Una introducción al estudio y comprensión de la consciencia
A través de este primer esbozo, pretendemos incursionar lentamente en el pantanoso terreno del estudio de la conciencia, no para simplificar y asfaltar las dificultades, sino para comprender su complejidad y rastrear algunas respuestas a la quizá más antigua pregunta que el ser humano se ha hecho: ¿quiénes somos?
El primer paso que vamos a dar tiene que ver con el monismo y el dualismo psiconeural[1]. El dualismo psiconeural es sin duda la idea con mayor arraigo en las diferentes culturas de la humanidad, pues pregona que la mente está separada del cuerpo y el cerebro, y que incluso puede existir de manera independiente. Quien haya leído los textos básicos del materialismo dialéctico Y su crítica al idealismo, recordará que esta idea es exactamente la principal arista del pensamiento idealista (primero la idea, la mente, el alma; luego el cerebro, la materia, el cuerpo). El monismo psiconeural por su parte, simplemente descarta la división presentada, y afirma que el cerebro es el que produce los pensamientos, las ideas, las emociones y aquellas características que se alejan más o menos de lo que definimos como alma. (Strejilevich, Flichtentrei, Urtueta, Prats, & Mastandueno, 2015)
En la actualidad, aunque persiste un halo primitivo y mágico sobre las enfermedades mentales, estas son abordadas como enfermedades cerebrales; (Bunge, 2012) es decir, se acepta que la alteración mental es justamente un producto de un mal funcionamiento del cerebro. Y es a partir de esta comprensión que cobra sentido el afamado y poco comprendido campo de las neurociencias, que abarca a un sinnúmero de teorías, hipótesis e investigaciones en relación a la conciencia.
Sin embargo, hay que tener en cuenta algunos visos: la concepción moderna de la enfermedad mental también ha provocado la excesiva medicalización y categorización de las personas que la padecen (especialmente niños), la reducción posmoderna del monismo a explicaciones cibernéticas del funcionamiento cerebral y el resurgimiento de pseudociencias y gurúes de autoayuda y espiritualidad.
Evidentemente, sería difícil sostener una idea dualista y no depender de explicaciones sobrenaturales, pero el monismo se enfrenta a problemas mayúsculos de igual manera. ¿Cómo explicar la conciencia si nuestra composición orgánica es inconsciente? Cada átomo, célula y tejido no es consciente de su existencia ni de la nuestra, por lo que parece poco verosímil que un sinnúmero de estímulos, percepciones y asociaciones produzcan de manera tan organizada un fenómeno consciente. (Jaworski, 2011)
Tampoco ayuda tomar en cuenta otra variable: somos seres sociales. No hay manera sencilla de comprender los estados mentales de otras personas sin interactuar con ellas, o al menos percibir sus movimientos corporales. Nuestra producción mental interna no es conocida por otros a menos que la misma sea verbalizada, pero esto es insuficiente para entender de manera completa lo que otra persona tiene consciencia de.
Regresando al monismo en su estado más puro, vale recordar lo que a mediados del siglo XX se practicó en un paciente sometido a una neurocirugía, en la que se logró recrear fenómenos conscientes reales – que incluían detalles del entorno – para la persona con la sola estimulación de determinadas células en áreas cerebrales especificas; (Jaworski, 2011) ¿es esto consciencia?
También cabe mencionar que existe una corriente que toma en cuenta un aspecto esencial en el ser social: la cultura. Aunque poco difundida, existe la idea de que el tiempo evolutivo del cerebro ha sido insuficiente para que biológicamente pueda producir fenómenos conscientes; y que por tanto ha requerido de una extensión del cerebro, fuera de nuestro cuerpo: el lenguaje y la cultura como respuesta a una adaptación al medio hostil del Homo Sapiens. Esto va de la mano de nuestra supuesta incapacidad genética de vivir de manera aislada o nuestra facultad ancestral de vivir socialmente – según desde donde se vea – (Bartra, 2014).
Finalmente, vale la mención a ciertos aspectos trascendentales y religiosos de nuestra cultura, así como las concepciones metafísicas de los fenómenos culturales minoritarios en nuestra sociedad; temas que serán abordados en las entregas finales.
De este modo iniciamos esta cautelosa aproximación, optando por no buscar definiciones de la conciencia, tomando el camino de la duda antes de la certeza. Es esa la ruta que encontramos más adecuada para vislumbrar las concepciones plausibles sobre el estudio de la consciencia.
Bibliografía:
Bartra, R. (2014). Antropología del cerebro. Conciencia, cultura y libre albedrío (2a ed.). Mexico: Fondo de Cultura Económica.
Bunge, M. A. (2012). Filosofía para médicos. Gedisa. Recuperado a partir de https://www.casadellibro.com/libro-filosofia-para-medicos/9788497847391/2046313
Jaworski, W. (2011). Philosophy of mind : a comprehensive introduction. Wiley-Blackwell. Recuperado a partir de https://www.wiley.com/en-us/Philosophy+of+Mind%3A+A+Comprehensive+Introduction-p-9781444333688
Strejilevich, S., Flichtentrei, D., Urtueta, M., Prats, M., & Mastandueno, R. (2015). Dualismo y Monismo en la concepción filosófica de médicos: posibles implicancias. IntraMed Journal, 3(July).
[1] En el presente escrito no se hará referencia a las subdivisiones de estas ideas (materialismo monista, monismo trascendental, realidad dualista compartida, etc.)