Estado comunal y modelo de transición (II)
El Estado burgués
Uno de los principales problemas al asumir los esfuerzos de un pueblo frente a su propio destino, especialmente cuando este, sin experiencias previas, pretende construir lo nuevo, transitar a una nueva “formación económica y social” y parir una sociedad revolucionaria, es el problema del Estado; su extinción y utilización en la medida que el proceso de construcción del poder popular vaya avanzando. En principio, es una contradicción de difícil resolución – la propia herramienta de dominación no puede ser la herramienta de liberación – y que encuentra un rechazo sustentado en la renovada utilización del argumento anti estatista bakuninista que, aunque a veces simplificado y sacado del contexto de su producción, no deja de tener importancia al sostener que todo proceso que llega “al poder” acaba por corromperse.
Tomando en cuenta que el pensamiento marxista es dinámico, cabe discutir este tema al calor de lo concreto. La organización popular en Venezuela emerge como una alternativa que superará al modelo tradicional de Estado Burgués, además, el cumulo de estos intentos y experiencias rompen con los elementos menos dinámicos del pensamiento marxiano, tradicionalmente enclaustrado en los denominados “partidos” de izquierda.
La contradicción en Venezuela también es interna, entre una burocracia representante de un modelo del que obtiene prebendas, y el pueblo, que apenas está experimentado sus formas propias de poder. Por lo tanto, el problema del Estado nos remite al desarrollo completo de una nueva formación económica y social que entierra al Estado burgués, mediante la comuna: el instrumento superador del Estado burgués.
Carlos Marx en el tercer capítulo de la Ideología Alemana, en lo que corresponde sobre la ley y el delito, sostiene que: “En la historia real, los teóricos que consideraban el poder como el fundamento del derecho se hallaban en oposición directa frente a los que veían la base del derecho en la voluntad” (Marx, 2010). En esta concepción se discute que la ley es apenas una manifestación de las relaciones concretas, esto es, del poder, mismo que devela el fondo y el problema del proceso de transición y desarrollo del socialismo, en torno a la forma específica de dominación que tiene el Estado burgués.
En este sentido es que nos explica Marx que “son estas relaciones reales, lejos de ser creadas por el poder del Estado, son, por el contrario, el poder que crea al Estado” (Marx, 2010). Por tanto, la expresión de los intereses de las capas dominantes de la sociedad es la expresión concreta de lo que otros como Hobbes, tratan de encontrar en la voluntad, incurriendo en un error de inicio al asumir como punto de partida la igualdad de todos los hombres – ni por asomo plantean esto para las mujeres -, quienes al tener aspiraciones similares y al no lograrlas transitan al peligroso “homo homini lupus” (el lobo del hombre es el hombre.
Este idealismo, sobre el que aún los poderes fácticos de la economía siguen construyendo sus textos, queda devastado como argumento lógico cuando Marx muestra la contradicción fundamental, al entender que la igualdad como punto de partida es una lectura antojadiza, que no observa el proceso de dominación de las élites, ya que es este el que se consolida como la voluntad del Estado, que no es más que la expresión concreta del relacionamiento de clases.
De esta manera el viejo modelo de Estado, e incluso grandes rasgos de la quinta república bolivariana, son producto directo de esta “voluntad de las élites” que en su vana fraseología se tratan de representar socialmente como la reserva democrática, más no pasan de ser un producto histórico de las relaciones de clase, como representación del colonialismo esbirro de las élites criollas. Como lo señala Ángel Custodio Velazquez al referirse al coloniaje mental: “permitió se construyera un imaginario social signado por el apatridismo, el peculado y la dependencia del capital extranjero a lo largo del proceso histórico venezolano” (Velásquez, 2014)
Se debe puntualizar que el proceso de transición de un sistema social y económico es el paraguas teórico sobre el que se inscribe el presente debate, y como tal está anclado al desarrollo de las fuerzas productivas y el proceso de acumulación de fuerzas revolucionarias (Sereni, 1973). En la “Introducción a la crítica de la economía política”, Marx sostiene que ningún sistema podrá ser superado hasta que se desarrollen todas sus posibilidades productivas que es lo suficientemente capaz de contener (Marx, 1957).
