Parlamentarias en Venezuela: lo que los tibios no te cuentan
Comenzaremos este artículo diciéndole la plena a los lectores, es decir, sentando posición en ciertos puntos básicos por medio de la argumentación, como corresponde en cualquier escrito de periodismo de opinión. Normalmente, la exposición clara de argumentos y el soporte con datos es casi obvio, pero en estos tiempos de tibieza zurda y de decir todo a medias para parecer “imparcial” o “crítico serio”, se hace necesario tener esa muestra de respeto con quienes nos leen. Acá no queremos que, al final del texto usted no sepa si se confundió y está en la web de Infobae.
Así que, tema: elecciones parlamentarias en Venezuela. Partamos de lo básico, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece la existencia de 5 poderes: Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Electoral y Moral. El Legislativo tiene su expresión en la Asamblea Nacional, que elige a ciudadanos en 167[1] curules de diputados por medio de elecciones nacionales, abiertas y secretas cada 5 años. La última elección parlamentaria se llevó a cabo en el año 2015, con resultados favorables a la oposición, que obtuvo la mayoría de escaños, tal y como fue proclamado por la autoridad electoral (Consejo Nacional Electoral) y aceptado por todos los grupos políticos.
Una vez electos, y tras anunciar como primera medida del parlamento “sacar a Nicolás Maduro”, el Legislativo, actuando a pesar del desacato dictado por el Tribunal Supremo de Justicia en 2016, se dedicó a encabezar acciones de desestabilización política, poco vinculadas a su función orgánica que, en la Constitución, incluye numerosos actos determinantes para la vida nacional, más allá de la elaboración de leyes[2].
Desde la Asamblea se promovieron las guarimbas violentas de 2017, que culminaron con un saldo de 140 muertos y centenares de heridos; y en el año 2019 , su presidente, Juan Guaidó, se autoproclama en una plaza como Presidente Interino de la nación, “amparado” en el artículo 233 de la Constitución, que permite esa figura en caso de “falta absoluta” del presidente o presidenta de la república por motivos de muerte, renuncia, incapacidad, abandono del cargo, o “la revocatoria popular de su mandato”. Evidentemente nadie le avisó que no querer reconocer a un gobierno electo por voto popular y negar su existencia – al estilo Trump – no califica como “falta absoluta”, y es por tanto, una barbaridad jurídica y política, que, sin embargo, fue validada por Washington, la UE y el nefasto Grupo de Lima. (¿Conoce usted algún otro grupo de países que se reúnan sólo para ejecutar acciones contra el gobierno de otro país?)
Ante la violencia del 2017, el Ejecutivo convocó a una Asambea Nacional Constituyente, que en la Carta Magna venezolana constituye el poder absoluto y plenipotenciario como se indica en los artículos 347, 348 y 349, para contrarrestar el accionar antidemocrático de una Asamblea empeñada no en gobernar ni legislar, sino en expulsar a su contendor político. Esta jugada política, que contó con la participación masiva del pueblo en las elecciones de julio de 2017 (8 millones de votantes),fue calificada de éxito por un lado y de farsa por parte de la oposición, que vió interrumpido su plan de disturbios y violencia. Por esta razón, hasta el llamado a nuevas elecciones legislativas (tal y como corresponde al cronograma normal de la AN) existe en el país una Asamblea Constituyente, que se espera se disolverá luego de que sea elegida la nueva Asamblea Nacional, este domingo 06 de diciembre.
¿Por qué tantos detalles?
El relato es largo, porque esperamos que queden claros varios puntos, el primero de ellos es que, más allá de gustos personales, el gobierno legítimo de Venezuela lo encabeza Nicolás Maduro. Juan Guaidó es una ficción invento del equipo Trump, que solo es útil para concretar robos extraordinarios al patrimonio de Venezuela[3], cuyo único cargo real es el de diputado de una Asamblea Nacional que fue elegida bajo las mismas reglas e instituciones que el gobierno que tanto se empeña en desconocer.
Segundo, la parte más mediática de la oposición (el llamado G4), tal y como les fue instruido desde la muy convulsionada Casa Blanca, que hoy no sabe que mismo es; anuncia que no participa en las elecciones porque son fraudulentas (¿les suena?). Cuando la realidad es que mantener la actual asamblea de forma “temporal para siempre” es lo único que garantiza que Guaidó y su grupo puedan sostener la farsa de la presidencia interina con la que han robado miles de millones de dólares en activos, sin tener que hacer la tarea de legislar y hacer trabajo político para la ciudadanía. Lo que nadie dice fuera del país, es que existe otra oposición de derecha que ve en las elecciones del domingo una oportunidad de participación que el G4 les ha cerrado, y que está presente este domingo con 117 agrupaciones, optando a los 277 curules disponibles. Tampoco se menciona que hay opciones chavistas no vinculadas al partido de gobierno, tema que si sería interesante que analizara la izquierda regional.
Tercero, estos comicios son importantes para el país y la región, no porque no vayan a ser reconocidos por la OEA – espacio que Venezuela abandonó formalmente en el 2017 y de facto en 2019-, ni porque “fuercen” a algunos países a pronunciarse sobre el tema -cosa que de hecho, hacen todo el tiempo- algunos frontalmente y otros a medias. No. Son importantes porque marcan otro hito de participación de un pueblo profundamente democrático que cree en su derecho y potestad de elegir a sus autoridades, tal cual lo dicta la Constitución, en una pacífica manera de expresar sus decisiones, y de pedirle a esas potencias que solo quieren sus recursos, que cesen con el bloqueo brutal al que se somete al país, y que solo sirve para profundizar problemas.
Para quien quiera analizar las parlamentarias de este domingo en Venezuela, o cualquier otro asunto político del país, desde una óptica de izquierda crítica, les invitamos a estudiar en profundidad las mil y un contradicciones que existen, las dificultades de explicar en teoría una realidad de tal complejidad y a sumergirse, sin asco, en uno de los procesos políticos más importantes que ha dado este continente en las últimas décadas. Pero es necesario tener siempre claro que desde la vereda de Washington y la OEA, nunca va a ser un estudio digno de la lucha que ha venido dando el pueblo venezolano.
[1] En estas elecciones de 2020, el número de escaños aumenta a 277
[2] Ver Artículo 187 de la CRBV.
[3] https://www.hinterlaces.net/asalto-a-un-pais-el-prontuario-de-guaido-en-diez-casos-emblematicos/