La retirada de tropas estadounidenses de Siria: ¿del vacío de la superpotencia al conflicto regional por influencia? (III)
En la tercera y última parte del artículo redactado en conjunto de Bruno Lima Rocha, Pedro Guédes y Augusto Colório, los autores analizan posibles escenarios a una salida a la Guerra Civil Siria:
Para el gobierno sirio en Damasco, la retirada de las fuerzas estadounidenses resultó ser una buena noticia, evidenciándose esto a partir de dos razones. La primera es que la retirada de los norteamericanos debilita a los grupos de oposición, que hoy están encapsulados en el norte del país, y que tuvieron la presencia de Estados Unidos para avergonzar las acciones de las fuerzas legalistas y sus aliados iraníes y rusos. De este proceso podría verse afectada también la moral de las Fuerzas de Autodefensa, que, por temor a una invasión turca, acudirían a Assad a negociar, preferiblemente en condiciones lucrativas para Damasco, concretándose el abandono de la idea de la federalización de Siria. La segunda razón figura en la retirada de las fuerzas norteamericanas como señal a los Estados que financian a la oposición, que Assad ha ganado (o ganará) el conflicto en breve, y que ha llegado la hora de restablecer los lazos políticos y económicos. Esto aísla prácticamente a Israel en la región (que aún exige la deposición de Assad) y lo descompone en términos relacionales, permitiendo que Assad elija las condiciones bajo las que se comprometerá con sus vecinos en el mediano plazo.
Por último, parece que está comenzando una nueva fase del conflicto en Siria. Las razones de la decisión del gobierno de Trump de retirar las tropas de Oriente Medio aún no están claras, y cualquier declaración podría ser producto de precipitación. Sin embargo, vale la pena evaluar a un futuro, si la decisión del gobierno de E.E.U.U. no estaría vinculada a una salida del conflicto que sirviera como instrumento político para las elecciones de 2020. Además, otro posible análisis es el de la reordenación estratégica de la política exterior de EE.UU., centrándose en la contención de China y apuntando con baterías bélicas al eje Asia-Pacífico. Lo cierto es que la administración Trump, al oponerse al deseo de los aliados regionales y favorecer a los opositores con intereses en Siria, parece visibilizar otro síntoma de la caída en la proyección global de la fuerza estadounidense.
El gobierno actual también parece estar tratando de resolver los conflictos internos, operando para alcanzar los intereses de la élite política y económica presente dentro de su gobierno. En consecuencia, en Oriente Medio existen en la actualidad menos superávits de hecho y de poder duro materializados por la superpotencia (y de sus antiguos aliados europeos o aliados informales) frente a la creciente importancia de las potencias regionales (Israel, Turquía, Arabia Saudí e Irán), además de la evidente presencia, en un rol más bien parecido a un árbitro de conflictos, por parte de Rusia.
Destacamos que todo análisis internacional casi siempre ve el tablero de arriba abajo, imitando el comportamiento, o la proyección de las mentalidades de poder. Este enfoque resulta en una construcción ideológica hegemónica, con la aparición de una lectura geopolítica. Tratamos de escapar de estos clichés colonializados, aunque en el análisis del actuar de los Estados Unidos, esto no siempre es posible. En el escenario concreto y complejo de la guerra en Siria, pensando en el Gran Oriente Medio, el Mundo Árabe, el Mundo Islámico y Asia Central, una afirmación puede ser certera: las potencias, la superpotencia, tienen la capacidad de desestabilizar, de generar caos, pero nunca un nuevo orden, y menos aún un orden que favorezca al conjunto de grupos étnicos, religiosos y culturales, el cual incluiría un orden económico menos injusto.
La salida del conflicto en Siria se encuentra en los poderes locales, donde hay permeabilidad de las demandas sociales, empezando por la existencia misma del FDNS (Federación Democrática del Norte de Siria), es decir, la resistencia democrática, multiétnica, igualitaria y no sectaria de Rojava. Si Damasco consigue vivir con esto, el conflicto podría resolverse, dejando sólo el callejón sin salida mediante la imposición de derrotas militares a la segunda fuerza militar más grande de la OTAN, Turquía, bajo la dictadura constitucional de Recep Tayyip Erdogan y su proyecto imperial neo-otomano.
Fotografía:
The Independent