Frente al problema de lo que vendrá hay que tener claridad que la tarea es eliminar el Estado, y esto no será un paseo campestre con amigos y tertulia, sino, un duro trajinar que, con violencia y sacrificio, deberá llevar al Estado comunal, como eje de transición al socialismo. V.I Lenin sostiene que: “Marx desarrolló de manera consecuente la doctrina de la lucha de clases hasta llegar a la doctrina del poder político, del Estado” (V.I, 1977). En la que encontró además la necesidad de quiebre, el que es clarificado tanto en Engels como Lenin, como la destrucción del Estado.
De esta manera, y siguiendo a Sereni cuando aborda el desarrollo de la terminología marxiana “formación social” y las consecuencias prácticas de este entendimiento, señala que: “la calificación de progreso – de estas fuerzas productivas – no es interpretada en el sentido de un juicio de valor y ni siquiera en el sentido de una línea de sucesión única y obligatoria de las diversas formaciones sociales o épocas históricas”. Sereni aporta una importante perspectiva al problema señalando a continuación: “la sucesión real de las diferentes formaciones sociales o épocas históricas (…) continuamente puede, y debe, ser verificado única y exclusivamente por la prueba de los hechos” (Sereni, 1973).
Así, en cuanto a los hechos, la reflexión de Sereni es fundamental para no caer en esquemas interpretativos monolíticos que niegan el desarrollo revolucionario de Venezuela porque no se ajusta a fórmulas teóricas de manual. El campo de la formación económica y social es dinámico, tiene tiempos y formas diferenciadas, en su conjunto podrá parecer un avance contradictorio, y lo es, en medida de las complejidades que reviste el desarrollo revolucionario, mismo que enfrenta en última instancia con violencia las capas dominantes con las dominadas.
En el texto y citado de Velásquez se entiende que ya no hay vuelta atrás en el proceso, ya que estos grupos económicos están imposibilitados estructural y mentalmente para dirigir a Venezuela hacia una sociedad al servicio de todos (Velásquez, 2014). Los grupos económicos que hoy aspiran dirigir el país siempre estarán dispuestos a entregarse al capital transnacional a cualquier costo. De eso no hay dudas, y el desarrollo comunal en este momento es una realidad concreta que plantea retos al Estado Bolivariano y a las organizaciones sociales de todo el continente.
En la cartas de Karl Marx a Kugelman, el filósofo reafirma que el sentido del proceso de organización y proyección de la comuna es dejar en claro que la maquinaria burocrática y militar no debe pasar de un mano a otra, sino romperla como condición previa de toda revolución, concepto que tiene su primer momento de fuego en la Comuna de París (Marx, 1973). Por tanto, comuna y Estado burgués están claramente enfrentados en medida de sus objetivos dentro del progreso de las fuerzas productivas, en torno a la formación social y la revolución.
V.I Lenin por su parte, nos explica en el “Estado y la Revolución” que uno de los puntos delicados por los cuales fracaso la Comuna de Parí es que el gobierno comunal no reprimió con suficiente decisión a la burguesía para vencer su resistencia (Lenin, 1973). La comuna es el dispositivo revolucionario que aglutina los esfuerzos individuales dándoles un sentido colectivo que se direcciona hacia la derrota de la oligarquía, proceso que no es fácil, pero que guarda completa coherencia con la lectura crítica de las tesis clásicas del marxismo.
En Venezuela hay una renovación del marxismo que se escapa de la academia y aterriza con profunda convicción en la realidad, así muchos tengan recelo de entender las consecuencias de su desarrollo histórico y sus posibilidades, como proceso en resistencia muestra en muchos aspectos, el futuro de la revolución mundial.
Bibliografía.
Lenin, V. (1973). Estado y Revolución. Moscú: Progreso.
Marx, K. (1957). Contibución a la Crítica de la Economía Politica. París: Editions sociales.
Marx, K. (1973). Cartas a Kugelmann. Moscù: Progreso.
Marx, K. (2010). La ley y el delito. En K. Marx, Elogio del Crimen (compilado) (pág. 6). Madrid: Sequitur.
Sereni, E. (1973). Formación Económica y Social. México: Roca.
V.I, L. (1977). El Estado y la Revolución. Moscú: Progreso.
Velásquez, Á. C. (28 de noviembre de 2014). Questión Digital. Obtenido de http://questiondigital.com/el-parasitismo-historico-de-los-grupos-economicos-venezolanos/