismos anarcosindicalistas; o la presencia en la prensa de algunas organizaciones de escritos de militantes de otros sindicatos.
Todo ello nos indica que el camino hacia la confluencia y la unidad de acción del sindicalismo combativo está abierto en España. Esto no quiere decir que va a ser un camino de rosas. Son posibles las tensiones, los fallos de comunicación, las maniobras de sectores descontentos y las involuciones y marchas atrás. Pero la unidad se ha impuesto de nuevo como potente deseo de la afiliación e impulsa dinámicas de coordinación que pueden llevar a un proceso de movilizaciones conjuntas, que disemine entre la clase trabajadora la idea de que se puede resistir al proceso brutal de aumento de la miseria que se ha desplegado desde el inicio de la guerra en Ucrania, en conjunto con la decadencia absoluta del sistema capitalista.
En medio de la crisis civilizatoria que nos rodea, del capitalismo senil que se está descomponiendo en una espiral caótica ante nuestros ojos, apostar por la unidad para luchar y para construir una nueva sociedad es el trabajo que el futuro espera de nosotras, las personas militantes.