Racismo, sentido común y dispositivos de dominación social
La construcción discursiva del Estado nación en la modernidad capitalista responde a lógicas que subordinan a ciertos grupos sociales por su identidad cultural y que legitiman la dominación de otros actores a nivel simbólico y material. Tanto las instituciones sociales más elementales de la sociedad como la familia, la escuela y el Estado, así como otras esferas, entre ellas la academia (De la Torre 1996), producen y reproducen indiscriminadamente matrices racistas de relacionamiento. Sin embargo, el racismo, como problema y fenómeno social, no es una construcción contemporánea ya que encuentra sus bases en enclaves coloniales propios del capitalismo Por este hecho propuestas como la de Patric Hollenstein (2009) proponen la necesidad de entender la dimensión histórica – y la capacidad de adaptabilidad – de los dispositivos de dominación racial.
Una de las particularidades del racismo en la actualidad es que, se ha naturalizado e internalizado tanto en estructuras sociales macro – como el Estado – así como en rituales de relacionamiento cotidiano. Este hecho se articula con la construcción de discursos, la reproducción de estereotipos y nociones esencialistas frente a la “raza”, lo cual se aglutina en la construcción de sentidos comunes. Concebir que “los negros” o “morenos” son buenos para el fútbol, que “los indios” son pobres porque son vagos, o simplemente tratarle de “mijita”, “otavalita” “Maria” a una mujer indígena independientemente de su edad, formación o lugar de trabajo, son aspectos cotidianos que evidencian que en Ecuador el “racismo” o discriminación racial persiste y está socialmente naturalizada.
El racismo es entendido como “un fenómeno social total que se manifiesta en (…) prácticas sociales de dominación” (De la Torre, 1996) y tiene como finalidad “mantener el privilegio de unos y la subordinación de otros dentro de una situación cambiante” (Hollenstein 2009). En esta lógica, el racismo niega la diversidad y construye una sociedad a partir de patrones dominantes fenotípicos, culturales, ideológicos, de clase, de género, entre otras dimensiones desprendidas de una clase dirigente diferenciada en dichos términos.
Los medios de comunicación han desempeñado un papel fundamental al generar y legitimar estereotipos y prejuicios en relación a todo aquello que no se adscribe al ser “blanco”. La parrilla de programación de las grandes empresas de comunicación está plagada de contenidos en los que, a nombre del sentido común, se folkloriza y denigra la diversidad cultural de nuestro país. Los discursos y representaciones abiertamente discriminatorias en términos étnicos se refuerzan con prejuicios de género, regionales y de clase. Por este hecho, problematizar el racismo sin tomar en cuenta las contradicciones entre actores antagónicos de la sociedad en términos de su posicionamiento en el proceso productivo resulta limitado, sobre todo al reflexionar sobre las alternativas a la discriminación en sus diversas expresiones.
Una de las claves para entender la producción y reproducción de patrones de discriminación “racial” radica en identificar y analizar las interacciones entre la dimensión simbólica del racismo como construcción histórico-social y las relaciones materiales, las cuales se combinan fuertemente con dinámicas de clase y con comportamientos cotidianos que subordinan la diferencia. En cuanto a la división social del trabajo, se evidencia que persisten matrices coloniales que determinan a su vez la división cultural del trabajo en la que “lo no blanco” está obligado, en la gran mayoría de ocasiones, a la venta de su fuerza de trabajo. Sin embargo, la mano de obra adscrita “racialmente” no tiene las mismas posibilidades de acceso en las diversas esferas del trabajo. Por ejemplo, el ser indígena y mujer, bajo la lógica racista y clasista, las circunscribe al área de servicios domésticos, el ser hombre negro, por la concepción de que las características físicas lo hacen más fuerte, lo adscribe a actividades en las que se “pone a prueba” esta condición. Por lo tanto, no se toma en cuenta que las personas pertenecientes a estos grupos pueden tener otras capacidades y habilidades para desempeñar otro tipo de trabajos; sin embargo, las matrices de relacionamiento colonial legitiman las posiciones privilegiadas de las minorías dominantes y la subordinación económica de las sí mal llamadas “minorías” étnicas.
Estas estructuras de desigualdad económica se articulan a la desigualdad social, cultural, política, territorial, entre otras que se mimetizan en prácticas cotidianas que no se asumen como “racistas”. ¿Acaso no nos hemos puesto a pensar qué hacemos cuando un “negro” camina hacia nosotros en la calle? o , ¿qué se nos viene a la cabeza cuando se sube “una longa” al bus? Lamentablemente, este tipo de microagresiones cotidianas no se han problematizado, por lo cual resulta pertinente promover una discusión abierta y profunda sobre aquellas cuestiones que nos parecen normales pero que son el sustento cotidiano del racismo
Una vez analizada la persistencia de dinámicas racistas en la sociedad ecuatoriana es momento de construir alternativas colectivas a esta problemática. En este propósito, aspectos como el entendimiento de la interculturalidad y la plurinacionalidad, el reconocimiento y puesta en práctica del diálogo de saberes, así como el entendimiento del carácter multidimensional de la identidad cultural con aspectos como la clase y el género (Fraser 2008), aportan a pensar en cómo modificar las estructuras de desigualdad social de nuestro país en sus diversas aristas. En conclusión, la lucha contra la discriminación racial resulta no ser aislada y, las alternativas que surgen desde la articulación de los sectores subalternos constituyen oportunidades para repensar como construimos e idealizamos el Estado plurinacional y las matrices económicas preponderantes en el momento histórico actual.
Bibliografía.
Fraser Nancy, 2008, “La justicia social en la era de la política de identidad: redistribución, reconocimiento y participación”, en Revista de trabajo 4(6), 83 – 99
De la Torre, Carlos (1996). El racismo en Ecuador: experiencias de los indios de clase media. Quito: FLACSO – Sede Ecuador
Patric Hollenstein. (2009). La reproducción de la dominación racial: las experiencias de una familia indígena en Quito. Quito: FLACSO – Sede Ecuador