Thomas Friedman y la desinformación de la estupidez
Cada día sorprende más la exageración en la prepotencia y en la capacidad de desinformar, de hacer circular ideas equivocadas, en definitiva, de mentir con cierto estilo. Estas técnicas de manipulación masiva de la audiencia -aunque circulares y a menudo temporales- han sido tildadas como "disputa narrativa o disputa por el control de la narrativa" por los EE.UU. y sus aliados. Como en todas las guerras, la primera víctima es la verdad. En la guerra híbrida de cuarta generación actual, el patrón es el mismo. Veamos un ejemplo de inversión de prioridades y denominaciones peyorativas para afirmar una falsa tesis, donde quien reacciona ataca y quien ataca se convierte en un atacante preventivo.
El 3 de enero de 2020, incluso antes de la respuesta iraní al acto terrorista autorizado por el presidente Donald Trump, el famoso escritor y ex-editor del New York Times, Thomas Friedman, publicaba un artículo de opinión que recorrió el mundo occidental. El título en inglés es: "Trump mata al guerrero más sobrevalorado de Irán". En el subtítulo resta: "Soleimani empujó a su país a construir un imperio, pero en cambio lo hundió en la tierra"[1]
En nuestro país, el texto del autor de la infame oda a la globalización capitalista, del bestseller neoliberal "El mundo es plano" -publicado en Brasil en 2005- fue traducido y publicado en el periódico Folha de São Paulo y luego reproducido en varias publicaciones en Internet. El principal vehículo de la familia Frías hizo circular la idea de Friedman -Thomas, el cual también le da publicidad a Milton, aunque de manera encubierta- al afirmar el grado de estupidez iraní. El título en portugués es "El general iraní muerto en un ataque americano fue estúpido y sobrevalorado".[2]
Cuando Friedman se refiere en su texto al General de División Qasem Soleimani, está refiriéndose también al Estado persa, considerando que el militar asesinado por orden de Trump reportaba directamente al Líder Supremo, el Gran Ayatolá Alí, que eventualmente llegaría al nivel de decisión más alto del Estado. Para Thomas, Irán sería estúpido por no siguir aprovechando el buen momento de crecimiento económico que se produjo durante las negociaciones multilaterales coordinadas por la ONU. En ellas, la administración de Barack Obama -con John Kerry a la cabeza del Departamento de Estado- alivió una parte significativa de las sanciones y el bloqueo económico. Las negociaciones para el control del programa atómico tuvieron lugar en 2015 - con la intensa participación de la diplomacia brasilera de la época - lo que implicó un crecimiento económico del 12% en 2016.
La estupidez consistiría en no haber seguido con el auge de su propia economía y aventurarse a expandir su influencia política regional en Oriente Medio. Para Thomas Friedman, ser inteligente es ser bien educado, de manera tranquila -siguiendo la hegemonía fáctica de Arabia Saudita e Israel- manteniéndose por fuera de los conflictos en los que operan sus principales aliados. En resumen, la astucia consistiría en entregar al chiísmo expansionista a su propio destino, incluyendo la relación con Hezbolá en defensa de la soberanía nacional libanesa. La inteligencia podría ayudar a entregar a Palestina a las traiciones de la Autoridad Nacional, al asedio de Gaza y a la ocupación de la mayor parte de Cisjordania, incluyendo el robo de tierras y de valiosos recursos hídricos. Sagaz, para Friedman, sería comportarse como Egipto después de la traición de Camp David o tal vez como los hachemitas del Reino de Jordania, producto de la injerencia británico.
Rara vez he tenido la oportunidad de leer líneas de un mayor cinismo, ignorando tanto las capacidades del Estado persa como sobreestimando a los países occidentales, entre los que se incluye a Israel, sin que este lo sea. De ninguna manera estoy defendiendo al Irán de los ayatolás de forma incondicional. Mantengo una postura muy crítica a su política interna, así como tener relación de forma personal con la mayoría suní en Siria. La defensa de la democracia, las libertades religiosas, la igualdad de género, el federalismo étnico-cultural y una economía basada en la cooperación que avanza hacia un modelo socialista adecuado para Oriente Medio no encuentra eco en el cinismo de Thomas Friedman.
Insisto en que si yo fuera un crítico humanista con honestidad intelectual, debería separar los presentes niveles de análisis. La defensa de la socialdemocracia en Irán no nos impide comprender algunos de los éxitos de su política exterior. Quisiera ver un Irán de plenos derechos para hombres y mujeres, suníes y chiítas, persas, árabes, azeríes, baluchis y kurdos. Lo que no quisiera sería un Irán destruido por los gringos o por el gobierno títere de turno de la Casa Blanca.
El columnista del New York Times pasa a denunciaer a Irán como fuerza imperialista en la región. En patre este argumento debe afirmarse, ya que Teherán ejerce su propia proyección de poder en la región, pero esa termina por ser la norma y no la excepción en las relaciones internacionales. En términos generales, el mismo autor del libro "De Beirut a Jerusalén" -publicado en 1989- critica a la única de las cuatro potencias regionales (Israel, Arabia Saudita, Turquía e Irán) que se enfrenta directamente a las cruzadas occidentales y no se adhiere plenamente al orden ruso-bizantino.
Por lo tanto, la estupidez de la que acusa Thomas Friedman a Irán es la voluntad soberana de ejercer las relaciones exteriores por parte de un país independiente con asiento en la Asamblea General de la ONU. ¿O es que el ex director del más prestigioso periódico estadounidense también considera estúpidos a los países independientes con voluntad propia, con los pueblos del mundo resignados a las condiciones subordinadas de un capitalismo periférico? ¿Es inteligente adherirse al imperialismo estadounidense o, quién sabe, quizá la proyección de poder imperial de China sea Rusia? ¿Fue estúpida la independencia de Argelia a través de su guerra de liberación? ¿Es estúpido luchar por los derechos inalienables de siete millones de palestinos que viven bajo el asedio, la ocupación militar y el apartheid impuestos por el Estado de Israel, con el financiamiento y apoyo de Washington? ¿Fue la amenazante presencia de Irán en el Líbano y Siria lo que obligó a Israel a influir en el gobierno de EE.UU. y a reconfigurar su política en la región? Ese es el argumento absurdo al que quiere aludir el artículo de Friedman.
¿Considera Friedman que es una estupidez que el Reino de Qatar reafirme una política exterior independiente, coordinando esfuerzos comerciales y productivos tanto con Irán como con Turquía? Según la lógica de Friedman, la lucha federalista y socialista del Kurdistán termina siendo otra estupidez, ya que para lograr este comedido, la izquierda kurda debe enfrentar al menos dos poderes regionales de manera simultánea. Podría seguir en varios ejemplos la caricaturización del análisis de Friedman, pero creo que ya he probado mi punto.
Finalmente tengo la necesidad de aseverar que Thomas Friedman, mediante sus artículos y argumentos- no pretende analizar absolutamente nada. Su razonamiento únicamente se enmarca en una guerra de propaganda, una disputa por el control de la narrativa y la presentación de historias empaquetadas en prejuicios. La gran estupidez del mismo Friedman es la sobreestimación de sus propias versiones, que si son verdaderas, son simplemente filtraciones combinadas entre informes de inteligencia. Mejore su actuación, sr. Columnista del Imperio, ya que esta vez la desinformación forzada no surgió efecto.
Referencias bibliográficas:
[1] https://www.nytimes.com/2020/01/03/opinion/iran-general-soleimani.html