A 155 años del nacimiento de Lenin: el hombre que agitó el mundo

Bajo el cielo gris de la Rusia zarista, nació Vladímir Ilich Uliánov. El cuarto hijo de Iliá Uliánov, inspector de escuelas, y María Alexandrovna Blank no parecía destinado a cambiar el rumbo de la historia, pero la vida tenía otros planes. Lenin pasaría a la historia como líder político e ideológico de la primera revolución de las masas trabajadoras a nivel mundial, la Revolución Bolchevique, y el establecimiento del primer Estado socialista y obrero.
El joven Ilich creció entre libros. A los 17 años, la tragedia lo golpeó: su hermano mayor, Aleksandr, fue ahorcado por conspirar contra el zar Alejandro III. La familia Uliánov, marcada por la infamia, fue condenada a la proscripción.
En las bibliotecas de Ginebra, en los cafés de Londres, en las imprentas clandestinas de San Petersburgo, Lenin se instruyó sobre Marx y Engels, instrumentalizó la ideología como arma. “No basta con interpretar el mundo —había escrito Marx—, hay que transformarlo”. Y en 1895, fundó la Unión de Lucha para la Emancipación de la Clase Obrera. La policía secreta del zar lo detuvo. Lo desterraron a Siberia. Pero su destino en la lucha estaba lejos de terminar.
¡Camarada Lenin,
en las humeantes fábricas, en la tierra
cubierta de nieves y de trigos,
camarada,
con vuestro corazón y vuestro nombre
pensamos, respiramos, luchamos y vivimos!”
Conversación con el camarada Lenin
Vladímir Mayakovski
Vladimir Mayakovski, el poeta futurista ruso escribe “Conversación con el camarada Lenin”, un poema que entabla diálogo con el muerto que sigue vivo. Aunque Lenin no esté más, su nombre está fundido en el paisaje, el esfuerzo colectivo y la vida misma de la revolución.
La escisión que incendió la historia
A principios del siglo XX, el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia -POSDR- se partió en dos: los mencheviques, que creían en una revolución a medias, y los bolcheviques, que bajo el mando de Lenin apostaron por el asalto al cielo. “¿Reformas o revolución?”, era la pregunta. Él ya tenía la respuesta.
En 1917, con los obreros hambrientos, los campesinos sin tierra y los soldados hartos de la guerra, Lenin lanzó su consigna más audaz: “Todo el poder a los soviets”. El 25 de octubre -7 de noviembre, según el calendario gregoriano-, los cañonazos del Aurora anunciaron el fin de un mundo y el comienzo de otro.
Obra de Lenin:
De su autoría: “¿Qué hacer?”; “Dos tácticas de la socialdemocracia en la Revolución democrática”; “El Imperialismo, fase superior del capitalismo”; “El Estado y la Revolución”. Todo luchador del campo nacional y popular, independientemente de la corriente a la que pertenezca, debiera acercarse a estos textos. Descuento que los aprovechará.
El día del entierro de Lenin, el proletariado internacional declaró un paro de cinco minutos en todos los trabajos. Pararon los ferrocarriles, se interrumpió el trabajo en fábricas y talleres. Incluso en nuestro país el joven Partido Comunista organizó un “funeral cívico”. El poeta ruso Vladimir Mayacovski dijo de Lenin, que era “el más humano de los hombres”.
Por encima de las torres
un bosque fragoroso
de millones de brazos
se alza como banderas clamorosas
en la Plaza Roja.
De cada pliegue,
de cada bandera,
salen de nuevo clamando
las palabras de Lenin:
-¡Proletarios,
preparáos para la lucha final!
¡Esclavos,
enderezad vuestras rodillas y espaldas!
¡Ejércitos del trabajo,
en pie!
¡Viva la revolución
alegre y cercana!
¡Esta
es la única
gran guerra
de todas
las que conoció la historia!
Vladimir Illich Lenin
Vladímir Mayakovski
Artículo publicado originalmente en Agitación Comunista