EZLN: 25 años de resistencia contra el olvido
El 1 de enero de 1994, en San Cristóbal de las Casas, en el Estado de Chiapas, ubicado en el suroeste mexicano; las paredes amanecieron pintadas con la consigna “¡Viva el EZLN!”. Cubriendo su tez con un pasamontañas o con un pañuelo rojo, hombres y mujeres de distintas comunidades indígenas, alzadxs en armas, se declararon en rebeldía tras siglos de exclusión social, económica y cultural, en desobediencia frente al Estado mexicano, y en defensa de sus derechos y autonomía.
El Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) hizo su primera aparición pública tomándose las cabeceras municipales de Altamirano, Las Margaritas, Ocosingo, Oxchuc, Huixtán y Chanal, enunciando la que seria la Primera Declaración de la Selva Lacandona, el primer manifiesto zapatista en el cual se plasman más que sus demandas, sus exigencias: trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia, y paz.
25 años después de la insurrección armada zapatista, tras cientos de muertes provocadas por la intervención de grupos paramilitares, desplazamientos forzados y ataques bélicos perpetuados tanto por el Gobierno Federal como el Gobierno Nacional, el EZLN continua en resistencia.
El surgimiento y posterior alzamiento del EZLN responde a una conglomeración de coyunturas y paradigmas sociopolíticos y socioeconómicos a nivel local, regional y global, que bajo el amparo del tan célebre discurso del “progreso” capitalista trataba de promulgar el desarrollo nacional de varios países del continente americano. Tal “progreso” se daría mediante parámetros neoliberales que beneficiarían a un sector parcial de la sociedad, dejando a las comunidades indígenas no solo sin voz propia, sino condenadas al olvido de la historia.
Fue precisamente el 1 de enero de 1994 el día en que el que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el cual anexaba al Estado Mexicano al entonces ya existente Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Canadá firmado en 1988. Tras haber firmado el TLCAN en 1992, el gobierno de Carlos Salinas de Gortari no solo firmó un acuerdo que beneficiaría a las élites mexicanas, sino que también es recordado por haber privatizado empresas estatales (por ejemplo, la banca) y por haber continuado con la hegemonía política del Partido Revolucionario Institucional (PRI), partido político que gobernó México durante 7 décadas consecutivas.
Los primeros años del alzamiento armado, lxs zapatistas se vieron amedrentados por la constante intervención armada del Ejército Mexicano en el intento de terminar con los núcleos insurgentes que crecían a lo largo de Chiapas. Sin embargo, al autodenominarse como un movimiento militar armado opuesto a la globalización y al neoliberalismo, el zapatismo no solo continuó perfilándose como un movimiento armado, sino como un movimiento enfocado en la participación de las comunidades indígenas en la construcción de un nuevo imaginario político que incluyera formas de participación y organización política que contemplaba la inclusión de los derechos de las comunidades indígenas que componen al Estado de Chiapas y al Estado Mexicano.
El Gobierno, en aparente señal de debate, instaló varias mesas de diálogo, como la de San Andrés de Sakamch’en entre 1995 y 1996. Dichos diálogos, que fueron interrumpidos en varias ocasiones, significaron un acercamiento entre el EZLN y el gobierno, pero también desencadenaron la solidaridad y la divulgación del zapatismo a nivel mexicano e internacional. Al no cumplirse los acuerdos firmados, el EZLN pasó a diseñar, construir y articular una actividad política que partiera de la cosmovisión, la organización social y las prácticas culturales de los comunidades indígenas, continuando y perfilando su lucha por la senda de la autonomía frente a la nula respuesta por parte del gobierno.
Las primeras dos décadas del levantamiento armado indígena en Chiapas dejaron un legado en el pueblo mexicano e impulsaron la organización de las comunidades indígenas de todo México, siendo un ejemplo de organización que llegó a varias esquinas del mundo por sus acciones y logros. Uno de ellos fue la llegada de la caravana zapatista a la Ciudad de México, encabezada por la Comandanta Ramona, una de lxs 23 Comandantxs zapatistas que conformaba el Comité Clandestino Revolucionario Indígena, Comandancia General (CCRI-CG) y delegada para hablar en el Congreso Mexicano.
Otro punto crucial en la lucha zapatista constituye la creación de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas en el 2003, territorios que se abstienen a las leyes del Estado mexicano y mediante las “Juntas de Buen Gobierno” y los Caracoles Zapatistas impulsan una democracia participativa, declarándose como zonas autónomas en las cuales su propia población se encarga de planificar su modelo educativo, de impulsar su cultura y su visión del mundo, de construir sus sueños y metas mediante la organización, pero sobre todo, de “mandar obedeciendo”.
Un cuarto de siglo después, el EZLN continua su lucha mediante la palabra, ya que “para vivir se muere la palabra, sembrada para siempre en el vientre del mundo” ( Cuarta Declaración de la Selva Lacandona, 1996)
Fuentes:
Película “El fuego y la palabra” (2003)
https://www.youtube.com/watch?v=uFVJ6wyK3JE